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viernes, 11 de diciembre de 2020

Conspiración de la teoría vs. teoría de la conspiración: dictadura tecno-sanitaria (y III)

Detrás del gobierno visible hay un gobierno invisible que no tiene ninguna legitimidad democrática o, mejor dicho, popular, al que tanto el gobierno visible como el pueblo están subordinados y sometidos -por eso solemos decir que los que mandan son los más mandados. Ese gobierno invisible y por ello difícil de denunciar no está compuesto de títeres personales con sus cargos y  nombres propios, sino de una variopinta confluencia de intereses económicos, es decir, políticos, que ya se sabe que la política se reduce hoy cochina economía.

Se trata de los llamados en otra época “poderes fácticos”, los poderes de hecho, contrapuestos a los poderes “de iure” o jurídicos. El poder fáctico no coincide con el aparato de Estado, aunque influye notoriamente en él. En otro tiempo se hablaba de la Iglesia, hoy en día muy poco relevante en Occidente y en el mundo cristiano, la verdad sea dicha. Sí que son poderes fácticos, sin embargo, la Banca, es decir, los capitalistas, o sea el dinero, y la Prensa, es decir, los medios de manipulación y creación de la opinión pública,  al servicio del Estado, que le inyecta capital, y del propio capital que los subvenciona.

Podemos referirnos a los conjurados como la “élite globalista”, los defensores de la globalización, que persiguen la gobernanza mundial y la economía de mercado, que se oculta bajo la denominación de origen del concepto  Deep State o Estado Profundo.

Esta élite globalista ha impuesto una dictadura tecno-sanitaria, es decir, tecnológica, que nos obliga a utilizar la tecnología que nos avasalla utilizándonos a sus usuarios (internet, teléfonos móviles, correo electrónico, geolocalización, etc.) y, al mismo tiempo, sanitaria so pretexto de lucha contra el virus.


Decir, como denuncian algunos, que vivimos bajo una dictadura exclusivamente sanitaria es poco decir, porque la dictadura democrática que padecemos tiene un doble aspecto: tecnológico y sanitario. En el aspecto tecnológico está promovida por las GAFA, acrónimo que engloba a los cuatro modernos gigantes del Apocalipsis, si no son cinco ya: -Google, Aple, Facebook, Amazon y Microsoft-. Y en cuanto al aspecto sanitario, dictadura fomentada por la OMS, incluyendo también a la ONU, con su agenda 2030.

¿No resulta curioso cómo las medidas implementadas por el Gobierno, en esa guerra sin cuartel y parece que abocada al fracaso que han declarado las Autoridades Sanitarias al virus, considerado el enemigo público número uno, no llegan a controlar la epidemia, que comenzó con la solemne declaración de la OMS del 11 de marzo de 2020 de que era una pandemia, pero sí a la población, a la que se obliga a pasar por el aro de la mascarilla obligatoria, la distancia social, el toque de queda, el confinamiento perimetral y demás medidas irracionales? ¿Es coincidencia que acaben controlando a la gente y no al virus o acaso lo que pretendían era controlar precisamente a la gente para asegurar el imperio tecnoprofiláctico de su gobernanza? En este sentido, también puede decirse que el objetivo de la vacunación general que se persigue no es sanitario, sino de control de la población.

Resulta ingenuo a estas alturas creer que los laboratorios farmacéuticos luchan en pro de la salud, cuando lo que pretenden como empresas capitalistas que son y no Hermanitas de la Caridad es el beneficio económico. Un paciente curado es un cliente perdido. Sería una ingenuidad igualmente creer que los fabricantes de armas luchan por la paz sobre la Tierra pretendiendo acabar con las guerras.

Hay una epidemia o, mejor dicho, pandemia ya porque se cierne sobre el conjunto de toda la población,  peor que el virus SARSCOV-2 que hace que nos pongamos mascarilla para besarnos en la boca: el miedo a la muerte, que se traduce en el miedo a contraer el susodicho virus u otro cualquiera que se estile. Con eso juegan.

Nos amenazan ahora con una nueva ola, una tercera ola. Las autoridades sanitarias, llegadas a este punto, se lavan las manos como Poncio Pilatos, y dicen que si  hay una tercera ola la culpa o la responsabilidad, que es la versión laica de la pecaminosa culpa, será exclusivamente nuestra. Y, anticipándose, nos echan la culpa y responsabilizan a nosotros por nuestro previsible mal comportamiento durante las fiestas navideñas, como si la epidemia y sus muertes se debieran a nuestra irresponsable e insolidaria, pésima conducta.