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viernes, 5 de diciembre de 2025

Variety show

Si no lo creo, no lo veo. "Si no lo veo, no lo creo", reza el consagrado refrán popular castellano que a veces se glosa como "ver para creer", que es el preferido para mostrar incredulidad: muchos  cuando dudan de algo, dicen precisamente que si no lo ven no lo creen. Otros, exagerando su incredulidad, llegan incluso a confesar: "Lo veo y no lo creo". Sin embargo el refranero, petado de opiniones personales y topicazos como suele estar, no da mucha razón de las cosas ni dice mucha verdad en general, ni este refrán en particular, no ya porque otro venga a corregirlo aconsejándonos que solo creamos la mitad de lo que vemos: "De lo que ves, créete la mitad, y de lo que no veas no te creas nada", sino porque, para decir algo de verdad habría que darle la vuelta y formularlo al revés: "Si no lo creo, no lo veo", que es lo que sucede normalmente porque nuestros ojos, ciegos como están, solo ven lo que creen ver.

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Contrapublicidad de una entidad bancaria. 

Si crees en ti, es tu problema, chico, eres demasiado creyente, crédulo (o creído, si lo prefieres) y muy pagado de ti mismo, como nosotros también. "Si crees en ti, nosotros también", es un eslogan recurrente en la publicidad de una entidad bancaria, de cuyo nombre no vamos a hacer mención ni propaganda, cuyos anuncios forman parte de una campaña más amplia bajo la etiqueta: #PoderElegirEsTuPoder, que concluye: “Al final decidimos seguir siendo nosotros mismos”.

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Matemáticas dogmáticas y sospechosas (De Mingote, genial)

-A mí lo que me molesta de las matemáticas es que son tan dogmáticas.

-Lo que me parece más sospechoso de las matemáticas es que no tienen ideología.

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 Uno de tantos del montón

UNO-de-50 es, al parecer, una marca de joyería española, que realizaba cincuenta unidades artesanales de cada modelo de joya, vendiendo la ilusión de que cada pieza era única y exclusiva.  

Una bellísima modelo protagonizó la campaña “Culpable de ser yo” en el año del Señor de 2015, celebrando la seguridad en uno mismo y la autoaceptación. El eslogan invitaba a las personas, es decir, a sus clientes, a ser ellas mismas, a disfrutar de su singularidad e independencia, y a sentirse orgullosas de su individualidad, sin sentimientos de culpa. ¿Pero cómo vamos a ser únicos nosotros y nuestra joya artesanal si hay por lo menos otros 49 iguales que nosotros y que nuestra joya, que somos uno del montón de los cincuenta? En resumen, la frase transmite la idea de que ser uno mismo, con las imperfecciones y la singularidad que ello conlleva, no es algo de lo que haya que avergonzarse, sino todo lo contrario: orgulloso de algo que hay que celebrar. No hace falta decir que debido al éxito de la marca, la joyería comenzó a ofrecer enseguida, contra lo que decía su nombre, más de 50 piezas de cada modelo si hacía falta, pero seguía siendo fiel a su ADN en algún caso de edición especial limitada haciendo solo 50 unidades de piezas exclusivas.

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 Los payasos de la tele: La democracia mola, cómo mola.

En horario estelar de máxima audiencia, en prime time, el Ente Público ha emitido esto para adoctrinar a los jóvenes sobre las bondades que ellos no ven por ninguna parte del régimen democrático actual, contraponiéndolo a la dictadura de Franco para hacer que pongan en valor el régimen que les ha tocado padecer, como si no hubiera más alternativa que esto o la dictadura de Hitler, diciéndoles que con el voto pueden cambiar el futuro del país y demás sandeces consabidas. 

      

jueves, 20 de noviembre de 2025

¿Qué pasó hace hoy cincuenta años, papá?

-¿Me preguntas por la efeméride de hoy, 20 de noviembre del año del Señor de 2025, de acuerdo con la memoria histórica de esta abstracción que se nos impone, que es "España"?

-Sí, cuéntame qué pasó hace cincuenta años, porque ahora se celebra el cincuentenario de no sé qué. 

