Mostrando entradas con la etiqueta memento mori. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta memento mori. Mostrar todas las entradas

domingo, 3 de enero de 2021

Memento mori

Al punto traen dos ánforas de vidrio cuidadosamente selladas, en cuyo cuello habíase puesto un marbete con esta nota: “FALERNO DE OPIMIO, DE CIEN AÑOS”. Mientras leemos el letrero, palmeó Trimalción y, -¡Vaya! pues resulta –dijo- que vive más un vino que los pobres humanos. Por tanto, mojemos el gaznate. El vino es vida.  Os estoy ofreciendo legítima cosecha de Opimio (1). Ayer no lo puse tan bueno, y cenaban conmigo personas mucho más distinguidas.

Mientras bebíamos, pues, y considerábamos atentamente estas exquisiteces, trajo un esclavo un esqueleto de plata, articulado de modo que coyunturas y vértebras movibles se doblaban en todas direcciones (2). Una y otra vez lo arrojó sobre la mesa; de esta suerte sus charnelas movedizas ofrecieron diversas figuras. Continuó entonces Trimalción:
-¡Ay, pobres de nosotros! que todo hombrezuelo es nada! Así seremos todos, luego que nos lleve el Orco. Vivamos, pues, en tanto que podemos ir tirando (3).
 (Petronio, Satiricón 34, tr. Manuel C. Díaz y Díaz):

(1) Falernum opinianum. Vino Falerno centenario. La elección del número “cien” y la mención de un cónsul romano, Opimio, que lo fue en el año 121 antes de Cristo, al parecer un año de extraordinaria cosecha, hace que este vino Falerno de la Campania tenga mucho más de cien años de solera. La excentricidad de Trimalción consiste en servir un vino que se usaba sólo para dar cuerpo a otro más joven, como un vino de mesa de reciente añada.

 Copa de Boscoreale, Museo del Louvre.

(2) Laruam argenteam: En latín clásico la palabra larua era bisílaba lar-ua, pero en latín arcaico trisílaba la-ru-a. En principio se denominaba así a las almas de los difuntos convertidas en seres malignos que regresaban a la vida y atormentaban a los vivos para vengarse de ellos en forma de fantasmas, en los que podríamos tal vez encontrar un lejano antecedente de nuestros zombies o biothánatoi. De ahí que laruatus signifique enloquecido como si estuviera poseído por las furias o por las larvas. El significado es, por lo tanto, fantasma, espectro. Se los ha emparentado etimológicamente con los Lares o dioses del hogar, que habrían sido en su origen divinidades infernales convertidas en genios protectores. Atestiguado desde Plauto. El sentido derivado es "espantajo" y "máscara" (en tanto que representación de los vivos).

Como estos fantasmas en las creencias populares no tenían más cuerpo que el esqueleto, larua designó también un muñeco en forma de esqueleto, como en este texto. En castellano actual, larva es la forma primaria que adopta un animal sujeto a transformación o metamorfosis. Aquí, sin embargo, calificado como “de plata” se refiere a un esqueleto de plata, como el que se conserva en Nápoles, procedente de Pompeya, articulado además como el que se describe aquí. Al parecer, no era raro que en los banquetes romanos sacaran a relucir un esqueleto (larua conuiuialis) o algo parecido para recordar a los comensales la fragilidad de la vida humana amenazada por la muerte siempre futura. Los autores griegos Heródoto y Plutarco describen esta costumbre a la que atribuyen un origen egipcio. Trimalción adopta aquí esta moda egipcia. Una copa en el tesoro de Boscoreale de Pompeya muestra varios esqueletos en ella, con la inscripción griega de una máxima de carácter epicúreo y hedonista ζῶν μετάλαβε· τὸ γὰρ αὔριον ἄδηλον ἐστι, esto es “disfruta mientras vivas, pues el mañana es incierto”. 
 
(3) Los versos que recita Trimalción son dos hexámetros y un pentámetro dactílico, que es una combinación no rara en epitafios griegos y latinos de gente inculta, en el sentido de que lo culto es el dístico elegíaco, no el trístico. Así podría sonar en castellano el epitafio:
Pobres, ay, de nosotros ¡qué poca nada es el hombre!
Todos seremos así, una vez que el Orco nos lleve. 
Conque vivamos, bien mientras se pueda seguir. 
 

Este mosaico romano, que representa una “larua” o esqueleto con la inscripción griega de la máxima délfica “conócete a ti mismo”, ha de interpretarse no como una invitación al autonoconocimiento, cosa más que difícil cuando el conocedor es el objeto de su conocimiento, ya que si es harto complicado conocer bien a los demás, mucho más problemático parece que uno llegue a conocerse a sí mismo, sino como “reconócete a ti mismo” en la imagen de este esqueleto que ves, y que representa la forma primaria o básica que adoptarás tras la metamorfosis que sufrirás cuando mueras, es decir, cuando tu esqueleto se haya desangrado y descarnado, lo que significa: acepta tu mortalidad.

El tópico del memento mori o recuerdo de la muerte es una costumbre muy arraigada y un tópico frecuente en los banquetes romanos y en la historia de la literatura y el arte universales: la certeza de la muerte siempre futura es la que anima a los invitados a festejar la vida y a banquetearse aprovechándola al máximo, como si quisieran conjurar así la amenaza pendiente.
En este sentido, abunda también el epigrama de Marcial (V, 64), donde cuenta que al ver desde la ventana de su casa el mausoleo vecino de Augusto, pide que le sirvan unas copas de buen vino Falerno, le pongan hielo para enfriarlo y combatir el calor veraniego, a la vez que perfuma sus cabellos y se ciñe una guirnalda de rosas: el mausoleo tan cerca de Augusto a vivir nos anima, / al mostrar que morir pueden los dioses también.
Pero en realidad el recuerdo de la muerte invita más que a vivir a beber para olvidar la inevitabilidad de la muerte.
 
 
Statim allatae sunt amphorae uitreae diligenter gypsatae, quarum in ceruicibus pittacia erant affixa cum hoc titulo: FALERNVM OPIMIANVM ANNORVM CENTVM. Dum titulos perlegimus, complosit Trimalchio manus et: "Eheu", inquit, "ergo diutius uiuit uinum quam homuncio. Quare tangomenas faciamus. Vita uinum est. Verum Opimianum praesto. Heri non tam bonum posui, et multo honestiores cenabant."
Potantibus ergo nobis et accuratissime lautitias mirantibus laruam argenteam attulit seruus sic aptatam, ut articuli eius uertebraeque luxatae in omnem partem flecterentur. Hanc cum super mensam semel iterumque abiecisset, et catenatio mobilis aliquot figuras exprimeret, Trimalchio adiecit:
"Eheu nos miseros, quam totus homuncio nil est.
Sic erimus cuncti, postquam nos auferet Orcus.
Ergo uiuamus, dum licet esse bene."