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miércoles, 11 de junio de 2025

¡MÁS GASTOS SOCIALES, MENOS MILITARES!

    El Ejecutivo progresista carpetovetónico sube en 4000 M el presupuesto en Defensa y reduce en 1000 M el de Educación. La eme mayúscula, por cierto, en este contexto es abreviatura de millón(es). Los Ministerios que más dineros pierden son Hacienda, Educación y Ciencia. La gente reclama, desde abajo, a Papá Estado que gaste menos en la promoción de la guerra, y más recursos en las cosas que se consideran buenas para el pueblo como la salud, la educación y demás necesidades sociales, pero entonces Papá Estado dice que hay que defender lo que tenemos, porque está en peligro todo lo demás. Además, nos tranquiliza -es un decir- diciendo -es otro decir- que el aumento del gasto militar no va a comportar un recorte de los gastos sociales porque, en el fondo, los gastos militares son también gastos sociales.
 
    El presidente y sus adláteres defienden a capa y espada el rearme porque genera puestos de trabajo, mejora las condiciones de nuestra tropas, fortalece las telecomunicaciones y la ciberseguridad, apoya en la gestión de emergencias y desastres naturales, fomenta misiones humanitarias en el exterior, y es bueno para la salud y sostenible para el planeta. Nos convencen así de que la dicotomía entre gastos sociales y militares es falsa porque los segundos son gastos sociales, y más importantes y sociales, si cabe, que los primeros en tiempos de indefensión como los actuales, en los que hay que invertir en “instrumentos de defensa y disuasión”. 
 
 
    ¿Adónde se fueron, haciendo un poco de memoria histórica, las manifestaciones multitudinarias contra la guerra de Iraq, y el ¡NO A LA GUERRA! de los años del Señor de 2003 y 2004? ¿Dónde, más atrás, las manifestaciones contra la OTAN de los años ochenta, que coreaban el lema ¡OTAN NO, BASES FUERA!? 
 
    El Partido ¿Socialista? ¿Obrero? ¡Español!, que decía de entrada que no a la Alianza Atlántica, nos metió de cabeza en ella mediante un referéndum que ganó por los pelos mediante la manipulación del electorado. La democracia, en efecto, no es el gobierno del pueblo, sino el de la Opinión Pública, que no es la opinión del pueblo, porque el pueblo no tiene opinión, tiene razón y razones, sino la del gobierno, que sí tiene opinión y que la impone. Entonces gobernaban el P¿S?¿O?¡E! y los medios de formación masiva de la Opinión Pública a su servicio. 
 
    El bombardeo, nunca mejor dicho, al que los medios nos han sometido a raíz de la guerra de Ucrania, que es la guerra de Putin, el nuevo Hitler que hay que combatir a toda costa, nos infunde miedo, terror, pánico, como hicieron durante la pandemia de la que ahora nadie quiere oír hablar, con una amenaza que no es tal, como la rusa. Seguimos en la caverna de Platón, ahora en su versión electrónica: la e-cave o e-cavern punto 2.
 
 
    No vayamos a creer tampoco que la gente es tan pacifista como pudiera parecer. La mayoría no se opone a las guerras cuando son ‘en legítima defensa’: si te atacan, es legítimo defenderte. El concepto de legítima defensa está tan arraigado en el inconsciente colectivo que los aparatos de propaganda de los estados siempre presenten las guerras como defensivas, ya sea ante una ofensa real, simbólica o ficticia. 
 
    Los grandes medios de ahormación de masas, pertenecientes la mayoría a conglomerados empresariales y fondos de inversión con intereses económicos directos, moldean la Opinión Pública hasta crear una mayoría favorable a sus propósitos y favorecen de este modo la rentabilidad de sus jugosas inversiones. Envuelven su discurso con palabras bonitas como 'seguridad', 'tecnología', 'progreso', 'cooperación internacional' y un larguísimo etcétera, camuflando el hecho de que están trabajando en beneficio de la industria del armamento, presentándonos además al ejército como si fueran altruistas hermanitas de la caridad con un par de pistolas al cinto. 
 
    Las exigencias militares de los EEUU y de la OTAN ya no se conforman con el 2%. Ahora hay que llegar al 3% y 3,5%, poniendo ya la vista en el 5%... si no queremos acabar hablando ruso a la fuerza, según dice el secretario general de la Alianza Atlántica, en una espiral que parece que no hay Dios que la detenga. Y, frente a eso, como dicen los amigos antimilitaristas: Los ejércitos están para hacer la guerra, y de aquí que se pertrechen con tantas armas e instrumentos mortíferos. Tienen cazas, tienen bombarderos, tienen helicópteros artillados, tienen carros de combate... La denominación de sus artilugios no sugiere misiones de paz, precisamente.
 
    Frente al rearme, las almas piadosas le piden al inexistente Agnus Dei, el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, que nos dé la paz con divinas palabras: Dona nobis pacem. No hace falta ser creyente para apreciar la Misa en si menor de Bach,  una obra maestra de la música. He aquí el final de esta misa, el Dona nobis pacem, grabado en la Filarmónica de París en abril de 2015, dirigida por J. E. Gardiner con el Coro Monteverdi. 
 
 

sábado, 7 de junio de 2025

A la contra (y II)

     Si hay gente que no se conforma con los videojuegos bélicos y necesita desfogarse disparándose y librando batallitas en la vida real, debería usar artefactos de juguete o armas blancas curioso adjetivo que las blanquea no letales para proteger sobre todo a las víctimas colaterales que no quieren que las maten. 

