For all of these reasons, I have decided that the global monkeypox outbreak represents a Public Health Emergency of International
Concern. Lo ha dicho en la lengua del Imperio el señor Tedros Adhanom
Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de (las
enfermedades que afectan a) la Salud, lo que viene a ser traducido al román paladino: "Por todas estas razones, YO he decidido que el brote mundial de
viruela del mono constituye una Emergencia de Salud Pública de Incumbencia Internacional".
La decisión de conceder a la viruela del pangolín, perdón, del mono, quería decir, el estatuto de Emergencia Sanitaria Pública de Incumbencia Internacional se basa en
la decisión personal del gerifalte de la mentada Organización, en contra de la opinión
discrepante de la mayoría de sus consejeros: nueve estaban en contra y seis a favor. El Director General de la OMS está obligado a tener en cuenta su opinión,
pero no a seguirla. De hecho no la ha seguido. Se trata, por lo
tanto, de la imposición de una decisión personal que puede acarrear
graves consecuencias para el resto del planeta. Cuando se tiene muy claro lo que se quiere
hacer y se siguen al pie de la letra la voz y las instrucciones del Amo, da
igual que el comité asesor no esté de acuerdo. Había que declarar,
porque estaba mandado, otra emergencia internacional, otra pandemia,
porque la primera, al cabo de dos exitosos años, parecía que estaba
ya desactivándose. Era urgente, además, declarar la urgencia, valga la redundancia, sanitaria ahora que los beneficios de la industria farmacéutica caían a la baja.
El señor Adhanom, ni corto ni perezoso, ha establecido, por lo tanto, una PHEIC (Public Health Emergency of International Concern, en la lengua del Imperio), esto es: una ESPII Emergencia de Salud Pública de Incumbencia Internacional en la nuestra para tratar de frenar el aumento de casos de viruela del simio que ha afectado a casi diecisiete mil personas en setenta y cuatro países. Y la prensa orgánica nacional, por cierto, se apresura a tocar las campanas a rebato informando de que España ya es “líder mundial en contagio de viruela del mono con más de 3.000 casos” detectados.
Estamos asistiendo otra vez a la creación de una emergencia sanitaria, que no de salud, donde no la hay, donde solo hay una enfermedad generalmente inofensiva. La noticia no dejaría de ser una irrelevante serpiente de verano con la que los periódicos y los informativos de radiotelevisión llenarían sus espacios por esta época para distraer a la población, si no fuera por el poder que tiene la citada Organización No Gubernamental a la hora de hacer sonar las alarmas terroristas de implicar a las autoridades sanitarias de los distintos gobiernos.
El señor Adhanom, como cabeza visible de la Organización Mundial de (las enfermedades que afectan a) la Salud ha creado un problema para, acto seguido, vendernos sus soluciones dando pábulo a los medios de conformación de masas y a los gobiernos para justificar su existencia e incrementar el control de sus poblaciones, así como para aumentar las ganancias de los laboratorios de la Gran Farmacopea.
La razón de la nueva "emergencia de la viruela del mono" es que la oligarquía farmacéutica necesita mantener la pornografía del miedo a la salud pública cuando los telespectadores están cansados de la narración constante de las hazañas bélicas de la Guerra de Ucrania, que nos queda demasiado lejos todavía, pese al esfuerzo mediático por acercárnosla día a día, a todas horas, a nuestra vida cotidiana. Además, parece que Rusia -el malo de la película- está ganando la partida. También hay otras preocupaciones más inmediatas, como las económicas, o el cambio climático y la ola de calor por él inducida, que ha hecho que suban las temperaturas y provocado que tras las fiestas del orgullo gay la viruela del mono estalle en todo su esplendor estigmatizando a este promiscuo colectivo.
Ha dicho el señor Adhanom que este brote se concentra en hombres que tienen sexo con hombres, y especialmente en aquellos que tienen múltiples parejas. Esta enfermedad que afecta a los homosexuales ¿no nos recuerda a otra?
Habrá más pestes, habrá más guerras, más histeria colectiva, más pánico ante tanta pornografía sanitaria. Los gobiernos, por su parte, impondrán al unísono más mandatos, más advertencias, más vigilancia, más control, más vacunaciones.
Lo que está muy claro es
que la Organización Mundial de (las enfermedades que afectan a) la Salud no va
a reconocer nunca que la única emergencia internacional que hay de verdad en estos
momentos se debe más bien al síndrome de las inoculaciones experimentales
generales que han arruinado el sistema común inmunitario, fruto que son de la anterior emergencia sanitaria que declaró hace ya algo más de dos años su mismo director.