Según han difundido en varios idiomas las redes sociales de pescar incautos (y de pesca de arrastre, según la viñeta de El Roto), al jerarca nazi Hermann Göring se le preguntó en el tribunal de Nüremberg: “¿Cómo lograsteis que el pueblo alemán aceptara todo esto?”, a lo que habría respondido: “Si puedes imaginar una forma de asustar a la gente, puedes obligarla a hacer lo que quieras”, lo cual, según los verificadores que tanto pululan de dichos y hechos, por ejemplo los de la Agencia France Presse, es rotundamente falso. La AFP recibió, por cierto, cuatrocientosmil dólares de la USAID, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional. Estos verificadores o fact-checkers, como entre nosotros Maldita.es ('periodismo para que no te la cuelen') o Newtral.es ('periodismo, fact-checking, tecnología y datos'), son los nuevos tribunales de la inquisición que deciden lo que es verdadero y lo que falso. Lo haya dicho o no lo haya dicho tal cual un jerarca nazi, no deja sin embargo de ser verdad o, por lo menos, no muy falso. Veámoslo.
Efectivamente, parece que nunca dijo eso en el proceso de Nüremberg. Sin embargo, el dicho no está muy lejos de lo que pensaba (y no carece de sentido, como se demostró durante la pandemia obligando a la gente a encerrarse y amordazarse asustándolas con un virus que no era tan fiero, ni mucho menos, como nos lo pintaban). Hay problemas con la traducción de sus palabras. Efectivamente, si nos ponemos puntillosos, no es lo mismo exactamente esclavizar a las personas que obligarlas a hacer lo que quieran los mandamases, pero tampoco está muy lejos lo uno de lo otro.
En la conversación que sostuvo el psicólogo penitenciario estadounidense Gustave Gilbert, que tenía libre acceso a todos los presos recluidos en la prisión de Nüremberg, y que recoge en su libro "The Nuremberg Journal" (El diario de Nuremberg) publicado en 1947, y que contiene entrevistas con todos los acusados, así como resúmenes de los juicios, Hermann Göring, el jerarca nazi, afirmó literalmente: Naturalmente, la gente común no quiere guerra, ni en Rusia, ni en Inglaterra, ni en América, ni en Alemania. Eso es comprensible. Pero, al fin y al cabo, son los dirigentes del país los que determinan la política y siempre es sencillo arrastrar al pueblo, ya sea en una democracia, en una dictadura fascista, en un sistema parlamentario o en una dictadura comunista.

Cuando se le replica que el pueblo tiene capacidad de decisión en el régimen democrático, Göring argumenta: “La gente siempre puede ser llevada a defender a sus líderes. Eso es fácil. Todo lo que tienes que hacer es decirles que están siendo atacados y denunciar a los pacifistas por su falta de patriotismo y por exponer al país al peligro. Funciona igual en cualquier país.
Sus declaraciones en la entrevista con Gilbert guardan algunos paralelismos con el párrafo difundido en redes. Es verdad que se refiere en concreto al apoyo de la gente a la guerra, no a la posibilidad de obligarla a hacer lo que se quiera en general.
Pero es curioso que Göring reconoce que la gente normal, común y corriente, no quiere la guerra en ningún país, es decir, que la guerra es algo que la gente no quiere, y, sin embargo, es posible arrastrarla a ella, basta con engañarla, como en efecto sucedió, por ejemplo con la existencia de armas enemigas de destrucción masiva en Iraq durante la Guerra del Golfo, y sucede de ordinario, en cualquier régimen político, incluido el democrático.

El jerarca nazi se suicidó el 15 de octubre de 1946, horas antes de su ejecución, ingiriendo cianuro de potasio.