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miércoles, 21 de mayo de 2025

Pisoteando el Partenón

    En la noche del pasado jueves 15 de mayo, en el área del centro histórico de Atenas, se vieron drones sobrevolando el cielo de la capital helena como un enjambre que de pronto formó por arte de magia, mirabile dictu, un anuncio publicitario: una zapatilla deportiva; su logotipo, o mejor dicho, isotipo, porque carece de texto, que dibujaron los robots voladores, tres líneas paralelas que forman una especie de pirámide y representan, al parecer, las tres bandas o rayas empleadas, a modo de costura, para reforzar las zapatillas en los laterales y hacerlas más duraderas, y el eslogan FEEL FAST (siente la velocidad, o siéntete veloz, como si por calzar dicha zapatilla fuera uno no a correr sino a volar), que ponían sobre la pista a los más enterados de la marca que estaba detrás de todo: la empresa alemana ADIDAS, que según el conocido y viejo chiste serían las siglas de la Asociación de Idiotas Dispuestos A Superarse, pero, ya en serio, fundada en enero de 1949, por Adolf Dassler, apodado Adi, tomó su nombre del apodo y de las tres primeras letras del apellido familiar ("Adi-das").  
 
    Las imágenes fueron reproducidas en las redes, ya que la Acrópolis y el Partenón iluminado aparecían como trasfondo publicitario. El suceso ha provocado santa indignación en Grecia al presentarse el símbolo más perdurable de la democracia occidental con fines comerciales en un espectáculo de drones de alta tecnología, dando una mala imagen, extremadamente desagradable, como si la zapatilla Adidas estuviera pateando o pisoteando la Acrópolis en el colmo de la explotación comercial de un monumento que, además, ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
 
 
    La indignación creció porque al parecer el Ministerio de Cultura helénico rechazó la petición del director de cine griego Yorgos Lanthimos (pronunciado Láncimos), ganador de un Oscar, de rodar la última escena de su película Bugonía en el sacrosanto recinto, dado que consideró que la escena que iba a filmarse era “incompatible con el simbolismo... y los valores que representa la Acrópolis”.
 
    La marca deportiva, por su parte, se defendió afirmando que la legislación griega se había cumplido escrupulosamente ya que no habían utilizado “ninguna imagen del monumento de la Acrópolis con fines publicitarios ni de otro tipo". 
 
    En una nación en la que el pasado antiguo suele tener gran peso, la oposición política ha tenido mucho éxito cuestionando el papel del gobierno en este escándalo. “La Acrópolis, símbolo mundial de la cultura y la democracia, no puede ser utilizada como escenario para fines comerciales”, declararon unos acusando al gobierno de negligencia. “Surgen serias dudas sobre el papel y la responsabilidad del Ministerio de Cultura”. Deploraron otros describiendo el anuncio como una “mercantilización del patrimonio cultural de Grecia”. “La imagen de una zapatilla deportiva ‘pisando’ la Acrópolis, creada mediante un enjambre de drones con fines publicitarios, constituye una comercialización ofensiva del núcleo de nuestro patrimonio cultural”, afirmaron. 
 

    Por lo que respecta a la película de Yorgos Lanthimos Bugonía (del latín bugonia, -ae, y este del griego βοῦς, vaca, y γονή, generación), el término alude a la falsa creencia de que de la putrefacción de una res bovina pueden surgir las abejas. La película es una versión de la surcoreana, que no he tenido la oportunidad de ver, Save The Green Planet! (2003) de Jang Joon-Hwan. Al parecer, el remake de Lanthimos es una comedia de ficción científica en la que dos conspiranoicos, uno de ellos apicultor -de ahí la posible conexión con la bugonía (o bugenesia) de las abejas-, secuestran a la poderosa directora ejecutiva de una importante empresa, papel que encarna Emma Stone, convencidos de que es una extraterrestre que intenta destruir el planeta Tierra,
o algo así por el estilo. 
 
    El término 'bugonía' aparece en Varrón, que se hace eco de la leyenda rural y escribe: “Y sé, finalmente, que las abejas, que nos proporcionan la miel más dulce, nacen de un buey en putrefacción”, lo que le sirve al poeta Virgilio para poner en boca del pastor Aristeo el mito de Orfeo y Eurídice, renacida de la muerte, y concluir con la bugonía de las abejas: “Ah, pero aquí -maravilla- de pronto -el solo contarlo / ven milagro: en la entraña hecha pus de las reses abejas / todo en el vientre zumbar y bullir de las rotas costillas, / nubes inmensas tender, y ya en lo alto del árbol / juntas, colgar su racimo del ramo bamboleante”, como traduce García Calvo los versos 554-558 del libro IV de las Geórgicas donde se mencionan las apes melíferas.
 
    Volviendo a la indignación que el anuncio publicitario ha suscitado en Grecia, y al simbolismo de la Acrópolis de Atenas y del Partenón, el templo consagrado a la diosa Atenea, patrona de la ciudad, resulta significativo cómo circuló en las redes sociales enseguida el siguiente mensaje crítico hacia el Ministerio de Cultura: “No a Yorgos Lanthimos. Sí a ADIDAS. No al arte, sí al dinero”, equiparando el nombre propio del director de cine y el arte, y la marca comercial y el dinero, y contraponiéndolos entre sí, como si las artes no tuvieran nada que ver con los dineros. La marca deportiva y el nombre propio del director, sus películas se consideran cult movies o películas de culto, no dejan de ser al fin y a la postre lo mismo: dinero, así como la acrópolis y el Partenón.