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sábado, 19 de agosto de 2023

El Prado y el prao

    Cualquier gramática del español oficial contemporáneo o cualquier profesor de lengua castellana que se precie nos dice  que el participio de perfecto del verbo hablar es “hablado”, es decir, /abládo/; permítaseme escribirlo con esta grafía que refleja la pronunciación real y sus dos correspondientes faltas de ortografía: sin hache etimológica superflua, y con la tilde en la vocal que carga con el acento paroxítono. Sin embargo, la mayoría de los hablantes de esta lengua, a poco que nos descuidemos y nos dejemos hablar contradiciendo la gramática aprendida en la escuela, diremos /abláo/, cosa que no osaremos escribir nunca  sin la farragosa hache y sin el fonema oclusivo dental sonoro /d/, que en nuestra lengua hablada ha desaparecido prácticamente en posición intervocálica en final de palabra,  so pena de ser tachados de incultos.


 
 Museo de El Prado
    Casi nadie, en efecto, por poner otro ejemplo, dice en España /el prádo/, a no ser que se refiera a la pinacoteca y museo madrileño, sino /el práo/, y sin embargo ninguna gramática ni léxico recoge todavía que yo sepa este término. Según el Diccionario de la Real Academia el único “prao” que hay es una “embarcación malaya de poco calado, muy larga y estrecha”. 


    Sin embargo, si un inglés nos pregunta por ejemplo cómo se dice “meadow”, “field” o “grass” en castellano, le diremos tentativamente “prado”, una forma aprendida en la escuela que si bien no nos sorprende una vez escrita, víctimas de la alfabetización que hemos padecido en la infancia, les resulta no poco extraña a nuestros castos oídos cuando se la oímos pronunciar a alguien así o a nosotros mismos, si somos capaces de oírnos.


    Los hipercultos tachan la pronunciación de /práo/ de vulgar, porque no corresponde a la forma “correcta”, que es la escrita. La escritura, que era una representación gráfica cristalizada de la lengua hablada en un determinado momento, se convierte así en el modelo impuesto que debe reflejar el habla en cualquier momento, de forma que la escritura no es espejo como originariamente pretendía del habla, sino que, al revés, el habla refleja lo que está escrito, que es lo que está mandado.  La escritura y la gramática dejan de ser descriptivas y pasan a ser prescriptivas.


    Los ultracultos siempre dirán, contra la tendencia natural de los hablantes de esta lengua, /èmos abládo/ y /el prádo/, esforzándose en la pronunciación “como Dios manda” que les imponen la escritura y la gramática escolar. Y este titánico esfuerzo contra natura les llevará a incurrir a veces en el divertido y ridículo fenómeno de la ultracorrección, mediante el cual y so pretexto de adoptar un estilo que les dé prestigio y diferencie del vulgo profano, modificarán la pronunciación que ellos juzgan “degenerada”, prohibiéndose a sí mismos, pongo por caso, las terminaciones en /-áo/ y forzándose a terminarlas siempre en /-ádo/ con la consonante intervocálica bien marcada y sonora, para que se note, llegando a decir en vez de bacalao, sarao, Bilbao y cacao barbaridades tan espantosas como “bacalado”, “sarado”, “Bilbado” y “cacado”.

lunes, 17 de enero de 2022

De los nombres de Dios (gramática periodística terrorista)

(Última hora) Los hombres matan, la poli abate. (Rafael Sánchez Ferlosio)
Estos eran algunos de los titulares de la prensa electrónica que recogí allá por el 20 de agosto de 2018 sobre la noticia de la muerte de un presunto terrorista:

A) Con el verbo “abatir”, como sinónimo y eufemismo de “matar”:
-Por activa:
Los Mossos abaten a un hombre que entró armado en una comisaría gritando “Allahu Akbar” (El diario.es)
Abaten a un hombre al intentar acceder a comisaría Mossos al grito «Alá es grande» (La Razón)
Los Mossos abaten a un atacante que gritaba "¡Alá es grande!" en la comisaría de Cornellà (El español)

-Por pasiva:
El hombre abatido en la comisaría de Cornellà es de origen argelino y gritó con un cuchillo en la mano 'Alá es grande' (Infolibre) 
Abatido un hombre en una comisaria de Cornellá, al intentar asaltarla al grito de “Alá es grande” (Diario16)
Abatido tras intentar asaltar la comisaría de Cornellà al grito de «Alá es grande» (ABC)  
Abatido un argelino que entró en una comisaría de Barcelona al grito de “Alá es grande”. (El Diario Montañés)

B) Con el verbo, más propio, “matar” en activa:
Los Mossos matan a un hombre que entró en una comisaría al grito de “Alá es grande”. (El Mundo y Público coinciden)
Los Mossos matan a un hombre que entró en una comisaría con un cuchillo y gritó: “Dios es grande” (El País).


