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miércoles, 18 de octubre de 2023

Es bueno sentirse mal

    Si creíamos que ya lo habíamos oído todo dentro de la nueva anormalidad o subnormalidad en la que vivimos o, mejor, nos viven, después de aquel oximoro del "enfermo asintomático", estábamos muy equivocados. Faltaba algo más todavía. Y ese algo es lo siguiente: es bueno sentirse mal. O, si se quiere, en versión del eslogan del revolucionario ruso Nikolái Chernyshevski, cuyos escritos inspiraron a Lenin: Cuanto peor, mucho mejor.
 
     No lo digo yo. Lo dice una revista tan prestigiosa y tan desprestigiada al mismo tiempo por publicar artículos como este como National Geographic: It’s good to feel bad after your COVID shot. New research suggests that the worse your symptoms are after getting the COVID-19 vaccine, the better. Para que se entienda mejor, en castellano: "Es bueno sentirse mal después de la vacuna contra el COVID. Una nueva investigación sugiere que cuanto peores sean sus síntomas después de recibir la vacuna COVID-19, mejor."
 

      El artículo habla de un tal Jeremy Warner, oncólogo de la Universidad de Brown en Providence, Rhode Island, que se ha dejado inyectar la friolera de seis veces el suero contra la enfermedad del virus coronado. El susodicho doctor, para mantener protegidos a sus pacientes, se arremanga y expone el deltoides al pinchazo de turno tan pronto como la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU.) recomienda una nueva dosis o refuerzo, pero teme las consecuencias, porque después de cada chute, Jeremy  experimenta fiebre, dolores de cabeza, escalofríos y dolor e hinchazón en las articulaciones junto con la sensibilidad esperada en el lugar de la inyección. "Lo peor fue el segundo pinchazo que duró dos o tres días", recuerda Warner.
 
    Pero Jeremy Warner ya no tiene que preocuparse. La buena noticia es que un reciente estudio (aún no revisado por pares) revela que más efectos secundarios podrían ser beneficiosos porque reflejan una mayor producción de anticuerpos que combaten el virus después de la vacunación. Cuantos más síntomas reportan las personas, mayores son sus niveles de anticuerpos, es decir, sus defensas contra la enfermedad del virus, dice el director del despropósito. 
 
    Para las eminencias de la investigación: "Los efectos secundarios muestran que la vacuna funciona, porque algo tiene que hacer efectivamente en nuestro organismo". Lo que está fuera de dudas y no se discute es que las vacunas contra la enfermedad del virus coronado son abrumadoramente seguras y eficaces (COVID-19 vaccines are overwhelmingly safe and effective). 
 
  
     Aunque los síntomas pueden ser desagradables y molestos  (fiebre, escalofríos, dolor muscular, náuseas, vómitos, dolor de cabeza y/o fatiga moderada a severa), los datos de los que disponen los autores del estudio proporcionan la evidencia científica de que el sistema inmunológico está haciendo lo que debe hacer. Es una buena señal. Dicho en términos generales, cuantos más síntomas presente el cuerpo tras la vacuna covidiciosa -no vamos a llamarlos efectos adversos, dicen-, mucho mejor y más adecuada respuesta de anticuerpos.
 
    Ahora bien, puede preguntarse alguien: Si uno se ha dejado pinchar y no ha tenido síntomas ¿está por eso acaso menos protegido? Los encargados del estudio, dicen que de ninguna manera, que uno en ese caso puede estar tranquilo, porque, si se ha dejado inocular, está protegido de la hospitalización y de la muerte. Ha habido, reconocen los autores, muchas personas que informaron síntomas leves o ningún síntoma y tenían elevados niveles de anticuerpos neutralizantes. 
 
    A pesar de la posibilidad de que se presenten síntomas incómodos, los científicos enfatizan que las personas no deben tener miedo a las vacunas covidiciosas. Pero si alguien presenta síntomas muy graves después de recibir la vacuna, no debe dudar en buscar urgentemente la atención médica, advierten los responsables, por si acaso. 
 
     "Los riesgos de contraer COVID, o potencialmente una enfermedad mucho más grave, si cabe, son probablemente mucho peores que los síntomas desagradables que experimentan las personas cuando se vacunan", dicen. Así que si bien Jeremy Warner, el oncólogo de la Universidad de Brown, detesta recibir cada inyección de COVID, quien, según dice, no lo hace por él -por él no lo haría- sino por sus pacientes y seres queridos con quienes entra en contacto, ahora, gracias a National Geographic sabe que cuanto más jodido se sienta después de cada pinchazo, mucho mejor. Si le da un ictus o un ataque al corazón, está de suerte: sus niveles de protección frente a una enfermedad inexistente son óptimos.