-El 20 de noviembre de 1975, el Veinte-Ene, hace medio siglo, no pasó nada especial, hija mía. Entre otras cosas, murió un dictador que, según el testamento de sus propias palabras, lo había dejado todo “atado y bien atado”. Y así fue. Su muerte sirvió para que pudiera seguir viviendo la oprobiosa dictadura, denominada ahora “democracia constitucional” o también monarquía parlamentaria”: el mismo perro con distinto collar. Puedes ver aquí, hija mía, cómo se utilizan efemérides como esta con fines políticos e ideológicos a fin de construir una determinada identidad nacional y democrática basada en una narrativa específica impuesta desde las altas esferas del gobierno, sobre todo cuando la mayoría de los españolitos (y las españolitas, como añaden innecesariamente los feministas) tiene menos de cincuenta años, y no ha vivido aquello que, en esencia, era lo mismo que esto. 
 
No te preocupes, RTVE, el llamado Ente Público, la Voz de Su Amo, ha hecho gala de su gran trabajo en torno a la Memoria Democrática, 'uno de los ejes principales de actuación', ha revolucionado su parrilla para darnos la matraca con una programación especial durante todo el mes con un especial que se llamará "20-N: 50 años del Gran Cambio", con motivo del cincuenta aniversario de la muerte del dictador, que falleció a los ochenta y dos años de edad en su lecho de muerte, numerosos eventos documentales, reportajes y demás para que te enteres de que desde entonces España -¿quién será esa moza, quién la ha visto y quién la ve, que no hay quien la conozca?- vive en libertad.
  
 
Ya lo reconoce la sabiduría desengañada del pueblo, ese gran escéptico: “A rey muerto, rey puesto”. O sea, que las cosas cambian para poder seguir igual, o peor aún, si cabe, porque disimulan mejor su perversa e inmutable esencia y condición con la falsa ilusión del cambio. A ese cambio lo llamaron transición de la dictadura a la democracia, de lo uno a lo otro, que es lo mismo. Por mucho que se diga que aquello era mucho peor que esto, es mentira: para nosotros, que vivimos ahora, en esta época, que es la única que hay,  lo peor es esto, que es lo que ahora se nos impone, aunque nos distraigan con aquello "otro". 
 
Nadie ya (o casi nadie) lucha contra la dictadura, y no digamos ya nuestros mandamases, que mandan mucho menos de lo que se cree y de lo que ellos mismos creen, porque ahora la dictadura (esta es su mayor victoria) es la democracia. Llaman libertad a lo que hay pero lo que hay no es la libertad.  Hay que gritarlo a los cuatro vientos. 

jueves, 6 de noviembre de 2025

El discurso del presidente

El presidente lee su discurso. Todos los políticos profesionales lo hacen. Él no es ninguna excepción, y a nadie le sorprende. Su prédica la han preparado concienzudamente sus múltiples asesores, que le dictan lo que tiene que leer. Su presentación es impecable, si no fuera por la constante mirada a los papeles. 
 
Solo he tenido acceso a través de un vídeo a unos minutos de su alocución -no me hacen falta muchos más-, dentro de un acto en que se equiparan las palabras "memoria" y "democracia" dando a entender que la fuerza de la democracia es no olvidar la dictadura que según el sedicente gobierno progresista de coalición acabó hace ahora medio siglo. 
 
"Hace unos días conocíamos que más de una quinta parte de los españoles y españolas piensa que la dictadura de Franco fue buena o muy buena"
"Este terrible dato es el resultado también del revisionismo que busca enturbiar nuestra historia para nublar nuestro presente particularmente a las generaciones más jóvenes, que anula nuestro futuro, dado que con frecuencia, como he dicho antes, son nuestros jóvenes los que sucumben a ese discurso".
 
Le preocupa el dato que le parece terrible. El revisionismo histórico que critican los asesores del presidente no tiene en principio por qué ser algo negativo, ya que, como su nombre indica, consiste en una revisión o reinterpretación de la versión oficial sobre los hechos del pasado, que no implica necesariamente una falsificación de la historia, sino que es una fuente legítima y crítica de comprensión. 
 
Son los jóvenes, los españoles que tienen menos de sesenta o de cincuenta años, que son los años que hace que murió el dictador, los que sucumben al discurso de que la dictadura fue buena o muy buena, que no ven su intrínseca perversidad, por lo que necesitan una labor pedagógica “que no enturbie nuestra historia”, porque eso hace que se nuble “nuestro presente” y “anule nuestro futuro”. 
 