De los diez titulares 7 utilizan el verbo “abatir” tanto en activa (3, con el sujeto los Mossos: los Mossos abaten) como en pasiva (4). Los siete titulares se han inclinado por un eufemismo, que en las tres primeras acepciones del Diccionario de la Real Academia significa “derribar, hacer caer, tumbar”, y sólo en la cuarta “hacer caer sin vida a una persona o animal”). 

Los cuatro titulares que utilizan el participio de perfecto pasivo “abatido” omiten y por lo tanto ocultan el complemento agente “por los Mossos” que debe sobreentenderse y deducirse de la mención que hacen del lugar donde se ha producido el suceso: “una comisaría de Cornellá (tres titulares) y de Barcelona (un titular). Podemos concluir que un setenta por ciento presentan la noticia ocultando el hecho de que la policía de la Generalitat, los Mossos d'Esquadra, ha matado a un hombre (7 titulares), a un atacante (1 titular), a un argelino (1 titular) a un “sustantivo animado masculino singular” (1 titular). La voz pasiva periodística se emplea, precisamente, para ocultar el complemento agente, bien porque se sobreentiende, bien porque se desconoce, bien porque no se quiere resaltar, sino ocultar bajo un tupido velo de silencio.

Sólo tres titulares de los diez, un treinta por ciento, usan el verbo apropiado “matar” y lo hacen en voz activa: “Los Mossos matan”. Impecablemente correctos los tres titulares, que corresponden a El Mundo, Público y El País. Los tres coinciden en que el muerto -en alguna cadena televisiva que no recuerdo escuché el eufemismo "neutralizado"- es “un hombre”, sin especificar su origen argelino. Los tres coinciden en que el hombre “entró en una comisaría”. El País puntualiza “con un cuchillo”.

Todos los titulares dicen que la víctima, que algunos se atreven ya a considerar el presunto terrorista, gritó algo: “Alá es grande” (8 titulares), “Allahu Akbar” (1 titular) y “Dios es grande” (1 titular).

 Medallón de Santa Sofía, Estambul, con la inscripción "Allahu Akbar"

Hay que destacar que el grito debió de ser en lengua árabe, como dice el titular de Eldiario.es “Allahu Akbar”, en árabe y leído de derecha a izquierda الله أكبر, donde Allāhu es el nominativo de Alá (Dios), y la forma akbar el superlativo del adjetivo Kabir «grande», es decir «más grande», por lo que la traducción correcta no sería “Alá es grande” sino “Dios es el más grande”.

Sí, hay que traducir "Alá" por Dios, que es lo que significa. El País es el único que traduce "Alá" por Dios, pero lo hace sólo en la portada, porque en la página interior se arrepiente y lo modifica: Los Mossos abaten a un hombre que entró en la comisaría de Cornellà al grito de “Alá es grande”.

Indudablemente, el mejor titular desde un punto de vista informativo es el de El País, pero el de la portada, porque traduce el grito perfectamente al castellano: “Dios es grande”. 

Esto me recuerda a una aguda consideración que hacía Maurizio Bettini en su Elogio del politeísmo (publicado entre nosotros por Alianza editorial en 2016): “En éstas, en efecto, (se refiere a las religiones monoteístas) la divinidad no se distingue por un nombre propio, sino por un nombre común”. Lo que sucede es que un nombre común “dios” asume en las religiones monoteístas del libro el papel de nombre propio, porque al haber sólo uno en absoluto, exclusivo y excluyente, se escribe con mayúscula: Dios, anulándose la oposición nombre común/nombre propio.

Ya lo decía Minucio Felix en latín allá por los siglos II o III de nuestra era: “Nec Deo nomen quaeras; Deus nomen est: no le busques un nombre a “dios”: su nombre es “dios”. Y como nombre común que es, aunque ascendido a la categoría de nombre propio,  puede traducirse a otras lenguas: así decimos God en inglés, Bog en ruso, Dío en italiano, Dieu en francés... y Alá en árabe. 

Considera Bettini que dado que tanto en el cristianismo como en el islam la divinidad monoteísta lleva el nombre de “Dios” parece “obvio concluir que ambas religiones adoran, en realidad, al mismo dios”. Aunque reconoce que “cuesta trabajo admitir que la divinidad llamada por los musulmanes Alá, es decir, “el Dios”, sea la misma que los cristianos llaman “Dios”, aun cuando se le asigne de hecho el mismo nombre.” Pero así son las cosas.