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lunes, 8 de marzo de 2021

Tanto monta

 

«Tanto monta» fue el emblema personal del rey Fernando de Aragón, que es abreviación de “Tanto monta cortar como desatar”, que hace referencia al encuentro de Alejandro Magno con el nudo gordiano. Según la leyenda, cuando Alejandro tomó la ciudad de Gordio, en la Frigia, actual Turquía, se dirigió al templo de Júpiter, donde pudo contemplar el carro del rey Gordio y el yugo que estaba amarrado al carro por un complicadísimo nudo inextricable. 

Consultado el oráculo de Apolo por los frigios a quién eligirían rey, pues había quedado el trono vacante al morir el monarca sin dejar descendencia, el oráculo respondió que al primero que entrase en el templo. Sucedió que un tal Gordio, un labrador, entró en él con las coyundas de sus bueyes en la mano, y fue enseguida coronado para dar cumplimiento a la voluntad del oráculo. En agradecimiento dejó en el templo colgadas las coyundas, dándoles un nudo indisoluble, el famoso e inextricable nudo gordiano.

Cedo en este punto la palabra al verso de Sebastián de Horozco que glosa así en su cancionero el lema «Tanto monta cortar como desatar»: Alejandro cuando había / ganado aquella ciudad / que de Gordio se decía, / vio que en el templo había / un carro de majestad, / cuyo yugo estaba atado / con tan ciegas ataduras, / que a ningún hombre crïado / era posible ni dado / desatar sus ligaduras. / Y un oráculo decía / que el que aquéllas desatase / el Asia dominaría, / y señor de ella sería / cuando esto así pasase. / Teniendo por imposible / Alejandro desatarlas, / con su ánimo invencible / hizo la cosa posible / con echar mano y cortarlas. / Y como quien pretendía / el Asia y mundo ganar, / él cumplió la profecía, / que tanto monta, decía, / cortar como desatar. / Y así los antecesores / de nuestros reyes, que hoy son, / por ser tan conquistadores / con hazañas no menores / lo tomaron por blasón.

Había, en efecto, una profecía que decía que quien desatara ese nudo sería dueño de Asia. Alejandro no pudo resistir la tentación. Se puso manos a la obra. Después de luchar en vano contra el nudo y comprobar que no era capaz de desanudarlo pacientemente, lo cortó de un tajo con su espada, y debió de decirse a sí mismo algo así como: “Tanto monta, o lo que es lo mismo, igual da, cortar que desatar”. Poco importa la manera de hacerlo, lo importante es hacerlo como sea, y quizá anticipó un poco a Maquiavelo por aquello de que el fin justifica los medios.

Se cuenta que fue el maestro Antonio de Nebrija quien sugirió al rey Fernando el nudo gordiano como símbolo en forma de yugo con una cuerda suelta con el mote «tanto monta», que junto con el haz de flechas atado por una cuerda de la divisa heráldica de Isabel de Castilla se convertiría en el símbolo de los católicos monarcas. El yugo de la divisa de Fernando comienza con la letra Y del nombre de la reina, escrito Ysabel, y las flechas de la reina empiezan por F, que es la inicial de su esposo Fernando. 

Detalle de la Iglesia de Santiago Apóstol, Orihuela (Alicante)
 

El sentido del mote de los reyes católicos «tanto monta...» ha sido desvirtuado por la interpretación popular, fomentada desde el poder durante la dictadura franquista en pleno siglo XX, al añadirle a la expresión primitiva y original la coletilla «…monta tanto, Isabel como Fernando» por el carácter dual de aquella monarquía, ya que el régimen del dictador idealizó e idolatró el reinado de los Reyes Católicos, que con el descubrimiento de América y la expulsión de los moros habían llevado a España por los caminos del Imperio hacia Dios.

Hoy, en el día de la mujer, podemos reivindicar ese lema como consigna igualitaria, si Fernando e Isabel fueran dos nombres propios cualesquiera sin referencia a los reyes católicos, y dijéramos "tanto monta Juan como Juana". El problema es que Isabel y Fernando fueron dos reyes, y en ese sentido se da a entender que para desempeñar la monarquía vale lo mismo un rey que una reina, es decir que el poder no es exclusivamente masculino, sino que puede ser desempeñado igualmente por una mujer, y que como dice la copla que a propósito hemos fabricado: «Tanto montan Isabel / como Fernando: tanto  mandan, mandan / tanto: se ha logrado ya / que igual dé el timbre de la voz de mando»

Reyes Católicos, fachada de la Universidad de Salamanca.
 

Y eso es verdad, como vemos a lo largo de la Historia: ha habido y hay reinas y presidentas del gobierno y hasta jefas de Estado y ministras y ejecutivas y banqueras, poquísimas todavía en comparación con sus congéneres masculinos,  sin que por eso se desmorone ningún cimiento del entero tinglado del sistema, sino todo lo contrario. 

Ahora bien, lo que deberíamos plantearnos es si esa igualdad que persigue el movimiento feminista más domesticado y asimilado por el Poder de equiparar al hombre y a la mujer en los puestos de mando es un logro que debe perseguirse a toda costa. Dicho movimiento reivindica el empoderamiento de la mujer. Uno de sus logros fue la inclusión de la mujer en todas y cada uno de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, incluido el ejército, si aplicamos el rasero igualitario de  la «cuota de poder».  Sin duda es un logro en el camino hacia la igualdad bajo el mismo rasero. La lástima es que no lo es en el camino de la liberación.  El movimiento igualitario ha esclavizado a la mujer al mismo yugo que el varón. ¿Es eso lo que estamos celebrando una jornada como hoy, Día Internacional de la Mujer? Pregunto.