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sábado, 23 de noviembre de 2024

La gran riada del Segre

En el verano del año 49 antes de Cristo, probablemente el 28 de junio, se produjo un fenómeno meteorológico extremo en la cuenca del Segre, el afluente principal del Ebro, que no se entiende muy bien según los parámetros actuales del Cambio Climático, como veremos más adelante.

Nos informa de ello Julio César en sus Memorias de la Guerra Civil. En el contexto de la batalla de Lérida, actual Lleida, antigua Ilerda, tuvo lugar una tormenta estival torrencial que provocó inundaciones. 

Escribe César: Se desencadena en efecto una tormenta tan grande que no se recordaba que hubiera habido nunca inundaciones más copiosas en aquellos lugares. Entonces además se fundió la nieve de todas las montañas y desbordó las riberas altas del río, y en el mismo día se llevó los dos puentes que había tendido Gayo Fabio. Este suceso acarreó al ejército de César graves inconvenientes.

Al parecer el campamento de César se hallaba entre el Segre y el Cinca, a unos seiscientos metros aproximadamente del pie del cerro en que se levantaba Lérida, por lo que ninguno de los dos ríos podía atravesarse, lo que conllevaba que sus tropas estuvieran confinadas en un terreno muy reducido, por lo que el suministro de trigo era prácticamente imposible.

Sigue diciendo César: Estas inundaciones duraron varios días. Intentó César reconstruir los puentes, pero no lo permitía la magnitud de la riada ni las cohortes de los enemigos, apostadas en la orilla, dejaban que se hicieran; esto les era fácil impedirlo tanto por la naturaleza del propio río y la magnitud de la riada como porque se lanzaban proyectiles desde toda la orilla contra un único y estrecho lugar; y era difícil dada la velocidad de la corriente hacer las obras y evitar los proyectiles al mismo tiempo.

Los lugartenientes pompeyanos, Afranio y Petreyo, aprovecharon el aislamiento de las tropas de César para cortarles el suministro de trigo, esperando desgastarlas por el aislamiento y por el hambre. César mandó construir a sus soldados balsas para cruzar el río. Las quillas y costillajes se hacían de madera de poco peso; el resto del casco, trenzado en mimbre, iba recubierto de piel. Por la noche traslada a sus tropas a la otra orilla, y una vez tomada y fortificada sin que se den cuenta los enemigos, emprende desde ambas orillas la construcción de un puente, que deja listo en dos días (probablemente el 11 y 12 de julio, dos semanas después de las lluvias torrenciales), lo que le permite recibir los convoyes de trigo y solucionar el problema del hambre. 

¿Cómo puede explicarse este fenómeno meteorológico extremo? Lógicamente no podemos hablar de Cambio Climático en el sentido moderno de la expresión, dado que se entiende que el aumento de temperaturas globales y las alteraciones climáticas son provocadas principalmente por la actividad humana desde la Revolución Industrial en adelante hasta nosotros, debido a lo cual este fenómeno meteorológico extremo no tendría relación directa con un evento de hace algo más de dos mil años

Podría explicarse recurriendo al concepto de cambio climático natural, no provocado artificialmente -variabilidad climática natural, lo llaman algunos para diferenciarlo- que se explicaría atendiendo a otras consideraciones como ciclos solares, o, en el caso que nos ocupa, a oscilaciones atmosféricas y oceánicas, en las que no interviene directamente el ser humano.

¿Se trataba acaso de una DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) o Gota Fría, que se produce cuando una masa de aire frío queda aislada en las altitudes de la atmósfera, rodeada por aire más cálido, lo que crea inestabilidad atmosférica que, en combinación con otros factores como humedad y temperaturas altas en superficie, puede desencadenar lluvias intensas y concentradas, a menudo localizadas y con potencial para causar inundaciones? 

 
El Mediterráneo, incluso en verano, puede experimentar fenómenos aislados de convección intensa si se da una combinación adecuada de aire frío en altura, humedad y calor acumulado.

La cuenca del Segre, con su origen en los Pirineos, es propensa a este tipo de eventos cuando una perturbación atmosférica interactúa con el relieve montañoso, que explicaría las lluvias torrenciales que desbordaron el Segre y anegaron el terreno, aunque es verdad que las lluvias torrenciales también pueden ser causadas por tormentas convectivas ordinarias en regiones montañosas, sin necesidad de una depresión aislada en las alturas.

