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viernes, 25 de noviembre de 2022

De la Gran Farmacopea

    Nunca se ha hablado tanto de publicaciones científicas de estudios revisados por pares como durante estos dos últimos años y medio de pandemia. Cada dos por tres nos sacaban los medios de (in)formación de masas algún estudio de tal o cual universidad que había descubierto tal o cual cosa. 
 
 
    Es verdad que John P. A. Ioannidis nos había advertido ya desde 2005 en su artículo Why Most Published Research Findings Are False  que la mayoría de los hallazgos de investigación eran falsos debidos a muchos factores que analizaba, afirmando, por ejemplo que cuanto mayores eran los intereses y prejuicios financieros y de otro tipo en un campo científico, era más probable que los hallazgos de la investigación fueran falsos (él lo decía al revés, que era menos probable que los hallazgos de la investigación fueran ciertos). Y comentaba algo que no es ningún secreto y que se ha visto confirmado en la actualidad:  que los conflictos de intereses eran bastante comunes en la investigación biomédica.
 
      Hay que celebrar entre tanta avalancha de estudios científicos la reciente publicación el 21 de octubre del presente año del artículo, revisado por pares, de Fabien Deruelle, investigador independiente sin conflicto de intereses, The pharmaceutical industry is dangerous to health. Further proof with COVID-19, que no tiene desperdicio y lo dice todo para que nadie se lleve a engaño ya desde su mismo título. Más claro, agua: 'La industria farmacéutica es peligrosa para la salud. Más evidencia con COVID-19', donde todas las tesis que fueron tachadas de negacionistas adquieren su estatuto de científicas, y todas las afirmaciones sostenidas por los gobiernos y los medios de (in)formación de masas relativas a confinamientos, mascarillas, tests de contagios, distancia social y vacunación se ven refutadas. Algo de lo que no nos han advertido las autoridades sanitarias, y deberían haberlo hecho:
 

    Especialmente interesante es el diagrama que resume en líneas generales el estudio de Deruelle, donde llaman la atención dos aspectos: la relación de la Industria Farmacéutica con la Ciencia bajo su control, convertida en un artículo de fe, con la Religión -recordemos la alocución del Papa predicando que la inoculación era un acto altruista de amor, como si se tratara de un nuevo sacramento, y la obligatoriedad de dicha medida dentro del Estado Vaticano a todos sus súbditos- y la colaboración con el estamento militar a través de la agencia DARPA, un departamento responsable de la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías para uso militar. En el artículo, que se puede leer en español, se da cuenta de todos estos puntos y de muchísimos otros de interés.
 

     El artículo de Deruelle expone que la industria de la producción de fármacos, que no es la hermanita de la caridad y el amor hermoso que algunos ingenuos podían creer, ha tomado control de la ciencia desde hace décadas, como hizo la industria tabaquera a partir de los años cincuenta para predicar las bondades del tabaco. 
 
    Según Deruelle, la industria de la gran farmacopea ha realizado prácticas -algunas criminales- que, en el caso de COVID, -sigo la síntesis que hace de su artículo Karina Acevedo- “incluyen la tergiversación de resultados experimentales, la falsificación de ensayos clínicos, el hacer inaccesibles datos, mantener escondida la evidencia de sus ensayos clínicos sobre los efectos adversos de sus productos, la falta de información sobre la composición de sus productos, métodos experimentales inadecuados; conflictos de interés con gobiernos y organizaciones internacionales; sobornos a médicos; denigración de médicos y científicos; obliteración de todos los tratamientos efectivos; censura; uso de técnicas de modificación conductual e ingeniería genética para obligar a la realización de medidas que no sirven para lo que dicen que sirven. Por eso realizó un análisis de la literatura con la que demostró que el conocimiento está siendo manipulado con fines económicos y de control sobre salud pública."
 

    Dado que la industria de la farmacopea ha fomentado la información científica que económicamente le interesaba, ha tenido que acallar los puntos de vista alternativos y diferentes. En los medios de (in)formación de masas a su servicio se hablaba de un falso consenso de la Ciencia, un consenso que nunca ha existido. En consecuencia, las leyes y medidas implementadas, que se han originado a partir de la ciencia médica controlada por la industria farmacéutica, se han vuelto una amenaza seria para la salud y las libertades formales de la gente, que se han visto gravemente amenazadas y perjudicadas.