  
     No hay que olvidar, que para desahogarse y confrontarse con los demás existe el deporte competitivo, una excelente válvula de escape, que además da pábulo a los medios de información estupefaciente, garantizando la paz mediante el rendimiento físico y las reglas universales del deporte, aunque esto, nos tememos, no es suficiente para alimentar la voracidad de la industria armamentista que junto con la farmacéutica gobiernan. 
 
    Hay Estados que poseen muchas industrias de armamento que generan y facturan muchos millones de monises al mes y que matemática, estratégica y financieramente no tienen ningún interés en el desarme, por lo que fomentan el rearme y apuntan a incrementar el gasto en Defensa, con D mayúscula de Dios.
 
    Son empresas que dan, además, empleos directos o indirectos a muchos miles y millones de trabajadores, que podrían, es verdad, reciclarse profesionalmente nunca es tarde para desaprender un oficio y aprender otros si hace falta, no estaría nada mal, mucho mejor, dejar de trabajar, que, el trabajo, como se sabe, no es ninguna bendición de Dios, no nos engañemos, sino todo lo contrario: la maldición de una esclavitud. 
 
    Lógicamente —y sabemos que la lógica no basta para quienes se interesan por lo que no lo es— las armas de fuego deberían prohibirse igual que las drogas sintéticas, por ejemplo. A menos que decidamos legalizar las drogas sintéticas, argumentaría alguno, que no estaría mal, si no fuera porque no hace falta, dado que ya están parcialmente comercializadas: producidas por los grandes grupos farmacéuticos —Sanofi, Bayer, Pfizer, Servier, etc.—, recetadas sistemáticamente por médicos y consumidas inocentemente como "medicamentos" (¡otra estafa semántica!) por clientes/pacientes viejos, convierten a nuestros países en residencias de ancianos drogadictos...  
 

     Traicionados en numerosas ocasiones por nuestros líderes bajo la presión de los grupos de presión los que mandan son los más mandados-, no vamos a dedicarnos a defender la paz -que ese es el argumento de los gobiernos y sus respectivos ministerios de Defensa llamados de la Guerra, cuando a las cosas se las llamaba por su nombre: al pan, pan y al vino, vino; y además, hay paces como la de los cementerios y la imperial que no parecen muy atractivas ni deseables, la no violencia o el irenismo irene es el nombre de la paz en griego sino a combatir la guerra: desmilitaricémonos. 
 
    Repitámoslo una vez más: si civil se opone a militar, civilizado es lo contrario de militarizado. Civilicémonos un poco más desmilitarizándonos y desarmándonos. Desmilitarizar el mundo también significa desideologizar sistemas y mentes. Deshacerse de creencias, naciones y banderas. Como escribía aquel joven Savater juventud, divino tesoro, que cantó Rubén en “Las razones del militarismo” (1984): “Hoy todavía se nos presenta como el mayor mérito de las banderas el que mucha gente ha dado su vida por ellas y pocos se atreven a ver precisamente ahí la mejor razón para detestarlas”. El verdadero patriotismo consiste en odiar las patrias, todas y cada una, las grandes y las chicas, empezando por la propia de uno.

viernes, 6 de junio de 2025

A la contra (I)

    ¿Son defensivas las armas con las que pretenden (re)armarnos y solo sirven para protegernos, como predica la Excelentísima Señora Ministra de Defensa perdón por el eufemismo del Gobierno progresista de las Españas de Dios? ¿Lo dice ella de verdad porque es lo que verdaderamente piensa, o lo dice, más bien, porque, dada la carga de su cargo, no puede decir otra cosa más que esa, ya que le pagan para que diga eso precisamente, que es lo que está mandado desde las altas instancias que se diga, y no lo que cualquiera diría, incluida ella misma, si la dejaran y se dejara pensar y sentir lo que le sale de abajo y de sus adentros? 
 
 
     ¿Defenderse, además, de qué? ¿De quién? ¿De la gente que se defiende de las agresiones de la gente que se defiende de la gente que se defiende... entrando en un bucle sin fin? ¿No será que solo son defensivas nuestras armas y ofensivas las de los demás y que por eso mismo las de los otros, siendo defensivas como las nuestras, nos ofenden y nos obligan a defendernos? 
 
    Recordemos, haciéndole un hueco a la poesía en medio de tanta prosa, la oda de Horacio (1.22) en estrofas sáficas sobre lo innecesario de las armas en medio de parajes llenos de peligros, incluido el viejo lobo que luego aparecerá en los cuentos infantiles para asustar a los niños al grito de que viene el lobo: El de vida honrado y de crimen libre / no precisa lanzas moriscas ni arco / ni cargada aljaba de emponzoñadas, Fusco, saetas, // si es que por las tórridas Sirtes ruta / va a seguir o el Cáucaso desabrido, / o por campos que con su lengua Hidaspes, mítico, lame. // Que de mí huyó en bosque sabino un lobo, / al cantar a Lálage amada,  yendo / lejos de mis lindes y descuidado yo y desarmado, // monstruo cual ni bélica Apulia en vastos / encinares cría ni a luz engendra / la nación de Juba, de mil leones árida madre. // Ponme en fríos páramos donde brisa / veraniega a árbol ninguno alegra, / en rincón del mundo que niebla y cielo avieso castigan; // ponme bajo el carro de un muy cercano / Sol, en una tierra negada al hombre; /amaré a mi Lálage que habla dulce, dulce que ríe.  
 
