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martes, 19 de noviembre de 2024

Lo que das no vuelve, dalo por perdido.

    Cuando pagas tus impuestos, vuelven a ti, vuelven a todos. Dice el anuncio de la Agencia Tributaria, que se apunta a la doctrina hinduista del karma, presumiendo de todos los servicios de calidad de los que se beneficia supuestamente el contribuyente cuando cumple religiosamente con sus obligaciones fiscales, un contribuyente que no deja de preguntarse a quién vuelve el bumerán. 
 
    El anuncio salió pocos días antes de la eclosión de la acrónima DANA, o mejor de la Gota Fría, o mejor aún, porque se entiende mejor, de las lluvias torrenciales que provocaron inundaciones y muertes, y no se ha visto que los impuestos hayan vuelto a hacer que emerjan del lodazal del fango las zonas inundadas ni las vidas irrenovables. 
 
    Los impuestos vuelven cuando pides una cita para el especialista de la Seguridad Social y te dicen, a fecha de hoy, 19 de noviembre, que te la dan para el 20 de noviembre, y tú te alegras por la rapidez y casi no puedes creértelo, hasta que te dicen que del año que viene... 
 

 
    Los impuestos vuelven  “cuando hay una emergencia y llegan ellos”. Y entonces aparece en las alturas el helicóptero de Dios, como si se tratara del viejo deus ex machina de la cacharrería teatral, con los efectivos de salvamento dispuesto a salvar vidas haciéndonos la vida insoportable y amargándonosla.
 
    El Estado dice que se dan ayudas para personas vulnerables, para que se puedan abonar las pensiones, los permisos de paternidad, la salud o transporte público, entre otros. Pero el Estado miente, porque no puede decir verdad. Lo que se percibe es que las ayudas no llegan, o si llegan, cuando llegan, llegan demasiado tarde y mal.
 
    El aparato del Estado dice que nos protege y cuida de nosotros, cosa que no percibimos, y entonces hace uso de otro tiempo verbal, del Futuro Imperfecto, y dice que nos protegerá y velará por nosotros cuando llegue el momento que no llega nunca, y mientras tanto su sistema político se nutre de nuestros votos y su sistema económico, que viene a ser la panza del monstruo, de nuestros impuestos -contribuciones, los llaman- para cebar a sus funcionarios y políticos y administradores de pelaje autonómico, general o municipal. 
 
 
    ¿Qué sentido tiene pagarlos, se pregunta el votante y contribuyente medio, para que vuelvan a mí, que es de donde han salido? ¿Para eso los pago? Para ese viaje no hacen falta alforjas. ¿Para que vuelvan a todos? ¿Quiénes son esos todos? Ya lo dijo el Puto Amo: El Estado somos todos. Lo que nos recuerda a aquel otro eslogan, más antiguo: Hacienda somos todos. No es verdad, porque unos lo son más que otros, unos son más Estado y menos pueblo y otros más pueblo y menos Estado. No lo somos todos en pie de igualdad, y desde luego los impuestos no sirven para corregir la desigualdad, sino para sostenerla y no enmendarla. 
 
    Lo cierto es que no hay una percepción real de que la contribución realizada por cada ciudadano a través de los impuestos directos, no digamos ya de los indirectos, redunde ni en su propio beneficio, ni en el de la sociedad en general, sino en beneficio económico de la propia Administración municipal, autonómica y general del Estado, y de su ingente aparato burocrático, de todos aquellos que viven de la política profesional.

     Especialmente sangriento es el eslogan: no es magia, son tus impuestos, que obran el milagro de mantener a tanto funcionario. Cuando pagas tus impuestos, no vuelven: se los quedan ellos, los que dicen, para justificar el saqueo, que el Estado somos todos, y son ellos, desde luego.
 
    Frente al anuncio publicitario de la Agencia Tributaria, la diseñadora gráfica Lourdes Molina ha creado esta parodia humorística: