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sábado, 17 de junio de 2023

¡Qué buenos son nuestros ministros y ministras!

    El Gobierno de las Españas decidió hace cinco años, como por otra parte no cabía esperar menos, invertir dice él -lo que traducido al lenguaje corriente quiere decir malgastar- 7.300 millones de euros de los fondos de las arcas públicas durante los próximos catorce años en la construcción de cinco fragatas F-110, que sustituirán a las obsoletas de la Clase Santa María que tenían ya 35 años de antigüedad, 348 vehículos blindados Dragón 8 por 8, que sustituirán a los viejos BMR, cuyo blindaje resultaba endeble para afrontar la amenaza de los explosivos enterrados a su paso en lugares del mundo tan remotos como Afganistán, donde no se nos ha perdido nada, y en la modernización de los 69 aviones de combate (y cuatro pendientes de recibir) cazabombarderos Eurofighter, que en la lengua del Imperio significa “Eurocombatiente”. Su nombre, sin embargo, no precisa ni especifica si lo de “Euro” se refiere a Europa o a la moneda de la llamada eurozona o, lo que es más probable, a ambas cosas a la vez. 

    Los Estados Unidos de América, por su parte, están al parecer muy satisfechos de que el Gobierno del doctor Pedro Sánchez haya aumentado -incrementado, dicen ellos, en lugar de excrementado- lo que se llama con eufemismo el gasto de defensa -es decir armamento para las Fuerzas Armadas- en un 2% sobre el PIB de nuestro país.

    Así lo decidió nuestro modernísimo Consejo de Ministros y de Ministras, que de esta forma ha asegurado nuestra defensa por tierra, mar y aire con lo que constituye paradójicamente una ofensa al sentido común. ¿Cómo nos venden esta bochornosa e impresentable moto nuestros gobernantes (y gobernantas, no se olvide ni invisibilice el importante papel desempeñado por las mujeres en esta chapuza) a los votantes y contribuyentes? Pues diciendo que la inversión generará nada más y nada menos que 8.500 puestos de trabajo, directos e indirectos, en los astilleros de Navantia en Ferrol, así como en otras muchas empresas, de los que 7.000 dependen de la construcción de las fragatas: quieren darnos más trabajo. ¡Qué buenos son nuestros mandatarios (y mandatarias)! 

    En este sentido la por entonces Ministra de Educación y portavoz del Gobierno de las Españas doña Isabel Celaá dijo a los periodistas en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros y Ministras que aprobó dicho despropósito: “El gasto en Defensa es, efectivamente, gasto social”. Y añadió sin que se le cayera o arrugara al menos de vergüenza la cara dura que tiene, ratificando así las palabras de la Ministra de Defensa doña Margarita Robles que había asegurado lo mismo con otras palabras en una entrevista radiofónica: “el gasto militar contribuye, aparte de la seguridad y la defensa, en la creación de puestos de trabajo”.



    Ya unos meses atrás el presidente del Gobierno, el mentado doctor Sánchez, justificó la venta de armas a Arabia Saudí diciendo que el contrato venía del anterior ejecutivo -eufemismo de Gobierno-, disculpando así que el nuevo que él preside tuviera que ejecutar dicho compromiso y no pudiera anularlo. Ya se sabe. No se cansa uno de repetirlo: Los que mandan son los más mandados. 

    Por su parte, el entonces Ministro de Asuntos Exteriores don Josep Borrell afirmó, sin que tampoco se le cayera el rostro de vergüenza ni le temblara siquiera la voz, que las armas que España vendía a Arabia Saudí sabían a quién tenían que matar... Él no lo dijo con estas palabras exactamente. Dijo, astuto como es, algo así como que eran unas armas "inteligentes", tanto que nunca se equivocaban en el blanco... ¡Qué maravilla! El problema de esta definición políticamente tan correcta es que,  como le advertía doña Lidia Falcón en una valiente carta abierta, donde se avergonzaba como ciudadana española, como mujer y como feminista, dirigida al señor ministro, y de paso al alcalde de Cádiz y a los trabajadores de Navantia: "Pero lo que no nos ha dicho usted es cuál es el blanco".