    En el siguiente vídeo se canta la oda horaciana en versión original para que se oiga como sonaba: 
 
  
    ¿Son disuasorias las armas? Pueden disuadir al enemigo, pero a nosotros nos persuaden a usarlas en primer lugar como amenaza, y en segunda y no menos importante instancia, cuando la amenaza no basta, empleándolas efectivamente. Y ya se sabe que, como dice la gente, las armas las carga el diablo. ¿Cómo algo que está destinado para matar va a desistir de su propósito? No son, pues, disuasorias las armas sino persuasorias: si nadie estuviera armado, nadie tendría nada que temer de los demás.
 
     Las armas se fabrican para venderse. Y se compran para usarse. Y las armas, en la práctica, sirven para matar, y es lo que hacen: matan. A miles de millares, a millones, a lo largo y ancho de la Historia universal. Una y otra vez. 

     Un aforismo romano decía: Cedant arma togae: Que cedan las armas a la toga, es decir, que el poder militar se someta al político, pero lo que hemos aprendido es que debajo de las togas están ocultas las dagas, es decir, que el poder político no se sostiene sin la fuerza de las armas. Que se lo pregunten a Julio César que en las idus de marzo del año 44 antes del Cristo fue acuchillado por los senadores  que ocultaban sus puñales bajo las togas.
 
 
 'Acción humanitaria en misión de paz'
 
    La guerra es un mercado. Un pasatiempo mórbido y subvencionado. Más allá del engaño semántico de la «Defensa» (con D mayúscula, como Dios, y justificada con el epíteto de 'legítima'), hablamos de asesinatos masivos autorizados.   
 
    Con frecuencia oímos a seres adultos aparentemente normales entusiasmarse como niños subnormales con juguetes bélicos: misiles, drones, tanques, aviones, artefactos nucleares y demás — de tal o cual país. ¿Cuál es la edad mental de esta gente? ¿Creen sinceramente que estamos condenados a matarnos entre nosotros para siempre? En cuanto a quienes disfrutan viendo desfilar a jóvenes sumisos fusil en ristre, listos para ser inmolados en aras de la Patria, o de cualquier otra idea dulce et decorum est pro Idea mori ¿qué podemos decir si no es aquello que cantaba Paco Ibáñez versionando a Brassens de que "cuando la fiesta nacional, / yo me quedo en la cama igual, / que la música militar / nunca me supo levantar"?

domingo, 1 de junio de 2025

A la tercera va la vencida.

    La impresentable presidenta que regenta la Unión Europea ha recibido el premio Carlomagno 2025, el máximo galardón del viejo continente para quienes como ella promueven los devaluados valores europeos: una defensa ofensiva, mayor innovación tecnológica -¡lo que nos faltaba!-, ampliación de la UE a nuevos miembros -más Una, más Grande, más Libre-, y la protección de la democracia -no faltaba más, la democracia es la perfección ideal del Régimen- y de la resiliencia, que es el nombre secular de la vieja resignación cristiana. 
 
    La lógica implacable del lenguaje orgüeliano se ha implantado en el discurso político europeo en la lengua del Imperio, of course, que ya no es el latín, sino el inglés. Según dicha lógica, war is peace,  la guerra es el camino hacia la paz -si uis pacem, para bellum, que decían los romanos, y así les fue- mientras que la paz es solo una tregua para preparar la guerra, que es el objetivo de toda política que se precie, por aquello de aquel barón y militar prusiano de que la política no es más que la continuación de la guerra por otros medios (no menos violentos al fin y a la postre), y, podemos añadir nosotros, viceversa, la guerra no es solo la continuación de la política, sino el acto esencialmente político que fundamenta el dominio del Estado sobre el pueblo. 
 
     Los europeos nos hemos visto embarcados de la noche a la mañana en un buque pilotado por unos gobernantes que cual caballeros medievales pretenden “hacer sangrar a Rusia”, con el declarado pretexto de salvar a la princesa que es Ucrania atacada por el dragón, que es Rusia,  para lo que es preciso no solo armarse de valor, sino además de armas de destrucción masiva, no vaya a ser que la ocasión nos pille indefensos e inermes. Nos arrastran, pues, con los ojos vendados a la que ya se ha bautizado, por aquello de que no hay dos sin tres, como la tercera guerra mundial, y ya se sabe que como dice a veces la gente, a la tercera va la vencida: el desastre de un conflicto en el que todos seremos perdedores. Europa vuelve a ser raptada y arrebatada por el toro bravo de la beligerancia geoestratégica.
 

    El silencio del pueblo, de la gente, clama al cielo y resulta ensordecedor en todos los países, por no hablar de los presuntos intelectuales orgánicos, que callan como putas, lo que son. Hemos sido anestesiados, insensibilizados a fuerza de informativos telediarios. Cuando alguien levanta su voz contra el rearme enloquecido que predican, proponga o no otra cosa, porque para oponerse a algo no hace falta dar alternativas, sino decir simple- y llanamente que no, es enseguida tachado de “marioneta de Putin”, de hacerle el juego al zar ruso, que es lo que él quiere, que todos bailemos a su son. No hay matices: o estás conmigo o contra mí.
 
    Uno puede condenar la invasión rusa de Ucrania, camuflada de operación especial (militar), pero puede comprender a la vez que es la lógica consecuencia de la persistencia de una organización (militar) cancerígena como es la OTAN, calificada de defensiva, y que, lejos de disolverse cuando desapareció el Pacto de Varsovia, como hubiera sido lo esperado al no tener en frente al bloque comunista rival, siguió ampliándose y llevó su expansión, que ya es metástasis, hasta las fronteras mismas de Rusia, violando los tratados internacionales.
 

