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sábado, 25 de junio de 2022

"Nadie se suicida solo".

    Antonin Artaud en su Van Gogh, el suicidado por la sociedad responsabiliza al doctor Gachet del suicidio de Vincent: “Fue por la presión, dos días antes de su muerte, de ese espíritu maléfico que se llamaba doctor Gachet, improvisado psiquiatra, causa directa, eficaz y suficiente de esa muerte”. 
 
    El doctor Gachet era médico rural, no psiquiatra, además de pintor aficionado. En una de las cartas de Vincent a su hermano Theo le escribe: “Pienso que no se puede contar para nada con el doctor Gachet. Creo que está más enfermo que yo”. 
 
Trigal con cuervos, Van Gogh (1890)
 
     Para Artaud el doctor Gachet es un "improvisado" psiquiatra. Lo convierte así en la encarnación simbólica de la psiquiatría. No trata tanto de incriminar a un individuo como a una profesión entera, que persigue consciente o inconscientemente al alienado. 
 
    Hace el poeta maldito la siguiente consideración sobre la medicina en general y la psiquiatría en particular: «La medicina nació del mal, si no nació de la enfermedad, y si, por el contrario, provocó y creó la enfermedad de la nada para darse una razón de ser; pero la psiquiatría nació de la turba populachera de seres que han querido conservar el mal en el origen de la enfermedad y que así extirparon de su propia nada una especie de guardia suiza para socavar en su base el impulso de rebelión reivindicativa que está en el origen del genio».
 
Detalle central de Trigal con cuervos
 
Escribe Artaud a propósito del Trigal con cuervos, el último cuadro que pintó Van Gogh antes de su muerte:
"(...) todo el cuadro es rico.
Cuadro rico, suntuoso y sereno.
Digno acompañamiento para la muerte de aquel que, en vida, hizo girar tantos soles ebrios sobre tantas ruedas de molino fuera de servicio y que, desesperado, con un balazo en el vientre, no pudo dejar de inundar con sangre y vino un paisaje, empapando la tierra con la última emulsión, radiante a la vez y tenebrosa, con sabor a vino agrio y a vinagre picado." 
 
    A propósito de la muerte voluntaria, dejó escrito Antonin Artaud: 
 
    "Además, nadie se suicida solo.
    Nunca nadie estuvo solo al nacer.
    Tampoco nadie está solo al morir.
    Pero en el caso del suicidio, se precisa un ejército de seres maléficos para empujar al cuerpo al gesto contra natura de privarse de la propia vida".