Así han glosado algunos el llamado "efecto mariposa" de la teoría del caos: “El aleteo de una mariposa que vuela en la China puede producir un mes después un huracán en Texas”. El aleteo representa un pequeño cambio en las condiciones iniciales del sistema, que desencadena una serie de acontecimientos que provocan fenómenos a gran escala.
Si la mariposa no hubiera aleteado, la trayectoria del sistema podría haber sido completamente diferente.
Einstein, a su modo, dijo lo mismo con otras palabras mucho más bellas; a fin de cuentas, era un matemático o, lo que es lo mismo, un poeta: “Hasta la más pequeña gota de rocío caída del pétalo de una rosa al suelo repercute en la estrella más lejana”.
A veces un fenómeno insignificante, una palabra inconveniente en un momento inoportuno, por ejemplo, puede desencadenar grandes tempestades. Dadme una palanca, dijo el griego, y moveré el mundo. Algo tan nimio aparentemente como una palanca puede levantar un peso enorme sin necesidad de un grandísimo esfuerzo muscular…
Es la moraleja que se desprende de la cantilena infantil popular inglesa For the want of a nail ('Por la falta de un clavo'), cuya versión escrita más temprana es la de John Gower, que remota aproximadamente a 1390.
For the want of a nail the shoe was lost.
For the want of a shoe the horse was lost.
For the want of a horse the rider was lost.
For the want of a rider the battle was lost.
For the want of a battle the kingdom was lost.
And all for the want of a horseshoe nail.
De la que me atrevo a hacer una versión, que dice así:
Por la falta de un clavo perdió la herradura,
por faltar la herradura perdióse el caballo,
por faltar el caballo perdióse el jinete,
por faltar el jinete perdió la batalla,
por faltar la batalla perdióse el imperio,
y todo se echó por la falta de un clavo a perder.