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martes, 26 de julio de 2022

Cuando despertó ...

    ...la pandemia seguía allí. Vuelve el pandemonio de la pandemia, aflorando miles de casos por doquier. Pero en realidad no vuelve porque no se había ido nunca del todo. Es como el dinosaurio del microrrelato de Augusto Monterroso. Una perfecta metáfora y alegoría de algo que ya no existe, una especie extinguida, pero que sigue habiéndola en nuestra percepción de la realidad. Ha estado, de hecho, velando nuestro sueño.

    No importa, además, donde esté uno. Mutatur ne uarietur: cambia para seguir siendo lo mismo y no variar. Donde quiera que uno esté, allá está la nueva variante, la nueva mutación, llámese a lo científico y técnico BA.2.75 o Centaurus a lo humanístico. Da igual. Sigue siendo lo mismo. 


     Poco importa que este aumento de la casuística y los casos sólo sea la lógica consecuencia del aumento de las pruebas de autodiagnóstico al alcance de cualquiera en farmacias a las que hay que entrar convenientemente enmascarado, y que estos casos sólo signifiquen 'resultados positivos', por lo que es una estadística falsa que se usa con fines exclusivamente propagandísticos. Es la serpiente que se muerde la cola, el uróboro perfecto. Hazte una prueba, y otra y todas las que haga falta hasta que resultes tú también positivo, no vas a ser menos que los demás.

    La enésima y nueva ola lo que viene a decirnos es que la pandemia está muy lejos todavía de acabar, que continúa propagándose. El oráculo, o sea la OMS, ya lo dijo. También están cambiando los síntomas, que ahora incluyen, por ejemplo, novedades como irritación y dolor de garganta y voz ronca, además de sudores nocturnos y problemas en la conciliación del sueño, en medio todo ello, qué casualidad, de una ola de calor canicular en el hemisferio norte. Cambian los síntomas, pero no nos engañemos: sigue la pandemia.


    Es no probable, sino seguro a ciencia cierta, que los casos seguirán aumentando a medida que se sigan realizando más y más pruebas. A más pruebas, más casos, o sea más posibilidades de que tú también resultes positivo.

    La variante actual, Centauro, aparentemente más infecciosa y menos grave, tiene además la curiosa peculiaridad de ayudar al virus a escapar de los anticuerpos provocados por los sueros actuales ya inoculados, es decir, de sustraerse a sus efectos, como le ha sucedido al demente senil que preside los Estados Unidos de América, vacunado hasta la saciedad.

    Resulta paradójico, como escribe Kit Knightly, el editor de Off-Guardian, pero es así: “Por un lado, necesitan que las "vacunas" funcionen para convencer a los no vacunados de recibir la inyección... pero por el otro, necesitan que las "vacunas" no funcionen, para convencer a los vacunados de que reciban sus refuerzos.”


     De lo que tratan, por decirlo de una forma general, es de normalizar la pandemia o Nueva Normalidad haciéndola persistente y endémica. El proceso fue el siguiente: la OMS declaró que una epidemia era una pandemia. Dijeron que había venido para quedarse y ahora la consideran endemia, un mal endémico: en eso consistía la Nueva Normalidad, en no volver a la normalidad de toda la vida.

    Se ha ido viendo, según trascurrían los días, que la viruela del mono era una tontería, aunque la llamen a lo culto viruela símica, del simio, y la declaren emergencia sanitaria internacional, una tontería que no cala en la gente; se ha visto que la polio ya estaba muerta cuando llegó, la ola de calor e incendios provocados en el hemisferio norte parece que ya pasó y la gente ya está bastante cansada con el culebrón de lo de Ucrania. Tienen que volver a la pandemia que tantos éxitos les había deparado.