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viernes, 8 de enero de 2021

Cinco buñuelos de viento (para don Luis Buñuel)

-Meten a algunos delincuentes en chirona para que los que estamos casualmente fuera de los muros de las prisiones creamos que gozamos de libertad individual. La libertad es la sombra de un espectro nebuloso que siempre huye de nuestras manos vacías cuando queremos alcanzarlo. Después de nuestra persecución en vano, sólo queda el rastro diluido y difuminado de la niebla entre los dedos: el fantasma de la libertad. Lo mismo sucede con la cordura: encerrando a los locos en los manicomios, los que estamos casualmente fuera de los hospitales psiquiátricos podemos hacernos la ilusión de que estamos cuerdos.

-Un reloj que se ha parado porque no tiene cuerda da la hora correcta, sin embargo, dos veces al día en veinticuatro horas.

-La retransmisión televisada de un partido de balompié provoca la desbandada de Sus Señorías en el Congreso de las Españas. Sin duda alguna, se trataba de un suceso de interés nacional que requería la presencia de los señores diputados fuera del hemiciclo, que es donde se desarrollan las cosas verdaderamente dignas de interés.

 

Magdalena penitente, Francesco Hayez (1833)
 
-Contemplando un cuadro en una pinacoteca de María Magdalena después de haber recibido la gracia divina, no se sabe si estamos ante una doncella (María) o ante una prostituta (Magdalena), o, lo más probable, ante ambas cosas a la vez, una virgen puta o una puta virgen, tanto monta, como las novias adolescentes de antaño. En este último caso, no se sabe qué es lo que nos cautiva más en ellas: lo mucho que son una u otra cosa o lo mucho que son ambas cosas a la vez, sin dejar de ser una cosa lo contrario de la otra.
 

 
-Cada cuatro años, muchos electores se dejan embaucar por los cantos fementidos de sirena de las promesas electorales de los candidatos a poderosos y gobernantes. Los ciudadanos de a pie o peones, parias de la tierra, famélica legión, claman al cielo cansados de la dura realidad (o “puta” realidad, dicho más cruda, pero no menos falsamente, como a veces dice la gente). Gritan: - ¡Basta ya de realidades! ¡Queremos promesas electorales!