martes, 24 de octubre de 2023

¿Seguro e imprescindible?

    Decían que vacunarse era seguro e imprescindible, o sea que no se podía prescindir de ello. Lo decían con un culterano imble, neologismo con el que bautizó Rafael Sánchez Ferlosio a los palabros tan gratos a los políticos profesionales que empiezan por in- ('no', incorporando y asimilando la negación) y acaban por -ble (sufijo latino *-dhli, que evoluciona a -bili-s, y da pie a una serie muy productiva de adjetivos, como stabilis, por ejemplo, origen de nuestro 'estable', cuyo paradigma sería imposible). Vienen los políticos con estos imbles a decirnos que no hay alternativa, que no hay posibilidad de hacer algo que no esté ya hecho, vamos, que es imposible, o dicho en román paladino: que no puede ser. 
 
     Hace años vi un documental sobre el adoctrinamiento televisivo en Corea del Norte, y este anuncio de la Comunidad de Madrid me lo ha traído inevitablemente a la memoria.No sé si me explico.
 
 
 
    Que vacunarse era seguro y que no podía prescindirse de ello porque era im-prescindi-ble es lo que decía el grupo de expertos (y expertas) científicos (y científicas) de renombre mundial, cuyos nombres propios son, para que conste la fechoría: Ana Rosa Quintana (“No hay que tener miedo a vacunarse, hay que vacunarse”), Rafael Álvarez El Brujo (”Vacunarse es seguro e imprescindible”), Susana Griso (“La vacuna es la solución, hay que vacunarse”), Enrique Cerezo (“Vacunarse es seguro y es imprescindible”) Carmen Lomana (“No tengáis miedo, la vacuna es segura. “, Antonio Resines (“No hay que tener miedo a la vacuna, hay que vacunarse”), Fabiola Martínez (“La vacuna es la solución, hay que vacunarse”), Joaquín Prat (“No hay que tener miedo a la vacuna, hay que vacunarse”), Pepa Muñoz (“Vacunarse es seguro y es imprescindible”), Emilio Butragueño (“Debemos vacunarnos, es la mejor solución Belén Esteban (“Vacunarse es seguro y, sobre todo, es imprescindible. Todo el mundo a vacunarse.)” 
 
 
      Destaca Carmen Lomana, con su mascarilla negra y personalizada con unos brillantes -¿o son diamantes?- en forma de C, que es la inicial de Carmen, que le dan un aire islámico de musulmana que cubre su rostro, aunque no su rubia cabellera, porque, al parecer, no le basta el pinchazo o pinchazos que se habrá puesto para inmunizarse y no contagiarnos, y prefiere, predicando con el ejemplo para que cunda, embozalarse para que en boca cerrada no le entren las moscas. 
 
 
   Si igual que las elecciones democráticas el vacunarse verdaderamente sirviera para algo bueno, estaría prohibido, no nos quepa la menor duda de ello. 
 
     O, por usar otro símil, el Ejército, al igual que la industria armamentista, trabaja tanto por la paz y para la paz como la industria farmacéutica que está detrás de esta exhortación a vacunarse porque es seguro e imprescindible trabaja por y para la salud.
 
      Destaca finalmente la que fue denominada al modo de Lady Di "la princesa del pueblo", Belén Esteban con su traca final animando a todo el mundo a vacunarse.
 
 

     Que este despropósito lo haya hecho (y sufragado) la Comunidad de Madrid es lo de menos. No es más que uno de los muchos ejemplos de la publicidad que pululaba por por la mayoría de los países occidentales acaudillados por la OMS. Si tiene algo de notorio y significativo es que ha sido sufragado por "el ente autónomo último, el puro y sincero", como dice el himno de dicha Comunidad, donde reside la villa y la corte, y la capital de todas las Españas.

 
    Estos personajes de la farándula de la sociedad del espectáculo nos venden la vacuna -la idea de que es segura e imprescindible- como si nos estuvieran anunciando un champú o un crecepelo para los calvos. 
 

      A ver qué excusa pone esta panda cuando se vea, como se está viendo ahora a gran escala, las consecuencias de estos experimentos y ya no puedan taparlas... Repiten todos como cotorras el guion que les marca el pagador: "seguro" e "imprescindible" como si fuera un mantra religioso al mismo tiempo que científico -la Ciencia es la moderna religión del siglo XXI, el nuevo opio del pueblo que diría Carlos Marx si resucitara-.
 
    ¿Qué van a decir ahora estos personajillos cuando hasta el fabricante de esas vacunas (Pfizer) ha reconocido en una nota de prensa que su mágico producto causa miocarditis y pericarditis y cuando todos sabemos, habida cuenta de lo que ha sucedido y a la vista está de los numerosos efectos adversos que incluyen la muerte, hubiera sido mejor prescindir de ellas?

    "Seguro e imprescindible" no es una mentira, son dos.

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