    La guerra de Ucrania, que vino a sustituir a la guerra contra el virus coronado en todas nuestras pantallas, tanto las hegemónicas del salón de casa familiar, presidido por el televisor, como las de nuestros móviles individuales, dura ya tres años; las víctimas a ambos lados superan con mucho el millón, aunque ninguno de los países enfrentados dé cifras fidedignas de muertos, heridos y mutilados. A lo que hay que añadir los millones de ucranianos -o ucranios, según el execrable Periódico Global(ista), que huyeron del país, unos a Europa Occidental, llegando algunos hasta las Españas mismas, otros a Rusia, todos ellos intentando escapar de la violencia desatada por sus democráticos gobiernos, un auténtico desastre. Y nuestros democráticos gobiernos, negándose a aceptar que, dada la desigual relación de fuerzas, la guerra está perdida, arropan al presidente ucraniano, el títere NATO de los Estados Unidos,  prometiendo el envío de más armas y dinero y hasta tropas auxiliares si hacen falta, para que el ejército de ese país siga luchando hasta el último hombre y la última mujer equiparada al hombre en el arte de la guerra. 
 
    Buen tema musical sobre manipulación mediática en el siguiente vídeo del rapero Yaco: Ucrania.
 

jueves, 1 de mayo de 2025

Pareceres LXXIV

361.- El origen de la guerra. Si el coño, como sugiere el cuadro de Gustave Courbet (1819-1877), es el origen del mundo, no deja de ser también y por ello mismo el origen de la guerra, que es tan vieja como el mismo mundo, y que es la madre de todas las cosas en las lenguas romances como la nuestra -o el padre en aquellas en las que la palabra es de género masculino, como el griego antiguo (ho pólemos) o el alemán moderno (der Krieg). Ya el poeta Horacio dejó escrito aquello de que antes de que Hélena se convirtiera en casus belli de la primera guerra mundial literaria occidental de la que tenemos registro escrito, la de Troya, la mujer había sido objeto de otras guerras (Nam fuit ante Helenam cunnus taeterrima belli / causa). El poeta no dice la mujer, sino el "coño", literalmente aludiendo al todo con la mención de la parte. Y no había sido un motivo de guerra cualquiera, sino uno muy sangriento y cruel. La artista francesa contestataria que se hace llamar Orlan (1947-...) ha parodiado el lienzo de Courbet al menos en dos ocasiones mostrando una verga en erección y titulando su obra, precisamente: El origen de la guerra a fin de criticar la falocracia patriarcal. No es una verga en estado de reposo, sino arrecha, la que quiere poseer ese coño que origina el mundo, y que sería el origen de la guerra. 
 
 
362.- Bancos públicos unipersonales. El viajero que ha estado en Helsinki vuelve contando que la capital danesa es una ciudad preciosa, y que ha visto cosas que no había visto hasta entonces y que lo han entristecido como los bancos individuales donde los viejecitos que se sienten no van a poder hablar con nadie más que consigo mismos, solos como están y como se sienten y se sientan, unos bancos donde no podrá echarse a dormir ningún indigente o vagabundo que no tenga techo ni catre en que yacer. No deja de ser una arquitectura hostil, cada vez más individualista. Los bancos públicos individuales te ahorran, además, tener que mirar a otra persona que se siente en ellos, porque miran en direcciones diferentes. Al parecer, ha contado el viajero, también hay bancos para parejas, donde caben dos personas, porque dos se hacen compañía, pero no tres porque ya son, como dice el refrán, una multitud. 
 
 
363.- Contenedores policiales. Se han instalado, según las noticias que me llegan, en algunos puntos de la geografía nacional contenedores de basura digitales que para abrirse y permitirnos depositar nuestros residuos reciclables nos piden al modo policial previamente que nos identifiquemos. Un paso más hacia el estado totalitario que soñó Órgüel y que personificó con la metáfora del Big Brother, Gran Hermano o Hermano Mayor. La gente que va a tirar la basura y se encuentra con estos engendros se pregunta, como es natural: ¿Por qué y para qué tengo yo qué identificarme al ir a tirar la basura, que es una cosa que suelo hacer una vez cada día? ¿Por qué voy a ceder mis datos particulares de horarios, veces que abro el contenedor al ayuntamiento o a la empresa que gestiona la recogida y procesamiento de los residuos? Estos contenedores digitales son contraproducentes porque puede suceder que al estar permanente cerrados la gente deposite los residuos fuera. La identificación debe hacerse con tarjeta física, aconsejable para los mayores (se aprieta el botón y se arrima la tarjeta al visor, se oye una señal acústica y entonces se procede a abrir el contenedor y a depositar la basura), o se puede hacer con la aplicación del móvil, aconsejable para los jóvenes, o con el código de lectura rápida QR. A partir de ahora, dice la publicidad de este vídeo en catalán, que se entiende sin mucho problema, reciclar va a ser más que fácil, va a ser refácil. 
 
