jueves, 8 de mayo de 2025

El Papa ha muerto: ¡Viva el Papa! (y II)

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    Ya el conservador Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) nos advertía en 1922, hace poco más de cien años, sobre las terribles consecuencias de permitir que la autoridad científica dicte las ordenanzas sociales y políticas, y criticaba las implicaciones éticas ligadas a la idea de "mejorar" la humanidad, lo que puede sernos útil en estos tiempos de tanto alarde progresista. Se rebelaba así contra la tiranía de la Ciencia que ejerce gubernamentalmente su dictadura, imponiendo su Credo in unum Deum que se predica en las escuelas y que se impone aplicando multas y en los casos más extremos penas de prisión a los herejes, tachados despectivamente de aprendices de brujos, el credo que se proclama no en sermones sino en estatutos y reales decretos y decretos-ley a través en nuestras Españas del Boletín Oficial del Estado y sus diecinueve boletines autonómicos subsidiarios, un credo que, basándose en la teoría de la evolución, había llevado a proclamar la locura de la eugenesia contra la que se sublevaba.

Caricatura de G. K. Chesterton.
 
    Escribía Chesterton: El Materialismo es realmente nuestra Iglesia establecida; pues el Gobierno realmente la ayudará a perseguir a sus herejes. La vacunación, en sus cien años de experimentación, ha sido casi tan discutida como el bautismo en sus aproximadamente dos mil años. Pero a nuestros políticos les parece bastante natural imponer la vacunación; y les parecería una locura imponer el bautismo.
 
    Interesantes los paralelismos que trazaba entre la vieja Iglesia y la nueva, y entre la vacunación obligatoria que impone la política sanitaria de nuestro tiempo, que pretende salvar vidas de la muerte, y la política religiosa de las aguas del bautismo, que pretendía salvar almas, inmortales como eran, de la condenación eterna a los suplicios del infierno.
 
    Por eso, elija la Paloma, o sea el Espíritu Santo, democráticamente al Papa que elija, ya sea progresista o retrógrado, va a equivocarse: la elección, cualquier elección, por muy democrática que sea, es errónea porque ya está tomada, porque sólo se cuestiona su orientación, no su existencia. Y cuando queda vacante la sede, corren enseguida a elegir nuevas posaderas que se asienten en ella, no vaya a ser que quede horro el trono pontificio.
 
 
   Pero salga lo que salga de la encerrona vaticana, la paloma se habrá equivocado. Tendremos Papa, seguiremos con el pontificado a cuestas y con la vieja institución que el Jesús histórico nunca pretendió fundar, y que sus seguidores cristianos crearon en su nombre. Ya lo intuyó, de alguna forma, el poeta Rafael Alberti en su poema La Paloma (1941):  Se equivocó la paloma, / se equivocaba. / Por ir al norte, fue al sur, / creyó que el trigo era el agua. / Creyó que el mar era el cielo, / que la noche la mañana. / Que las estrellas, rocío, / que la calor, la nevada. / Que tu falda era tu blusa / que tu corazón, su casa. / (Ella se durmió en la orilla, / tú en la cumbre de una rama).

1 comentario:

  1. De acuerdo en todo, pero no veo la relación del poema de Alberti con la elección del papa. (Diego)

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