domingo, 30 de marzo de 2025

Horario estival

Horario estival:
Hay una hora menos hoy: 
¿Dónde podrá estar?
¿Quién nos la devolverá
si se la comió el reloj?
 

    El horario de verano que adoptará, si Dios no lo remedia, nuestro país entre otros con la intención de mejorar la eficiencia energética y el ahorro habrá entrado en vigor, se quiera o no se quiera, hoy 30 de marzo del año del Señor de 2025, que es el último domingo del mes, cuando a las dos de la madrugada sean por Real Decreto del Boletín Oficial del Estado las tres, robándonos una hora de las veinticuatro que debería tener el día, hora que, dicen, nos devolverán, Dios mediante, el último domingo de octubre, que tendrá veinticinco horas en lugar de las veinticuatro reglamentarias, cuando nos impongan el horario de invierno. 
 
    A la inminente llegada de la primavera, que es un fenómeno natural recurrente aunque difícil de precisar por el cambio climático, le acompaña el ritual artificial del cambio de hora que muchos de nuestros dispositivos electrónicos habrán efectuado automáticamente a estas alturas, aunque nuestros alicaídos ritmos vitales tarden algo más en ajustarse a esta imposición cronometrada. 
 
 
    El cambio de hora coincide con la llegada del florecimiento, una estación en la que muchas personas experimentan la llamada "astenia primaveral", un conjunto de síntomas que incluye cansancio vital, dificultad para concentrarse por obra y gracia de los numerosos medios de distracción masiva, alteraciones del sueño y cambios en el estado de ánimo. 
 
    Hay voces autorizadas que piden la abolición del horario de verano, ya que creen que perder una hora de sueño en primavera puede provocar cansancio en gran parte de la población, lo que podría incrementar los accidentes de tráfico in itinere que podrían llegar a ser mortales. Al mismo tiempo, existe evidencia de un mayor riesgo de eventos cardiovasculares, conductas suicidas y un incremento general de la mortalidad. 
 

    Y hay otras voces no tan autorizadas pero que surgen de lo más hondo que lo que piden es la abolición del tiempo cronometrado, tanto del reloj como del calendario, haciendo especial hincapié en la supresión de la jornada laboral (y del trabajo asalariado que es la moderna forma del viejo ejercicio de la prostitución, el oficio más viejo del mundo), que no basta con reducirla media hora para reforzarla y que siga existiendo como tal aligerándola treinta minutos y cobrando el mismo sueldo que si se hubiera computado como hora integral, como pretenden los sindicatos y el gobierno progresista, y en la supresión de la semana, esa pescadilla de enroscar que se muerde la cola y que nunca termina por mucho que celebremos el fin de la semana que nunca finaliza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario