Durante la pandemia era desolador contemplar el vacío de las calles, la soledad de las calles, la desolación de las calles: vacío, soledad, desolación. La calle, el espacio público, se había convertido de la noche a la mañana en una fuente de contagio. Se nos recluía en nuestra privacidad bajo arresto domiciliario y las autoridades sanitarias decían que era por nuestro propio bien. Era como un castigo, como cuando de pequeños nuestros padres nos castigaban sin salir de casa, sin poder ir a jugar, sin poder echarnos a la calle...
Fuera había peligro de muerte. Estaba en el aire, que así se volvía irrespirable. La consigna más coreada era "Quédate en casa". Si por alguna razón había que salir para hacer acopio de víveres o por cualquier otra necesidad, había que hacerlo con la debida justificación enmascarado y guardando la distancia de seguridad establecida con los otros. El virus eran los otros, y los otros éramos nosotros.
Al mismo tiempo, se instauraba la vigilancia del vecindario desde las ventanas y balcones. Se denunciaba a quien osaba romper el confinamiento. Las cámaras de vigilancia, silenciosas, hacían su labor.
La calle, que había constituido hasta entonces la red social y había sido el ágora y el foro en el que se hablaba, se encontraba uno callejeando con los demás y quizá también consigo mismo al dejar que los demás lo encontraran a uno, se caminaba, se paseaba, se soñaba, se trabajaba o se sufría, se hallaba por orden gubernamental deshabitada.
En otros tiempos las calles y los parques estaban llenos de vida, eran la segunda vivienda de la gente, que pasaba gran parte de su tiempo en la calle, fuera de su casa. Ahí jugaban niños y niñas, ahí se tomaba la fresca en verano, se charlaba y se compartían las noticias de lo que ocurría.
La calle era también un espacio de subsistencia, donde las gentes con menos recursos o sin trabajo temporalmente se buscaban la vida a través de la venta ambulante (siempre perseguida tanto entonces como ahora), la recogida de chatarra, el afilado de cuchillos, la venta de pequeños hurtos o la prostitución de quienes tenían que "hacer la calle".
Pero las calles se han convertido en carreteras para el tráfico rodado. Los coches se han apoderado de ellas, tanto para circular como para su estacionamiento. Las calles ya no son un lugar de encuentro ni de juegos infantiles en las ciudades.
Y las calles, los espacios públicos, se convertían en espacios publicitarios: las grandes marcas comerciales y los partidos políticos las ocupaban con sus mensajes que incitan al consumo compulsivo de inutilidades y con consignas propagandísticas durante las «fiestas electorales».
Finalizado el experimento de la pandemia, se diría que las calles han vuelto a ser lo que eran, pero no es verdad, porque la gente ya no es como era: hemos cambiado mucho. No hemos salido ilesos y sin magulladuras. Poco a poco, la gente se ha ido retirando de las calles, refugiándose en su casa y en la virtualidad de las redes sociales y en los seriales televisivos que nos distraen de la realidad.
Pero es que hay más: Sin duda, la calle se ha convertido en un espacio de control y disciplina gracias a las cámaras de vigilancia, los guardias de seguridad privados en la entrada de bancos y grandes almacenes, y gracias a la policía, que ahora denomina a su labor d entro del estado policial "hacer pedagogía".
Necesito saber si en una sucesión de versos anteriores y posteriores a éste, está bien escrito
ResponderEliminar...
ésa es mi condena,
...
O se escribe sin acento, esa es mi condena
Según la rae ya no se acentúa pero yo creo que sí
La RAE es la que dicta las normas que se imponen a la escritura, y la que decide si se ponen o no se ponen tildes -acentos gráficos-. Tienes razón en que al hablar se acentúa, es una palabra tónica llana, pero la RAE dice que las palabras llanas acabadas en vocal no se acentúan: se escriben sin acento.
EliminarSoy elguantederita
ResponderEliminarUna duda más, en una sucesión de versos aparece lo siguiente:
ResponderEliminar...
uno se se siente muy solo
si no encuentra quién lo ame
...
Ese quién lleva tilde o sería:
si no encuentra quien lo ame
Agradezco tu ayuda.
Según la RAE, se puede escribir de ambas formas, pero quiero saber tu opinión. Un saludo
ResponderEliminarYo lo pondría con acento.
EliminarTe lo agradezco mucho. Mira, esto no se puede contar, pero voy a publicar mi primer libro y estoy nervioso, veo faltas allí donde miro y eso que son poemas que están trabajados y vistos una y otra vez. Hace tiempo te dije que si algún día publicaba te mandaría un ejemplar y eso haré, pero es un regalo envenenado pues lo hago para que me corrijas el poemario, para aprovecharme de alguien que sabe latín.
ResponderEliminarAgradecido te quedo.