 
364.- Una temporada en el infierno. Publicaba Giorgio Agamben un bello texto el pasado 8 de marzo titulado Allegoria della politica, en el que decía, entre otras cosas: Todos estamos en el infierno, pero algunos parecen pensar que no hay nada más que hacer aquí que estudiar y describir minuciosamente a los demonios, su horrible apariencia, sus comportamientos feroces, sus tramas traicioneras. Y añadía: (La verdadera política) comienza en primer lugar con saber dónde estamos y que no se nos da escapar tan fácilmente de la máquina infernal que nos rodea. Para concluir: Del bien sabemos poco y no es un tema que podamos profundizar; del mal solo sabemos que fuimos nosotros mismos los que construimos la máquina infernal con la que nos atormentamos. Tal vez una ciencia del bien y del mal nunca ha existido y de todos modos aquí y ahora no nos interesa. El verdadero conocimiento no es una ciencia, es más bien una salida. Su lectura me ha traído a la memoria aquella seguiriya gitana que escribió, creo, algún antepasado: Perdido no busco / ningún paraíso, / solo quiero, mi vida, escapar de este / infierno maldito
 
365.- El rearme o salto tecnológico en defensa. El embeleco de la Unión Europea con sus 27 Estados presuntamente soberanos, en realidad vasallos feudales, de los que muchos no son más que trocitos de territorios -estatículos, fruto del desmembramiento de antiguos estados o imperios- que partieron los ganadores de las últimas guerras, o ciudades que son paraísos fiscales (Malta, Bulgaria, Rumanía, Letonia, Lituania, Estonia, Croacia, Estonia, Eslovaquia, Chequia, Luxemburgo), votan democráticamente apoyar las decisiones de la Comisión Europea que regenta la aristócrata teutona que adquirió diez dosis para cada europeo favoreciendo en aquella ocasión a la industria farmacéutica y ahora a la armamentística, a fin de cuentas todo, tanto lo uno -vacunas- como lo otro -armas- mueve capital. La Unión Europea aprueba gastar una millonada de euros (digitales o no, da igual: euros son y son un potosí) en armamento, en el rearme o “salto tecnológico en defensa”, según terminología políticamente correcta del jefe del ejecutivo español, que ha cacareado haciendo pedagogía: “Tenemos que hablar de otra manera, dirigirnos a nuestros ciudadanos de otra manera cuando hablamos de la necesidad de mejorar la seguridad y las capacidades de defensa europeas”. España, miembro de dicha Unión, se muestra conforme y aportará sus milloncejos a la hucha común. Españolitos que venís al mundo, os guarde Dios. Preparáos para subvencionar la III Guerra Mundial y para participar en ella. En ese festín vais a ser comensales y también pitanza: Entre tanto id haciendo acopio de suministros para cuando seáis llamados a filas y para cuando se produzca el próximo apagón o blackout en la lengua del Imperio. 

sábado, 22 de marzo de 2025

El rearme

Ya tuvimos un ensayo general de cómo utilizar el miedo para la manipulación de las almas hace cinco años con la crisis pandémica, que resultó enormemente exitosa a escala planetaria. Los gobiernos quieren ahora, siguiendo por la misma senda, que la población civil -eufemismo de 'el pueblo'- se prepare para responder con resiliencia, maldita sea, a una crisis indefinida. 
 
Podría adoptar la forma de un accidente industrial, una fuga radiactiva, por ejemplo, o de un evento climático grave como una inundación (de hecho el calentamiento global, afirman, ha elevado el mar al nivel más alto desde que hay registros históricos), o de una nueva actualización de la pandemia universal, que sería una reedición remasterizada de la gripe aviar de 2004, cepa H5N1,  sin olvidar un conflicto armado, que parece que va a ser la situación crítica más probable e inminente, por lo que ahora pretenden el rearme -perdón por tan obsoleto vocablo- de la vieja Europa abogando por “una nueva comunidad europea de defensa”. La Comisión Europea, en efecto, ha decidido recientemente en este sentido que la UE invertiría hasta 800.000 millones de euros en militarización, o en seguridad, como prefieren camuflarla.  
 
 

Como si dos guerras mundiales sufridas el siglo pasado no hubieran sido suficientes, una Europa cada vez más dividida, pese al nombre de European Union, busca la unidad a través de la designación de un enemigo común, que sería Rusia, y a través de la movilización y la guerra como vía para lograr el dominio, lo que, en su versión más reciente, se denomina «paz», y a través del miedo exacerbado a  la Federación Rusa, olvidando que Rusia es parte, y no poco importante, de este viejo continente, que tras la Segunda Guerra Mundial promovió la cooperación y la paz.
 
Para impedir una paz real, se silencian las voces críticas en los grandes medios de comunicación. En cambio, los estadistas europeos conducen al continente, a ciegas y con gran alboroto, hacia la guerra en defensa de sus valores. Este es el camino claramente seguido por los Halcones guerreros europeos, que afirman, sin ningún rebozo, que Rusia amenaza nuestra convivencia.
 
¡Que vienen los rusos!... Y Europa se prepara para la guerra aquejada de furor militaris. La histeria se ha apoderado del continente. 
 
En este sentido, según el barómetro carpetovetónico del CISco o (Centro de Investigaciones Sociológicas) el 75% es decir casi ocho de cada diez españoles y españolas, exactamente siete y medio o media, ve necesario el rearme europeo, y dos de cada tres verían con buenos ojos la creación de un ejército común para hacer frente a los desafíos (y blablablá...) que el continente va a tener que afrontar en los próximos años. 

