Para el Día de la Felicidad:
Resulta sarcástico que la ONU, que es la mayor organización política
internacional de nuestro mundo, declare una fecha anual, el 20 de marzo, Día Internacional de la Felicidad: international day of happiness, en la lengua del Imperio. Antes de ponerse a celebrarlo a bombo y platillo sin ningún criterio, habría que preguntarse Socratico more
qué es la felicidad, no vaya a ser que festejemos sin ton ni son sabe
Dios qué embeleco fantasmagórico. ¿Qué es, en efecto, la felicidad de verdad, la verdadera
felicidad, no la moto que nos venden, no esos numerosos sucedáneos que
se compran en los centros comerciales, torpes simulacros?
Y,
lanzada la pregunta al aire, deberíamos reconocer humildemente que
"saber, nada sabemos", no sabemos qué es la felicidad, por lo que no
podemos celebrarla alegremente sabiendo lo que estamos celebrando, como
nos gustaría, pero, en cambio, sí intuimos que, sea lo que sea, choca
visceralmente con la realidad del mundo que nos toca vivir. La felicidad
es imposible precisamente porque es incompatible con la realidad. Son
antitéticas, la una es negación de la otra y viceversa. Nosotros
mismos, en cuanto seres reales que somos, valga la redundancia, no
podemos ser felices, así de claro y sencillo, señores y señoras de la
Organización de las Naciones Unidas. ¿Qué diablos estamos celebrando entonces con una sonrisa tan bobalicona?
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