miércoles, 6 de noviembre de 2024
Pareceres LXI
lunes, 22 de enero de 2024
Flagelaciones
Entre tantísimo artefacto smart (ciudad, casa, teléfono, televisión, coche, reloj, la propia inteligencia artificial...) el tonto más tonto voy a resultar yo.
El rey frisón Radbod, que iba a ser bautizado, renunció al bautismo cuando el obispo le dijo que sus antepasados no bautizados no estaban en el reino celestial.
Última hora: la inminente y preocupante enfermedad X, que aún no existe, puede erradicarse gracias a las vacunas que todavía se hallan en fase de experimento.
Si la mayoría de la gente se vacunase de la enfermedad X que aún no existe (preventive vaccination), acabaríamos con ella antes aun de que comenzara a existir.
PREVENTIVE vaccine |
Visto en X, antes Tuíter: The following media includes potentially sensitive content: La humanidad de mal en peor: Sin ojos, sin oídos, sin boca y sin cojones.
Canción: La espada de aquel tirano, una, dos y tres, mirad que la tengo yo, una, dos y tres, aquí, hasta la empuñadura, una, dos y tres, clavada en el corazón.
Frente al sí, resí y requetesí, esgrimo el no, renó y requetenó. Por lo tanto no solo me declaramos negacionista, sino renegacionista y aun requetenegacionista.
miércoles, 10 de junio de 2020
El pueblo
La O de POPVLVS es breve y tónica, por lo que diptonga en castellano en -ue-, pero en latín hay otro POPVLVS con O larga y tónica, de género femenino, que era el nombre del álamo o chopo, cuya evolución, conservando la O larga, desemboca precisamente en chopo, a través del intermedio del latín vulgar *PLOPPVS, con geminación expresiva de la P que resistió a la sonorización, en francés PEUPLIER, en italiano PIOPPO, en rumano PLOP gallego y portugués CHOUPO, en catalán POLL, CLOP, XOP. En inglés tenemos POPLAR álamo, y en alemán PAPPEL, igualmente álamo.
Una sugerente intuición de Agustín García Calvo relaciona ambas palabras. El lat. populus, una palabra estraña a la formación regular sobre "raíz" normal indoeuropea (estrañez bien mantenida en it. popolo, no tanto en esp. pueblo, y más asimiladas a norma las germánicas correspondientes, ingl. folk, al. Volk) suena por ello mismo tan persuasivamente a onomatopeya, que no puedo por menos de pensar que es una variante de poopulus, el nombre de los álamos, y que ha surgido para designar lo primero el bullicio de gente juntándose, sin mucha sujeción a ordenamiento, en alguna plaza o campo; en cuanto a puublicus, que ha venido a funcionar más o menos como el Adjetivo correspondiente, debió de surgir por una conflación del derivado normal, que aparece en lat. arc. poplico con otro sacado de puubees, que lejos ya de designar algo tan indefinido como "gente", significaba el conjunto de los (masculinos) llegados a "edad de consentimiento" y preparados por tanto para el ejército y la votación. (A. García Calvo, ¿Qué es lo que pasa?, edit. Lucina 2006, págs. 124-125)
El pensador rumano E. M. Cioran (1911-1995) publicó en 1960 en lengua francesa Histoire et Utopie, donde incluye esta reflexión sobre el pueblo: Et le peuple? dira-t-on. Le penseur ou l'historien qui emploie ce mot sans ironie se disqualifie. Le "peuple", on sait trop bien à quoi il est destiné: subir les événements, et les fantaisies des gouvernements, en se prêtant à des desseins qui l'infirment et l'accablent. Toute expérience politique, si "avancée" fût-elle, se déroule à ses dépens, se dirige contre lui: il porte les stigmates de l'esclavage par arrêt divin ou diabolique. Inutile de s'apitoyer sur lui: sa cause est sans ressource. Nations et empires se forment par sa complaisance aux iniquités dont il est l'objet. Point de chef d'Etat, ni de conquérant qui ne le méprise; mais il accepte ce mépris, et en vit. Cesserait-il d'être veule ou victime, faillirait-il à ses destinées, que la société s'évanouirait, et, avec elle, l'histoire tout court.
«¿Y el pueblo?», se preguntarán. El pensador o el historiador que emplea esta palabra sin ironía se desacredita. El «pueblo» se sabe muy bien a qué está destinado: a sufrir los acontecimientos y las fantasías de los gobernantes, prestándose a designios que lo invalidan y lo abruman. Cualquier experiencia política, por «avanzada» que sea, se desarrolla a sus expensas, se dirige contra él: porta los estigmas de la esclavitud por decreto divino o diabólico. Es inútil apiadarse de él: su causa no tiene apelación. Naciones e imperios se forman por su complacencia en las iniquidades de las que es objeto. No hay jefe de Estado ni conquistador que no lo desprecie, pero él acepta este desprecio y vive de él. Si el pueblo dejara de ser endeble o víctima, si flaqueara ante su destino, la sociedad se desvanecería, y con ella la historia sin más.»