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martes, 15 de junio de 2021

Del coraje de decir que no

    La fotografía fue tomada en Hamburgo el 13 de junio de 1936. Cuando los trabajadores de los astilleros Blohm und Voss levantaban la diestra con la palma abierta haciendo el saludo fascista y gritando seguramente al unísono “Heil Hitler”, durante un acto oficial presidido por el mismísimo Führer con ocasión de la botadura de un buque de la armada alemana, un hombre permaneció cruzado de brazos. 
 
 
    Se ha querido reconocer en él al obrero alemán August Landmesser. Una de sus hijas lo ha identificado.  August se casó con una judía y fue perseguido por ello y acusado de deshonrar a la raza aria. Tras su reclusión en un campo de concentración, habría muerto en el frente. 
 
    Pero el hijo de otro de los trabajadores del astillero, también ha creído reconocer en la figura del hombre que se cruza de brazos a su padre, por lo que podría igualmente tratarse de Gustav Wegert. 
 
    Comenta el hijo que su padre nunca levantó el brazo para hacer el saludo nazi. Desde el principio del Régimen, si alguien le saludaba con el "Heil Hitler" de rigor, respondía con un simple "Guten Tag", que significa "que tenga un buen día", “buenos días”. Ni devolvía el saludo ni alzaba el brazo. 
 
Detalle de la fotografía
 
     Ambos hombres, August y Gustav son muy parecidos, y su retrato podría encajar con el de la foto. Sin embargo, no es eso lo que importa. Lo que revela esta foto al cabo de ochenta y cinco años es algo muy sencillo que demuestra que la mayoría, aunque se la haga pasar a menudo por la totalidad, no son todos. Siempre hay alguien -y algo dentro de alguien- que por lo bajo está negando y renegando. 
 
    El hombre, sea quien sea, no está distraído ni se le ha olvidado levantar el brazo y saludar al Líder Supremo en el momento preciso que hacen los demás y recoge la fotografía, sino que parece que ha decidido conscientemente no hacer lo que hace la mayoría de sus compañeros, gesto que la fotografía ha inmortalizado para siempre.