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sábado, 15 de febrero de 2025

¿Dónde está el infierno?

    El infierno etimológicamente es lo de abajo y está abajo, en el centro de la tierra, pero antes de entrar en el infierno cristiano propiamente dicho y dantesco, conviene que visitemos el pagano, tal como nos lo pintó Lucrecio, que, en realidad, se dedicó a despintárnoslo, como vimos en Una vida infernal (Acherusia uita)
 
    Célebres son sus versos que lo desmitifican: Todo aquello sin duda que en el Aqueronte profundo / han contado que hay, lo tenemos en vida nosotros. Los demonios que pueblan ese "Aqueronte profundo", ese infierno, que cita Lucrecio son Tántalo, Ticio, Sísifo, las Danaides, así como Cérbero, las Furias y el Tártaro: prolongaciones todas de nuestras miserias cotidianas, proyecciones que situamos en el Más Allá, queriendo alejarlas tal vez así de nosotros cuando las tenemos delante de nuestras propias narices todos los días y no queremos verlas. La vida es el infierno de los necios, según tradujo en un hendecasílabo el abate Marchena a Lucrecio. 
 
Las Danaides, J. W. Waterhouse (1903-4)
 
     El Catecismo del padre Astete, nacido en 1537 y muerto en 1601, tuvo tanta difusión que se contabilizan de él más de mil ediciones desde su primera publicación. A la pregunta de qué es el infierno, responde que hay cuatro clases de infierno, sitos todos ellos en el centro de la tierra, que son, a saber: El infierno de los condenados, el Purgatorio, el limbo de los niños y el libro de los Justos o Seno de Abraham. Y en concreto, sobre el infierno de los condenados dice que “es el lugar adonde van los que mueren en pecado mortal para ser en él eternamente atormentados”. A la pregunta, relacionada de quién es el Demonio, responde: Es un Ángel que, habiéndolo criado Dios en el Cielo, por haberse rebelado contra su Majestad, con otros muchos, le precipitó en los Infiernos con los compañeros de su maldad, que llamamos Demonios
 
El Infierno, Giovanni da Modena (1410)
 
     El poeta John Milton sitúa el infierno, relativizado, en el primer libro de su Paraíso perdido, versos 254-255, en nuestra mente: The mind is its own place, and in it self / can make a Heav’n of Hell, a Hell of Heav’n, sugiriendo que no está en el centro de la tierra, ni abajo, en el inframundo, sino en nuestra mente, que puede hacer un cielo del infierno y un infierno del cielo. 
 
    Cada uno tiene su propia idea del infierno. Para Sartre (l'enfer c'est les autres) el infierno son "los demás", aunque podía muy bien haber dicho que el infierno soy yo (l'enfer c'est moi même), dado que no parece que haya tanta diferencia entre uno y los demás, ya que uno es uno más del montón. 
 
    Un general del ejército estadounidense William Tecumseh Sherman sentenció, por su parte, war is hell: "La guerra es el infierno", diciendo media verdad, pues le hubiera faltado la segunda parte: peace is hell, en honor a la verdad.
 
     Matt Groening, el creador de Los Simpson y Futurama, ha hecho varias referencias al infierno en su obra, generalmente con un tono satírico y humorístico. En sus primeras tiras cómicas de Life in Hell (1977-2012), el "infierno" se representaba como la rutina de la vida cotidiana, el trabajo aburrido y la opresión del sistema. Publicó numerosos títulos: Work Is Hell, School Is Hell, Love is hell, childhood is Hell... en los que equiparaba el trabajo, la escuela, el amor, la infancia al infierno, que para él era, como para Lucrecio, no un lugar del inframundo, sino la vida cotidiana que impone una existencia absurda y sin sentido. En resumen, el "infierno" en lugar de un castigo divino situado en el más allá, se localiza en el más acá, en el estado en el que todos ya nos debatimos...