El CISco no sondea la opinión pública, sino que la conforma con sus datos estadísticos, creándola. Sus encuestas no revelan lo que la gente piensa, sino lo que debería pensar para ser políticamente correcta y saber cada cual a qué atenerse.  Manipulan la opinión pública con preguntas capciosas del tipo "¿Cree usted que ante una inminente invasión alienígena extraterrestre deberíamos disponer los europeos de efectivos militares comunes que nos defiendan de sus armas de destrucción masiva lanzadas indiscriminadamente contra la población civil?" Y, claro, cualquiera ante una pregunta así, responde que sí, que por supuesto, que no faltaba más, porque la pregunta tiene un sesgo que determina la respuesta. 
 
En su momento, y a propósito de la intrínseca perversidad de las encuestas, escribimos lo siguiente: Si se hace una encuesta es porque se pretende interpretar la realidad según las respuestas que se obtengan de los encuestados. Pero las preguntas encierran una trampa: modifican la realidad que pretendían interpretar. Supongamos que alguien nos pregunta: ¿Es usted partidario de dar un trato humanitario a los esclavos? Imaginemos una casilla que pone SÍ y otra que pone NO. Marcaremos una cruz bienintencionada en la casilla que pone SÍ. Hemos votado como buenas personas que somos por un trato humanitario, lo que en sí es éticamente irreprochable, pero hemos legitimado con nuestro voto la existencia misma de la esclavitud, lo que es bastante inhumano e inmoral. El problema es que la pregunta daba por sentado que hay esclavitud, que existe, que es una realidad física -y es verdad que la hay-, frente a la cual se puede adoptar una actitud u otra. Encuestas como ésta, sin querer tal vez o tal vez queriendo, justifican la esclavitud e inflan el globo del autobombo; de nuestros buenos propósitos de buenos samaritanos.
 

En vez de la palabra "rearme", que es un término que no le gusta mucho y que, por lo tanto, no comparte mucho,  el presi del ejecutivo prefiere camuflarlo como “salto tecnológico para reforzar la autonomía estratégica y para mejorar las capacidades de defensa”. Ahí queda eso. El mismo perro viejo, sarnoso y pulgoso con reluciente nuevo collar retórico. Y lo justifica pedagógicamente recurriendo al infame eufemismo: sustituye una palabra que entiende todo el mundo -rearme- por una frase incomprensible:  "Tenemos que hablar de otra manera y dirigirnos a los ciudadanos (se le olvidaron 'las ciudadanas', error imperdonable en su pulcra corrección política)  de otra manera cuando hablamos de la necesidad de mejorar la seguridad y las capacidades de defensa". Semejante sandez me recordaba a mí a aquella otra cuando decidió llamar al "toque de queda" que impuso en las Españas "restricción de movilidad nocturna". 

Rearme no, nada de rearme, por favor, porque implica forzosamente gastar en armas, y eso, como da a entender la docta Academia (rearmar: equipar nuevamente con armamento militar o reforzar el que ya existía) implica dinero. Por eso nuestra clase política gobernante justifica el dispendio como gasto en seguridad so pretexto de defender el país, y lo hace con el dinero de las arcas públicas de todos los contribuyentes, unos dineros como los de aquellas mascarillas que nos poníamos velis nolis que acabarán dilapidados en burdeles y en farlopa.

viernes, 7 de marzo de 2025

Contra la guerra (Tibulo)

    En el Día Internacional para Concienciar sobre el Desarme y la No Proliferación, que fue anteayer, 5 de marzo, establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas, los gobiernos de la Unión Europea, incluido pese al Brexit, no faltaba más, el británico, e incluido también, no iba a ser menos, el gobierno más progresista de la historia de las Españas, deciden que la prioridad europea es gastar 800.000 millones de euros en armas para la paz... Locos están estos gobiernos democráticos nuestros, han perdido la razón. En lugar de desarmarse deciden todo lo contrario: rearmarse. Lo disimulan -camuflaje de guerra- diciendo que es por la paz amenazada y hablan de defensa de los derechos humanos y de la democracia, lucha contra el terrorismo, misión humanitaria, y, colmo de los colmos, llaman a las tropas de las fuerzas armadas fuerzas... de paz.  

 

    Uno de los primeros manifiestos pacifistas de la literatura occidental es la décima elegía del libro primero del poeta latino Albio Tibulo, compuesta en dísticos elegíacos de hexámetro y pentámetro dactílicos, de la que ofrezco una versión rítmica fiel al fondo y a la forma. Si hubiera que destacar uno solo de sus versos, quizá elegiría, este hexámetro: Quis furor est atram bellis accersere mortem! ¡Qué desvarío atraer con guerras la muerte funesta!


He aquí la elegía completa de Tibulo:

¿Quién el primero fue en empuñar espadas horribles?
¡Cuán brutal y en verdad     hombre de hierro fue aquel!

Vino entonces el crimen al género humano, y la guerra,
más rauda entonces se abrió     vía de muerte feroz.

Detalle de la columna de Trajano, Roma

¿Culpa no tuvo ninguna el pobre y nosotros a nuestra
costa trocamos lo que él      contra alimañas nos dio?

Ni esta codicia del oro valioso había ni guerras
cuando solía tazón      de haya en las mesas estar.

Ni ciudadelas había ni muros, y el sueño lograba
el rabadán en paz,     diseminada su grey.

Que yo viviera entonces y al pueblo no viera con tristes
armas ni oyera el clarín     y el corazón palpitar.

Hoy a la guerra me arrastran, y acaso ya un enemigo
lleva la flecha que me ha     de atravesar el costal.

Pero guardadme, Lares paternos: también me cuidasteis
cuando a vuestros pies     correteaba chaval.

No os sepa mal estar en tosca madera tallados:
que presidisteis hogar     de antepasados así.

