El alfabeto griego, de origen fenicio, fue, adoptado y ligeramente modificado por los romanos, dando lugar al abecedario latino, que es el más utilizado en la actualidad en el mundo, y también al llamado alfabeto cirílico, en el que se escribe el ruso y otras lenguas eslavas, enseñado como fue por el monje Cirilo a los eslavos.
En el diagrama de Venn siguiente podemos ver cuáles son las letras comunes a los tres alfabetos. Sólo aparecen las letras mayúsculas porque originalmente no había minúsculas, que son un hallazgo medieval de la escritura cursiva: 11 letras comparten el alfabeto griego (incluido en el círculo izquierdo), el latino (en el derecho) y el cirílico (en el central inferior). La letra Z, como puede comprobarse, no aparece como tal en el alfabeto cirílico. Sin embargo, su sonido coincide con el de la letra cirílica З, ausente en los otros alfabetos.
El caso es que la letra “Z” que comenzó a verse de repente escrita en tanques rusos como logo identificativo para evitar el fuego amigo, en campañas de propaganda de la guerra u 'operación militar especial' rusa, en la camiseta de un gimnasta, en los coches y en las redes sociales, se ha convertido en un símbolo de apoyo a la invasión de Ucrania y de apoyo a la identidad rusa que así se constituye. ¿Cómo se explica?
Han surgido algunas hipótesis. La que parece más convincente es que la expresión rusa За победу (trascrita 'za pobedu') quiere decir “por la victoria”; За мир (trascrita 'za mir') quiere decir “por la paz”, За правду (trascrita 'za pravdu') quiere decir "por la verdad" y За Россию (trascrita 'za Rossiyu') significa “por Rusia”. За es, pues, una preposición que trascrita ZA y abreviada Z significaría “a favor de, por, para”.
La rusofobia, motivada por la equiparación torticera del pueblo ruso con el Estado ruso, puede llega a extremos increíbles, hasta el punto demencial de declarar contenidos política- y culturalmente poco correctos las vanguardias pictóricas, la literatura (Tolstoi o Dostoyesqui, por citar solo dos nombres) o la música clásica de un Estravinsqui, por ejemplo, por no hablar del séptimo arte que nos ha venido de la Madre Rusia. Hasta estos delirantes extremos puede llegar esta rusofobia que nos invade cuyo contrapunto es la subida a los altares de santa Ucrania martirizada por el demonio satánico de Putin, que ha lanzado una guerra que él denomina torticeramente "operación militar especial". Todo ello coincide con la beatificación del señor Zelinsky, presidente del gobierno ucraniano, y nuevo modelo de líder o Führer político de masas que va suplicando para su país por el mundo ayuda humanitaria (es decir, armas de destrucción masiva y endurecimiento de sanciones).