In memoriam Hakim Bey, creador de la TAZ, Temporary Autonomous Zone o Zona Temporalmente Autónoma.
Peter Lamborn Wilson, alias Hakim Bey (1945-2022)
-Falsifica billetes de banco de cinco, diez, veinte, cincuenta, cien, doscientos y quinientos euros que den el pego. Ponlos en circulación en lugares estratégicos, de forma que nadie pueda distinguirlos de los de curso legal. Con este acto terrorista de sabotaje al Estado y al Capital, tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando, demostrarás algo que ya sospechábamos todos: que todos los billetes (legales o ilegales) son igualmente falsos, y que el dinero, aunque real como la vida misma y de uso corriente, contante y sonante, es la más falsa de todas las monedas acuñadas.
-Secuestra a una persona que ocupe algún cargo de responsabilidad, aunque
no sea muy importante, en alguna empresa privada u organismo oficial de la
administración que recae sobre el pueblo, y no pidas ningún rescate económico
por ella. Exige a sus seres queridos a cambio de su liberación inmediata que
depositen en una maleta de grandes proporciones una cantidad infinita de
ternura .Con esta acción liberarás a esa persona en primera instancia y a la
humanidad en segundo lugar de la carga de su cargo. Esta persona te lo
agradecerá en el fondo de su alma, experimentando el llamado síndrome de
Estocolmo o una comprensión y simpatía absolutas hacia ti, su secuestrador.
-Okupa y allana moradas ajenas, edificios públicos y templos religiosos
de cualquier confesión, no desvalijándolos, sino por el contrario, dejando
joyas poéticas en ellas, que sean la huella visible de tu paso por allí: algún
verso ebrio y asesino, o más bien, hachisino, de Rimbaud, un pedo aromático de
Rilke, heces descompuestas de Valéry, una salve marinera de Alberti a la Virgen
del Carmen, un hexámetro dactílico inspirado en Virgilio de Gioacomo Leopardi, un vómito
interminable de Lautréamont, una estrofa maldita de las Flores del Mal de
Baudelaire donde se exalta el amor lésbico, un eructo metafísico de Blake, un
regüeldo a vino peleón y rojo del color con que se tiñe el mar de Homero, o una
metáfora espléndida de Lorca.
-Instala placas conmemorativas de latón en lugares públicos y privados
donde hayas experimentado alguna revelación trascendente y descubierto la
mentira de alguna de las verdades o fes en las que creías. Sucedió una vez pero
ha sido ya para siempre, grabado como está en el agujero negro donde se hunde
la memoria infinita de todas las galaxias.
- Convoca una huelga salvaje e ilegal en tu centro de estudio o de trabajo,
basándote en que dicha institución no satisface en absoluto las demandas
urgentes de indolencia, cariño y belleza espiritual del pueblo soberano, que se
subleva así contra el régimen democrático de dominio vigente y contra el
ordenamiento constitucional establecido. Utiliza como lema de una pancarta: La
imaginación contra el Poder.
-Asalta con pasamontañas el área de servicio informatizado de atención
al cliente de un Banco cualquiera, o de una gran superficie comercial de uno de
esos hipersupermercados donde todo se compra y todo se vende, en un día y una
hora punta. Puedes también asaltar la sede de algún partido político, mejor si
es en época electoral, arrojando una potente bomba fétida, y vete a toda
pastilla antes de que cundan el pánico y el gobierno decrete el Estado de
Alarma, y se descubra a qué huele el pastel de todo aquello de verdad.
-Lanza una terrible maldición contra la institución maligna que más
aborrezcas. En una carta adjunta, explica en una lengua muerta (sánscrito o
latín, por ejemplo) que el conjuro se lanza contra la institución, no contra
las personas; si hay personas que se identifican con la institución, como el
Rey Sol lo hacía con el Estado, peor para ellas, porque sentirán en sus carnes
el poder de un maleficio que en principio no iba contra ellas. La maldición
infectará la sede de la institución de mala suerte y de un miasma de peste,
negatividad y entropía negativa y podredumbre.
-Organiza la guerrilla urbana de liberación infantil de resistencia
civil para liberar a los niños de los deberes de ser adultos y responsables,
descargándoles del peso de la responsabilidad fatal y futura de ser hombres y
mujeres como Dios manda el día de mañana.