Es posible que las lluvias torrenciales de la campaña de Lérida sean un ejemplo de fenómenos meteorológicos extremos dentro del clima mediterráneo, cuyos veranos suelen ser secos pero ocasionalmente pueden presentar tormentas intensas y crecidas de ríos, que aunque son raras en pleno verano mediterráneo, no son imposibles por lo que vemos aquí. Una tormenta estacional local pudo haber causado las inundaciones del Segre, un fenómenos frecuente en la geografía fluvial española, aunque suele darse más en otoño y en invierno, como hemos visto recientemente en la comunidad valenciana.

sábado, 27 de enero de 2024

De la posverdad

    El diccionario de Oxford incluyó entre su vocabulario el neologismo post-truth, y es más lo consideró la palabra clave del año 2016 de la era cristiana. El diccionario oxoniense definió el término como la información o aseveración  que "no se basa en hechos objetivos, sino que apela a las emociones, creencias o deseos del público". Y nosotros aquí, atentos a las innovaciones lingüísticas anglosajonas,  adoptamos y adaptamos rápidamente el palabro como “posverdad” (compuesto de la preposición latina post "después, detrás" y el sustantivo veritatem "verdad"), y enseguida lo recogió también el DLE (Diccionario de la Lengua Española) de la RAE, y lo definió como: Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales.


    ¿Quién inventó este hallazgo tan moderno en apariencia? Si nos remontamos al tiempo de los romanos, podríamos decir que la posverdad la inventó Julio César cuando repudió a Pompeya, su tercera esposa, argumentando que la mujer del César no sólo tenía que ser honesta, sino que, además, tenía que parecerlo.

    Recojo la versión de la cita de Suetonio: Y preguntado (interrogatusque), por qué, pues, había repudiado a su mujer (cur igitur repudiasset uxorem): dijo “porque considero que es conveniente que los míos estén libres tanto de la sospecha como de la acusación”( 'quoniam,' inquit, 'meos tam suspicione quam crimine iudico carere oportere.') Apunto de paso que “crimen” no significa en latín sólo "delito", sino también “acusación, indicio, imputación”.

    Cuando Salustio, el historiador, compara a Julio César con Catón, describe a este último con rápida y magistral pincelada diciendo que prefería ser bueno a parecerlo (esse quam uideri bonus malebat), y de rechazo y como contrapartida retrata a Julio César para toda la posteridad: le importan más las apariencias que la realidad, aparentar que ser,  la posverdad que la verdad.


    La posverdad se resume en que la apariencia de los hechos es más importante que los hechos objetivos (objective facts) mismos en sí, aunque esta apariencia oculte, como hace de ordinario, una falsedad. Posverdad, pues, es un eufemismo de la mentira de siempre, pero con todos los visos de ser verdad, es decir que guarda las apariencias de la verdad.

    En su juventud, el obispo irlandés George Berkeley formuló el célebre aforismo: esse est percipi: ser es ser percibido: Es decir, no se puede saber qué es una cosa si no se percibe, porque el ser de las cosas consiste en nuestra percepción subjetiva. El mundo sólo existe en el acto en que lo percibimos, las cosas no son como son, que no lo sabemos y siempre están sujetas a la pregunta que hace que se tambalee todo el edificio de la realidad (¿cómo son las cosas?), sino como las concebimos. No sabemos si Lucrecia es casta o no lo es, pero no lo parece ni aparenta, luego no lo es. Todo lo que puede conocerse de un objeto o de una persona es nuestra percepción del mismo, y resulta gratuito suponer la existencia de una sustancia real al margen de nuestra percepción de ella. Pero eso no significa que nuestra percepción sea la verdad, sino la posverdad.

    Una opinión absolutamente personal e individual puede convertirse en viral -del latín virus “ponzoña, veneno”, contenido que se difunde masivamente- a través de las redes sociales, correo electrónico, mensajería instantánea y un largo etcétera, y ser compartida por miles de personas, con lo que una afirmación subjetiva, una ocurrencia particular y privada, que puede ser una mentira o una falsa noticia, o, cuando menos, un idiotismo muy alejado del sentido y la razón comunes, se convierte de la noche a la mañana en tendencia y,  como dicen los pijos,  trending topic -tema de conversación de moda- por lo menos, y para algunos en la verdad más asumida y aceptada del mundo, porque lo dice interné.

    Una mentira, a fuerza de repetición, no va a convertirse nunca en una verdad, pese al dicho que se atribuye a Goebbels -una mentira mil veces dicha se vuelve una gran verdad que hace que la gente crea en ella-  pero sí en una noticia a la que los medios que la propagan le infunden credibilidad. Nos entretienen más las apariencias que recubren y encubren los hechos, que el descubrimiento del velo de Maya. Pero, por otra parte, se coge antes a un mentiroso que a un cojo, porque la posverdad, aunque tenga un amplio recorrido, seguimiento y difusión por la WWW o Red Informática Universal, tiene, igual que la mentira, las patas cortas y por mucho que corra no llegará muy lejos.