Una nueva variante del coronavirus se propaga según la OMS por el mundo. ¿Hay que acaparar, como antaño, papel higiénico, enmascararse, confinarse y jeringarse?
El primer ministro británico declara que el objetivo principal de sus (nuestras, dice) fuerzas armadas es avanzar en warfigthing (preparación para la guerra).
En su trono de oro macizo de valor histórico y artístico incalculable (unos treinta millones de dólares) el Santo Padre reza por los niños hambrientos gazatíes.
Hemos normalizado que vejez es sinónimo de enfermedad, por lo que hay que atiborrarse de pastillas de casi todo y acabar, ay, pudriéndose uno en una residencia.
Apolo le concedió a la Sibila de Cumas la inmortalidad que le pidió, pero, siendo inmortal, envejecía sin fin porque había olvidado pedirle la eterna juventud.
La utilidad de un chequeo general anual no es el fomento de nuestra salud, sino, muy al contrario, la provocación de la enfermedad, cuya presencia se conjura.
La gorra con el eslogan Make America Great Again que lleva el presidente yanqui y su numeroso séquito de club de fans está hecha en China, igual que casi todo.

El televisor hegemónico que presidía el salón familiar se ha sustituido entre las nuevas generaciones por la micropantalla de su móvil personal intransferible.
Los únicos seres mortales que hay en el mundo, excluidos animales y niños, somos los humanos adultos, que sabemos -saber es nuestra condena- que vamos a morir.
Si la burocracia es el poder político de la administración del Estado sobre la vida de la gente, bulocracia es el gobierno efectivo del embuste, su instrumento.
En Gaza se está produciendo una matanza que los medios retransmiten noche y día en tiempo real con imágenes truculentas y puntual informe del número de muertos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario