El refrán más cacareado de los muchos que hay en torno al día 2 de febrero, festividad de la Candelaria, es: "Si la Candelaria llora (o sus formas antiguas, chora o plora), el invierno es fora", que quiere decir que si llueve el día de la Candelaria se acabó el invierno.
Coincide este día de la Candelaria con el día de la Marmota, el Groundhog day, que celebran allende el Atlántico los granjeros norteamericanos para predecir el fin del invierno, basándose en el comportamiento del roedor esciuromorfo, que despierta de su letargo precisamente el día 2 de febrero.
Marmota, fuente Getty images
Según la creencia popular, si al salir de su madriguera la marmota no puede ver su sombra por estar el cielo nublado, dejará la guarida, porque significa que el invierno concluirá pronto. Por el contrario, si la marmota puede contemplar su sombra porque es un día soleado y resplandece el astro rey en los cielos, se meterá de nuevo en su agujero a dormir como una marmota, o, si se prefiere cambiar de animal, como un lirón, porque el invierno durará por lo menos seis semanas más.
El día de la Marmota delimita la mitad del periodo que va del solsticio de invierno al equinoccio de primavera.
Recojo un refrán en lengua catalana que se hace eco de una tradición parecida del siguiente repertorio sobre el tema, en el que figura el oso porque era creencia popular que el 2 de febrero el plantígrado comenzaba a despertar también de su letargo invernal: "Per la Candelera l'ós surt de l’ossera, i, si troba que fa bo, se'n torna a fer un gaitó": Por la Candelaria el oso sale de la guarida, y, si cree que hace buen tiempo, vuelve a echar una cabezada.
Es decir, que ni el oso ni la marmota norteamericana se fían del buen tiempo que pueda hacer el 2 de febrero, cuando despiertan de su letargo, porque precisamente, si hace bueno, vuelven a amodorrarse, y sólo se desesperezan de su larga hibernación cuando el cielo está nublado y llueve.
Pero también recojo en el mismo sitio otro refrán como contrarréplica del canónico citado al principio, que le contradice: A Candelera ha plorau, pero l’ivierno no s’h’acabau.
¿En qué quedamos? ¿Se acaba el invierno el día de la Candelaria dependiendo del estado del cielo o el invierno sigue adelante? Se ha dicho muchas veces que los refranes son la expresión del sentir popular por su carácter anónimo y sapiencial, pero precisamente por esa misma presunción de saber (lo que no se sabe) no puede fiarse la razón mucho de ellos pues los hay además para todos los gustos: Al que madruga Dios lo ayuda, pero No por mucho madrugar amanece más temprano.
Es decir, que ni el oso ni la marmota norteamericana se fían del buen tiempo que pueda hacer el 2 de febrero, cuando despiertan de su letargo, porque precisamente, si hace bueno, vuelven a amodorrarse, y sólo se desesperezan de su larga hibernación cuando el cielo está nublado y llueve.
Pero también recojo en el mismo sitio otro refrán como contrarréplica del canónico citado al principio, que le contradice: A Candelera ha plorau, pero l’ivierno no s’h’acabau.
¿En qué quedamos? ¿Se acaba el invierno el día de la Candelaria dependiendo del estado del cielo o el invierno sigue adelante? Se ha dicho muchas veces que los refranes son la expresión del sentir popular por su carácter anónimo y sapiencial, pero precisamente por esa misma presunción de saber (lo que no se sabe) no puede fiarse la razón mucho de ellos pues los hay además para todos los gustos: Al que madruga Dios lo ayuda, pero No por mucho madrugar amanece más temprano.
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