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jueves, 4 de julio de 2024

¿Quién manda aquí?

    Se preguntaba el poeta austriaco Erich Fried (1921-1988) en uno de sus Cien poemas apátridas (1978), titulado 'En la capital': «¿Quién manda aquí?» / pregunté. / Me dijeron: / «El pueblo naturalmente» / Dije yo: / «Naturalmente el pueblo / pero, ¿quién / manda realmente?». 
 
    Si reformuláramos la pregunta, nos responderían lo mismo nuestros conciudadanos: el pueblo. Esto es una democracia: gobierna el pueblo... Sí, sí, pero de verdad ¿quién gobierna? ¿Quién o qué se esconde detrás de ese 'pueblo'? No buscamos personas con sus nombres propios y apellidos, perfectamente intercambiables entre sí, independientemente de su ideología política, que vienen y van alternativamente, sino algo más constante y sustancial. 
 
 
    ¿Cuántos de nuestros conciudadanos o compatriotas creen que vivimos en un Estado soberano llamado “España”, un Estado constituido y constitucional como los Estados Unidos de América, gobernados por individuos como Biden o Trump, o quien sea que salga de las urnas? No nos engañemos. Preguntémonos, como hace el poeta austriaco, ¿quién gobierna aquí? Y no nos conformemos con la respuesta de rigor: el partido que sea, el presidente que sea... porque ni siquiera hay un país en sí que se llama España  como nos enseñaron en la escuela cuya capital es Madrid... 
 
    Aunque no sea una cita muy literaria, porque pertenece a una película clásica, en concreto a Network, un mundo implacable dirigida por Sidney Lumet en 1976 y escrita por el dramaturgo y novelista Paddy Chayefsky (1923-1981), esto es lo que le dice el señor Jensen a Howard Beale que puede servirnos como respuesta a la pregunta que formulaba Erich Fried: “Usted es un anciano que piensa en términos de naciones y pueblos. No hay naciones. No hay pueblos. No hay rusos. No hay árabes. No hay terceros mundos. No hay Occidente. Sólo hay un sistema holístico de sistemas, un vasto e inmanente, entrelazado, interactuante, multivariable, multinacional dominio de dólares. Petrodólares, electrodólares, multidólares, reichmarks, rins, rublos, libras y shekels. Es el sistema internacional de moneda el que determina la totalidad de la vida en este planeta. Ese es el orden natural de las cosas hoy. ¡Esa es la estructura atómica, subatómica y galáctica de las cosas hoy! […] ¿Estoy llegando a su entendimiento, Sr. Beale? Se levanta frente a su pequeña pantalla de veintiún pulgadas y aúlla sobre Estados Unidos y la democracia. No hay Estados Unidos. No hay democracia. Sólo hay IBM e ITT y AT&T y DuPont, y Dow, Union Carbide y Exxon. “Ésas son las naciones del mundo hoy en día”. 
 
    Sé que a mucha gente le costará aceptarlo, pero no hay España que valga. Diríamos que España no existe, si no fuera mentira, porque sí que existe: España es una provincia, una subdivisión territorial del Imperio supranacional capitalista planetario. Y lo mismo ocurre con todos los demás países occidentales. Por eso, en realidad, nada cambia nunca, independientemente de cuáles sean los líderes que estén al frente en cada momento. Nos hallamos ante un simulacro, un espectáculo. Una simulación de democracia. 
 
 
    Sin embargo, el hecho de que sea un espectáculo no significa que no tenga consistencia real. La simulación de la democracia es esencial para el Imperio. Es lo que nos mantiene enfrentados entre nosotros, en lugar de enfrentarnos al Poder. Es lo que alimenta la guerra: la guerra contra el terrorismo, la guerra contra el virus, la guerra contra el populismo, la guerra contra la desinformación, la guerra contra otros estados o la guerra contra lo que sea. 
 
    No, no son nuestros mandarines los que gobiernan los países y el mundo, sino aquellos que crearon tanto el capitalismo como el comunismo, tanto oriente como occidente para engañar al mundo entero con estos ilusorios trampantojos... ¿Quiénes son entonces? Los banqueros internacionales. Pero no tanto sus personas como el dinero que mueven y los mueve. Los líderes de las naciones son solo marionetas seleccionadas que obedecen un guion que les dan las instancias superiores. A la pregunta de quién manda aquí, la respuesta es: "Aquí mando yo". Y el que responde es Don Dinero, el más poderoso de todos los caballeros, o Regina Pecunia, que decían los clásicos latinos, cambiándolo de género gramatical: Doña Moneda. 
Todo, que sea, lo logro en la tierra, yo, reina Moneda;
La humanidad, por tal, hónrame a mí con tesón.
 
     Lógicamente, habría que actualizar los datos del monólogo de la película: Las monedas más representativas, aparte de los inevitables dólares, son ahora los euros, las libras esterlinas, los yenes, los yuanes y los rublos, todos perfectamente canjeables, sobre todo en su dimensión digital... No hay que olvidar que el dinero físico de billetes y monedas tangibles está desapareciendo, pero eso no significa que vaya a desaparecer el dinero, sino que va a alcanzar una materialización inmaterial, espiritual. 

    Y en lugar de IBM y demás, habría que citar como las naciones del mundo actual a Vanguard, Blackrock, State Street, Reserva Federal, City of London y tutti quanti.