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Es el jaicu o jaicú, como se sabe, una composición poética breve japonesa que consta sólo de tres versos de arte menor de 5, 7 y 5 sílabas en este orden. Esta definición no nos dice nada, sin embargo, del ritmo de esos versos, que teóricamente podrían acabar en una sílaba átona o no marcada rítmicamente, como este ejemplo que es traducción de Kobayashi Issa: Huye el rocío. / En este mundo sucio / no hago yo nada; o podrían acabar con la última sílaba marcada rítmicamente y, por lo tanto, tónica; nos encontraríamos entonces con jaicús de otro tipo, que según el cómputo castellano serían versos de 6, 8 y 6 sílabas, porque al acabar en sílaba tónica se cuenta una sílaba más, como este que improviso: Lo sacrificó / al cordero el buen pastor, / carnicero al fin; o como los Ocho jaicus para una cuarentena que saqué .
El buen pastor, José García Hidalgo (1646-1717)
El verso del jaicu o jaicú japonés acaba siempre en tiempo marcado rítmicamente, como el último ejemplo. Eso es al menos lo que se desprende del minucioso estudio de Agustín García Calvo en su monumental Tratado de rítmica y prosodia y de métrica y versificación. (Editorial Lucina, 2006 Zamora, 1691 páginas).
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