Ellos mejor os honraron, cuando con rústico culto
en hornacina vulgar     talla se alzaba de un dios.

Se le aplacaba a aquél, si libaba alguien con vino
o a su sagrada testuz     daba espigado festón.

Y uno en persona llevaba, cumplido el deseo, pasteles
y pura miel, con él,     su hija pequeña detrás.

Pero alejad de nosotros los dardos, Lares, de bronce,
(...) y un cerdo, ofrenda rural,      de un rebosante cubil.

Voy a seguirla con puro vestido y llevar entrelazados
cestos de mirto, y también     frente ceñida de tal.

Yo os guste así: que valiente soldado sea en las armas
otro y con Marte a favor     venza a caudillo rival,

para que mientras bebo narrarme pueda sus gestas
él y con vino pintar     sobre la mesa el cuartel.

¡Qué desvarío atraer con guerras la muerte funesta!
Cerca está ella y sin ver     viene con tácito pie. 

No hay mies ni viñas abajo: sino el can Cérbero fiero
y el barquero feroz     de la laguna infernal.

Con las mejillas ajadas allí y chamuscado el cabello
vaga la pálida grey      hacia la charca espectral.

Cuánto más elogiable aquel al que junto a su prole
gana en humilde hogar     la perezosa vejez.

Él va tras sus ovejas, y tras los corderos el hijo
y agua al cansado le da     tibia la esposa a sus pies.

Sea yo así y platear mis sienes pueda de canas
y hechos, viejo, de un      tiempo pasado narrar.

Paz entre tanto cultive los campos; la paz lo primero
puso, radiante, bajo un      yugo a los bueyes a arar.

Paz nutrió las viñas y el zumo crió de las uvas,
para a su hijo el porrón     darle paterno a beber.

Brillan en paz azada y arado -pero las tristes
armas de atroz militar     baña en tinieblas orín.

Y el campesino del bosque, apenas sereno a su esposa
e hijos se pone a llevar      sobre su carro al hogar.

Mas ya se avivan las lides de Venus, y el pelo jalado
y el derribado dintel      hace a la chica llorar.

Llora ajando sus frescas mejillas, pero él victorioso
llora que hicieran también     tanto sus manos furor.

Pero gandul, el Amor, inspira a la riña palabras
duras y sienta en mitad      él de enfadados los dos.

Ah, es una roca y un trozo de hierro quien a su chica
pega: del cielo aquel      hace a los dioses caer.

Sea bastante rasgar de su cuerpo el ligero vestido,
baste con despeinar      moño del pelo sin más.

Baste haber provocado el llanto: cien veces dichoso,
al que enfadado llorar     puede la tierna mujer.

Pero el que sea cruel con sus manos, escudo y la lanza
porte y de dulce amor      póngase lejos aquél.

Pero a nosotros ven, madre Paz, y sujeta la espiga,
y tu radiante faldón     frutos nos dé a rebosar.

miércoles, 5 de marzo de 2025

Ochocientos mil millones de euros.

Hace un par de años le preguntaban a la rubicunda matriarca teutona y Presidenta de la Comisión Europea que ahora propone, aquejada de furor militaris, movilizar cerca de ochocientos mil millones de euros para la defensa común, si enviaría a sus hijos a la guerra, y esto es lo que respondía:

 -Pregunta: ¿Enviaría usted a sus propios hijos a una misión militar en el extranjero?  

-Respuesta: Si mis propios hijos quisieran ingresar en el Ejército, y si fuera necesaria una misión militar en el extranjero, entonces tendrían que ir. Y yo temblaría y me preocuparía tanto como cualquier otra madre.

(Respuesta diplomática donde las haya. Pone dos condiciones: en primer lugar que sus hijos quisieran formar parte voluntariamente del ejército alemán, y en segundo lugar que fuera necesaria la participación del ejército en una misión exterior, es decir, llamemos a las cosas por su nombre, en una guerra. Si así fuera, tendrían que ir, tanto ellos, los dos varones,  como ellas, las cinco féminas, sin ninguna discriminación sexual puesto que la milicia ya no es solo 'cosa de hombres' sino que se ha generalizado profesionalmente a ambos sexos. Esto último no lo dice ella, pero se sobreentiende: la mili, en muchos países europeos, ya no es obligatoria, sino voluntaria, y el ejército es una profesión más. Pero destaca finalmente este gesto de humanidad maternal de la matriarca que no dudaría en enviar al frente a sus criaturas, presentándose a sí misma “como cualquier otra madre”, temblando y preocupada por sus vidas.

-Pregunta: ¿Alguno de sus hijos está en el Ejército?

-Respuesta (sonriendo porque ese no es su problema): No.

 

A lo cual el presentador del programa de la NDR comenta sarcástico:

-No, no son estúpidos. Afortunadamente, no.

Esta matriarca, abnegada madre de familia numerosa como las de antaño de siete hijos, cinco hembras y dos varones, no tiene a ninguno de sus vástagos en la Bundeswehr o Defensa Federal, que es el eufemismo alemán para denominar al Ejército, por lo que no le atañe ese problema personal, por eso sonríe; no es su problema. Sus hijos no pertenecen a las fuerzas armadas ni van a tener que ir a luchar a la estepa rusa contra el malvado zar y sus mesnadas. 

