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lunes, 22 de abril de 2024

Versos a Ganimedes

    El poeta Juan de Arguijo (1567-1623) le dedicó un soneto a Ganimedes, en el que evocaba, como diría el marqués de Bradomín, “aquel bello pecado, regalo de los dioses y tentación de los poetas” que era el amor viril hacia los efebos, sodomía u homoerotismo masculino que fue un fruto hermético y arcano para él, impenitente mujeriego, como confiesa en sus memorias. 
 
    Este Ganimedes fue la única aventura homosexual que se le atribuye en la antigüedad a Júpiter/Zeus, que se enamoró del mancebo troyano y lo raptó transformándose en águila o, según otra versión, enviándole un águila real, que es el animal asociado a su divina majestad, y arrebatándolo hacia el Olimpo, donde se convertiría según la versión más pacata en quien le escanciaba el vino y servía la copa, y según la versión más extendida en su amante o catamito, que es la adaptación latina de su nombre griego, término que si bien poco usado en castellano -aparece al menos una vez en Quevedo- pasó a significar bardaje o 'sodomita pasivo' o 'paciente en el pecado (sic) de la sodomía'. 
 
 
    Los celos de Juno o de Hera fueron fulminantes, porque ella podía competir con cualquier mujer o diosa, pero no con un muchacho como Ganimedes, y fue esa infidelidad la que nunca le perdonó a su promiscuo esposo. 
     
    Su nombre ha pasado a la astrología y a la astronomía como la constelación del Acuario, el Aguador pues si Júpiter lo raptó fue con la disculpa de aguarle el vino en el Olimpo.
 
    El rapto de Ganimedes ha sido tratado en numerosísimas ocasiones tanto en pintura como en escultura, algunos de cuyos tratamientos pueden contemplarse en esta página: siempre se representa a un joven efebo desnudo o semidesnudo que es arrebatado por el águila que es el animal emblemático de Zeus/Júpiter, bien que fuera enviado por él o bien que se hubiera transformado en él para efectuar la abducción.
      
El rapto de Ganimedes, Briton Rivière (

     Soneto a Ganimedes de Juan de Arguijo. 
 
No temas, o bellísimo troyano,
viendo que arrebatado en nuevo vuelo
con corvas uñas te levanta al cielo
la feroz ave por el aire vano. 
 
¿Nunca has oído el nombre soberano
del alto Olimpo, la piedad y el celo
de Júpiter, que da la pluvia al suelo
y arma con rayos la tonante mano; 
 
A cuyas sacras aras humillado
gruesos toros ofrece el Teucro en Ida,
implorando remedio a sus querellas?
 
El mismo soy. No al águila eres dado
en despojo; mi amor te trae. Olvida
tu amada Troya y sube a las estrellas.
 
  (Sobre el soneto original de don Juan de Arguijo, en hendecasílabos falecios con acentos en 3ª, 6ª, 8ª y 10ª, aprovechando el argumento y algunas de sus rimas). 
 
Tú no temas, bellísimo muchacho, 
viendo que arrebatado en alto vuelo
te alza ya por el aire mi ave al cielo
mientras grita de horror el populacho,
 
cuando mil fulminantes sin empacho
rayos desde el Olimpo lanzo al suelo,
yo que en pos de las hembras iba en celo,
porque soy como soy, y soy muy macho.
 
¿Nunca has visto en mi templo al humillado
consagrarme la ofrenda de una vida,
implorando remedio a sus querellas?
 
Soy Zeus mismo. No al águila eres dado
en despojo; mi amor te trae. Olvida
todo, y goza subiendo a las estrellas.