Cuando alguien nos pregunta si creemos en alguna otra cosa, además del Credo in unum Deum, o sea el credo en el único dios verdadero, engendrado no creado, que está mandado y que es el dinero, la única religión que no tiene ateos, nos pone en el aprieto de no saber qué responder muy bien, por lo que muchos recordando nuestra etapa de catecúmenos adoctrinados por el catecismo del padre Astete en la catequesis previa a nuestra primera comunión, respondemos que sí, no vaya a ser que nos acusen de negacionistas si decimos que no. Y acto seguido añadimos: Creo en todo lo que cree y enseña la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
Si el inquisidor insiste preguntando: “¿Qué cosas son esas?”. Nuestra respuesta catecúmena nos viene enseguida a la cabeza: Eso no me lo pregunte usted a mí, que soy ignorante. Doctores tiene la Santa Madre Iglesia que os sabrán responder.
Cambiando un poco las tornas de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana por su versión contemporánea y laica, que es la Iglesia de la Ciencia, respondemos, mutatis mutandis, a la primera pregunta secularmente: Sí, creo en todo lo que cree y enseña la Ciencia. Y a la insidiosa pregunta segunda: ¿Qué cosas son esas? Reconoce uno su ignorancia al modo socrático, pero no nuestra falta de fe, y decimos: Doctores tiene la Santa Madre Iglesia de la Ciencia, que viene a ser lo mismo que: Expertos y científicos tiene la Ciencia que os sabrán responder.
Y es que como le dijo don Quijote a su fiel amigo y escudero Sancho Panza: Hemos topado, Sancho, con la iglesia, y con sus ministros, y con sus leyes, y con sus potestades. Esos expertos están cada vez más especializados en sus especiales especialidades, porque los demás somos unos ignorantes de tomo y lomo, pero no nos falta la fe, una fe de carboneros, como la de los viejos creyentes.