Pero ella, a fecha de hoy,  insiste en que conseguir una paz duradera “solo puede construirse sobre la fuerza”, se sobreentiende 'armada', y por eso se propone el rearme del engendro de la Unión Europea.  Lo mismo que hizo hace cinco años con las diez dosis vacunales que compró a los laboratorios para cada europeo disparando entonces el gasto sanitario para salvar vidas que no estaban en grave peligro. 

Hoy vuelve a dispararse el gasto, porque se trata de movilizar el dinero para que no se estanque, en pistolas que no hacen ninguna falta para asegurar un futuro que es inseguro por definición. Pero ella, erre que erre, pontifica: "Vivimos tiempos peligrosos, la seguridad europea está muy amenazada". Pero son sus palabras mismas las que están creando la amenaza que describe.

sábado, 23 de marzo de 2024

Pareceres XLIII

211.- La Sagrada Familia. Al parecer el propio Jesús de Nazaré, inseminado artificialmente por el Espíritu Santo, no era hijo único, como se nos ha hecho creer torticeramente a lo largo de los siglos, sino que tenía varios hermanos, hecho que se desprende de la atenta lectura de los evangelios canónicos: Leemos en Marcos, 6, 3, y en Mateo 13, 55, entre otras menciones que pueden rastrearse en el Nuevo Testamento: ¿No es éste acaso el carpintero, hijo de María y hermano de Santiago y José, Judas y Simón?). Así que nada de familias con un único pensamiento o hijo único, o a lo sumo con una parejita heterosexual, no, nada de eso: la Sagrada Familia era una familia numerosa, como las que había antaño, y no como las unipersonales que hay ahora, que no son familia ni nada parecido.

La Virgen María azotando al Niño Jesús ante tres testigos, Max Ernst (1926)   

212.- ¡Símbolo franquista, fuera de la vista! Algún poetastro venido a menos se ha sacado de la manga este ripio de doce sílabas, compuesto de dos hemistiquios hexasilábicos de ritmo trocaico, con rima total o consonante en -ista (sin haberlo procurado, he compuesto un pareado), para corearlo en alguna manifestación autorizada, desfile militar o procesión religiosa o laica, que todo es lo mismo. Su carácter reivindicativo salta a la vista. Se trata de exigir al gobierno de turno que desmantele los símbolos de la España del caudillo F.F.: algún que otro busto, alguna que otra estatua ecuestre, algún que otro letrero de alguna que otra calle, por ejemplo la del 18 de Julio, que recuerda con su ominosa fecha el alzamiento nacionalista, que quedan por ahí. Pues no, mejor que no nos los quiten, que los dejen donde están por el bien de nuestra (des-)memoria histórica: a ver si así caemos en la cuenta de que en realidad nada ha cambiado, si se exceptúa la simbología y nomenclatura. ¿Qué más da que en las monedas aparezca la faz del caudillo que la de su sucedáneo el monarca borbónico? ¿Qué más da incluso que a la vieja moneda, la peseta aquella, se le haya cambiado el nombre, si lo fundamental es que sigue habiendo monedas y que el dinero sigue contando y sonando? 

 213.-Sociedad tripartita.- La sociedad neoliberal, al igual que la medieval o feudal, es tripartita. Hay laboratores, que son los que se dedican a la producción de inutilidades. Hay bellatores, que son los cuerpos y fuerzas armadas de seguridad del Estado, ejército y policía básicamente. Y hay oratores, que son los políticos e intelectuales encargados de gobernar, es decir, de mentir. Estos últimos son la clase sacerdotal, el antiguo clero, en el que se incluyen los periodistas que reconstruyen periódicamente el establecimiento. Su función es justificar el capitalismo, y que los laboratores cumplan su función subordinándose al mercado, convirtiéndose en mercancías, y que los bellatores sostengan la guerra que es la paz, es decir el (des-)orden establecido. 

214.- No somos nadie. Tenemos un nombre propio y unos apellidos, títulos académicos, un empleo, un “curriculum uitae”, es decir una historia, o una biografía detrás, una propiedad o una cuenta bancaria (o, si no lo tenemos, aspiramos a ello porque nos han metido en la cabeza que eso es importante, cifrando en ello el status de nuestro grado de felicidad), pero, a pesar de todo eso y por debajo de esa máscara, sentimos lo que late en lo más hondo (y el pueblo a veces lo reconoce y lo dice cuando se muere alguien), ay, que no somos nada, no somos nadie.

 215.- Ruido de tanques: Uno que fuera mandatario del régimen actual carpetovetónico que conocemos y padecemos en esta sufrida y curtida piel de toro ibérico -conocer es sufrir, la ciencia acarrea sufrimiento, escrito está-, pronunció en su momento la siguiente y muy significativa perla cultivada: “El ruido de los tanques es ahora el ruido del Estado democrático”. Era una declaración de un ahora ex-ministro del régimen. En ella se le escapaba algo más que una opinión personal: le salía un vislumbre de algo muy cercano a la verdad, por decirlo de un modo solemne, o, por lo menos, de algo muy próximo a la denuncia de la mentira: el Estado democrático es el estado autoritario, militarista, patriarcal, violento, dictatorial, totalitario de toda la vida -en fin, todo lo que nos sugiere el paso pesado de los tanques- legitimado tras la segunda guerra mundial y la caída del muro de Berlín por el pueblo en los comicios electorales. Ruido de tanques que, por otra parte, no deja de oírse en películas de hazañas bélicas y en los noticiarios de actualidad, como algo inminente, ahora que la Unión Europea decide -resuenan tambores que llaman a las armas cada vez más cercanos- rearmarse porque no hay paz sin guerra.