miércoles, 4 de junio de 2025

Formación del Espíritu Nacional

Una nueva variante del coronavirus se propaga según la OMS por el mundo. ¿Hay que acaparar, como antaño, papel higiénico, enmascararse, confinarse y jeringarse? 

El primer ministro británico declara que el objetivo principal de sus (nuestras, dice) fuerzas armadas es avanzar en warfigthing (preparación para la guerra).

En su trono de oro macizo de valor histórico y artístico incalculable (unos treinta millones de dólares) el Santo Padre reza por los niños hambrientos gazatíes. 

 

 Hemos normalizado que vejez es sinónimo de enfermedad, por lo que hay que atiborrarse de pastillas de casi todo y acabar, ay, pudriéndose uno en una residencia.

Apolo le concedió a la Sibila de Cumas la inmortalidad que le pidió, pero, siendo inmortal, envejecía sin fin porque había olvidado pedirle la eterna juventud. 

La utilidad de un chequeo general anual no es el fomento de nuestra salud, sino, muy al contrario, la provocación de la enfermedad, cuya presencia se conjura. 

La gorra con el eslogan Make America Great Again que lleva el presidente yanqui y su numeroso séquito de club de fans está hecha en China, igual que casi todo. 

 Los medios necesitan fabricar nuevos contenidos, noticias que den pábulo al consumo publicitario. A falta de novedades, recurren a reposiciones de los clásicos. 

El televisor hegemónico que presidía el salón familiar se ha sustituido entre las nuevas generaciones por la micropantalla de su móvil personal intransferible.

Los únicos seres mortales que hay en el mundo, excluidos animales y niños, somos los humanos adultos, que sabemos -saber es nuestra condena- que vamos a morir. 

Si la burocracia es el poder político de la administración del Estado sobre la vida de la gente, bulocracia es el gobierno efectivo del embuste, su instrumento.

 En Gaza se está produciendo una matanza que los medios retransmiten noche y día en tiempo real con imágenes truculentas y puntual informe del número de muertos. 

 El sionismo presenta a los palestinos como antisemitas, cuando quiere decir antisionistas: los ha deshumanizado convirtiéndolos a todos al fin en terroristas. 

¿Puede explicarse por qué hay una alerta alarmante ante la emergencia de la “peor ola de calor de la Historia desde que hay registros” a las puertas del verano? 
 
 Israel no es la patria del pueblo judío sino un Estado criminal que legitima la ocupación de un territorio como metáfora viva de un tumor cancerígeno maligno.
 
Israel usa contra los palestinos la misma lógica criminal que usaron los nazis contra los judíos, gracias a la que las víctimas se comportan como sus verdugos. 
 
Todos los Estados se ven reflejados en el matonismo y espíritu de legítima defensa que esgrime el democida de Israel, que nunca disimuló su carácter criminal. 
 
El Ministerio de Sanidad endurece las medidas contra el tabaco que se despacha en los estancos demonizándolo y restringiéndolo a la intimidad de los retretes.
  El judaísmo, como el islam, es sumisión a la voluntad divina, mientras que el sionismo, por el contrario, es nacionalismo armado, furioso, fatal y exacerbado.
 
El sionismo reemplaza la identidad espiritual, digamos, del maltrecho pueblo judío por una identidad nacional y, por lo tanto, lo peor que hay, nacionalista. 
 
Los sionistas usan el sufrimiento del Holocausto para justificar, silenciando la crítica política y religiosa, la creación del Estado holocáustico de Israel.
 
En la escuela se impartía Historia Sagrada. En el Instituto, la Historia se secularizó y se convirtió en una nueva asignatura: Formación del Espíritu Nacional.

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