Deseamos que llegue el finde, el fin de semana, el fin de mes, el fin de año, el fin del curso, el final feliz de la película de nuestra vida:
-que llegue el fin de semana para
descansar, desconectar de la rutina y recargar las pilas, libres de la
condena del trabajo, que es la cara moderna de la antigua esclavitud
abolida de la faz del mundo para seguir subsistiendo bajo nuevas
formas;
-que llegue el fin de mes, que
económicamente hablando supone la recompensa del asalariado, el
estipendio, es decir, aquello en que se convierte nuestra vida cuando
cobramos por nuestra prostitución a mes vencido el sueldo que debería
alcanzarnos hasta el próximo fin de mes y que sólo nos durará unos
días…
-que llegue el fin de año para
celebrarlo con burbujas espiritosas de champán con las que damos
carpetazo y hacemos borrón y cuenta nueva, dispuestos a que el año que
comienza sea de verdad un año nuevo y no, lo que acabará inevitablemente
siendo, una repetición de lo mismo de siempre;
-que llegue el fin de curso para
celebrar la ceremonia de graduación con la que nos autoengañamos
creyendo que hemos llegado a la meta final del tópico "merecido
descanso";
...cuando lo que en realidad queremos
y estamos pidiendo a gritos desde las entrañas del alma y el fondo del
corazón es el fin del tiempo que es esencialmente futuro: el fin de la
semana, el fin del mes y el fin de todos los años que pretenden computar
el paso del tiempo, así que ¡feliz fin de semana, por lo pronto, y
feliz fin de mes y feliz fin de año, todo junto, y, si fuera posible,
ojalá lo sea, feliz fin del tiempo también cronometrado!
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