Mostrando entradas con la etiqueta Saturno. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Saturno. Mostrar todas las entradas

sábado, 11 de julio de 2020

De la confusión entre Krónos y Chrónos

Cicerón en su tratado teológico De natura deorum (libro II, capítulo 25) afirma: "(Hablando de Saturno, al que los griegos denominaron) ...Krónos, que es lo mismo que chrónos, esto es, espacio de tiempo)."  Para un romano culto como Cicerón la confusión de estas dos palabras inicialmente distintas, la primera un  nombre propio y la segunda común, era patente por la práctica homofonía si se exceptúa la ligera aspiración del término griego chrónos que lo diferencia de crónos, que no la tiene.  


Una ilustración de Vicenzo Cartari 1615 en Las verdaderas y nuevas imágenes de los dioses de los antiguos muestra la conflación entre Saturno y el Padre Tiempo. Tienen en común que ambos están desnudos, ambos están de pie y ambos tienen barba. Crono/Saturno, a la izquierda, está caracterizado con la hoz que le dió su madre Gea/Tierra, símbolo sin duda agrícola de poda de cultivos, especialmente de la viña, y de cosecha de cereales, por lo que simboliza el paso de una sociedad paleolítica de cazadores-recolectores nómadas a otra neolítica de agricultores-ganaderos sedentarios, con la que castró a Urano, y Tiempo, a su derecha, por el doble par de alas a sus espaldas. Gracias a esta fusión el tiempo adquirirá la hoz o guadaña en otras versiones y será sinónimo de destrucción y muerte. (Y, andando el tiempo, nunca mejor dicho, la hoz, convertida en guadaña, será símbolo de la Parca, o sea, de la Muerte medieval).

En griego tenemos dos palabras para referirnos al tiempo aión (eón o aión, αἰών, en griego arcaico αἰϝών) y chrónos, similares a las latinas aeuom y tempus respectivamente: la primera representa el tiempo como eternidad, como algo continuo y eterno, y la segunda como algo discontinuo y propiamente temporal. El tiempo era un dios bicéfalo o bifronte, como un Jano romano, el dios de las puertas, que abre el calendario y da nombre al mes de enero (Ianuarius), que mira hacia el pasado y el futuro. Esta distinción entre palabras se ha perdido en las lenguas modernas, donde solo disponemos de una para referirnos a dos cosas muy distintas entre sí: tiempo, time, temps, Zeit...


Saturno, identificado ya como dios del Tiempo, aparece en una ilustración de Cartari con el uróboro o serpiente que se muerde la cola que representa la eternidad o tiempo cíclico, es decir, como Aión/Eón más que como Chrónos.

Con la identificación de Crónos (Saturno) con Chrónos (el tiempo), aparece el tiempo propiamente dicho. En el relato de la Edad de Oro de Ovidio, cuando reinaba Saturno, no había propiamente tiempo, pero, una vez destronado este por su hijo Júpiter o sea Jove, hace su aparición propiamente el año con sus cuatro estaciones en la Edad de Plata: Luego que el mundo, echando a Saturno al lóbrego Tártaro, / era de Júpiter, hubo la raza de plata llegado / que era más vil que la de oro, más noble que el bronce arrubiado. / Jove restó duración al vernal buen tiempo de antaño, / y entre inviernos y estíos y otoños desigualados / y una fugaz primavera, partió en cuatro tramos el año. (Metamorfosis I, vv.113-118). 
 

Saturno ha desaparecido, y con él la Edad de Oro, que los romanos intentaban recuperar periódicamente en las fiestas saturnales, y, con su desaparición, aparece el Tiempo, es decir, Crónos se convierte en Chrónos, el portador del tiempo cronometrado. Es como si hubiera sufrido una metamorfosis para convertirse en lo que no era. Crónos impedía que el tiempo se dividiera en tramos, Chrónos ha traído el calendario al mundo, y con él, somos expulsados del paraíso de la Edad de Oro y condenados al tiempo, representado a veces como un can Cérbero tricéfalo que mira al pasado, presente y futuro. Hemos entrado en la historia.