 
   
Los jóvenes no han vivido la dictadura, obviamente, pero sí viven la democracia presente, y lo que viven no les gusta, no hace falta que nadie les 'nuble el presente' para ver un capitalismo exacerbado que favorece la corrupción, que es la esencia misma del sistema, y cómo las glorias de este, que son la educación -que ya ni siquiera merece el digno nombre de enseñanza- y la sanidad dejan tanto que desear que nadie que tenga ojos y lo vea puede juzgar que sean buenas. 
 
No hablemos ya de los que sueñan con independizarse y acceder a una vivienda y a un trabajo dignos. Se les dice que no poseerán nada y serán felices. Y no poseen nada, ni casa, aunque sea un piso colmenero de protección oficial, ni trabajo propio como sus padres a su edad. Es cierto que no es la posesión sino el usufructo lo que conlleva el disfrute de las cosas. Pero ellos, que no poseen nada, y como mucho viven de alquiler en un piso compartido, tampoco son felices. 
 
"En fin, algo así no pasa por accidente ni tampoco por casualidad. Lo sabemos bien. Hay una labor lenta pero constante de deslegitimación de la democracia. Se empieza llamando al revisionismo 'concordia' y se termina ignorando, como bien ha dicho antes el Ministro de Memoria Democrática, el que en algunos edificios institucionales se torturó hasta el final". 
 
 
No se puede negar que durante la dictadura de Franco (1939–1975), la tortura fue una práctica sistemática en muchos edificios institucionales —especialmente en comisarías, cuarteles de la Guardia Civil y centros de detención—, y continuó utilizándose hasta el final del régimen, y durante la transición... Eso, naturalmente, deslegitima dicha dictadura, pero sus logros económicos son indiscutibles. 
 
En todo caso, la deslegitimación de la dictadura no legitima per se la democracia, como escribíamos en El franquismo del antifranquismo a principios de año cuando se anunció la celebración institucional del cincuentenario de la muerte del dictador -a moro muerto, gran lanzada.  
 
La dictadura de Franco no fue buena ni muy buena tampoco, pero eso no significa que la democracia actual lo sea simplemente porque se contraponga a aquella. Las comparaciones son odiosas, dice la gente, porque la dictadura que nos importa ahora no es aquella, que es agua pasada, ni la futura como el lobo del cuento infantil, que podría venir, sino esta que estamos viviendo ahora camuflada bajo el nombre de democracia.
 
"Esta ofensiva no solo busca falsear la historia, sino sentar las bases para demoler las libertades que tanto nos costó levantar". ¿Qué libertades son esas? No se ve por ninguna parte dónde están esas libertades que “tanto nos costó -¿a quiénes?- levantar”. 

martes, 28 de octubre de 2025

Mayoría absoluta y silenciosa

    El comentario de la entrada Soberanía popular y soberanía nacional, que decía “Me acordaba de lo que decían los griegos de los muertos: “iénai es pléonas”, “ir a la mayoría”, “pasar a la mayoría”, dándonos una lección de democracia para siempre”, me ha traído a la memoria una vieja viñeta de Chumy-Chúmez a propósito de un célebre verso de una rima de Bécquer dirigido a una tumba ¡Dios mío! ¡Qué solos se quedan los muertos! y la respuesta que esta le da al romántico poeta: ¿Solos? Pero ¿qué dices, Gustavo Adolfo? ¡Si ya somos mayoría absoluta! 
 

     Y, efectivamente, para los antiguos griegos y romanos la expresión 'pasar a la mayoría' era un eufemismo de morir, ya que οἱ πλεῖονες (“los más”) son —en una visión proverbial— los muertos, más numerosos que los vivos.  Se hace referencia con este eufemismo  a la muerte sin nombrarla, como cuando en castellano se dice que alguien se fue al otro barrio. 
 
    Entre los romanos la expresión aparece en el Satiricón de Petronio (42,5), refiriéndose al lugar adonde va la mayoría, aunque no todos todavía, a morir. Un tal Crisanto, víctima de los matasanos... tamen abiit ad plures. medici illum perdiderunt: “sin embargo se fue a donde va la mayoría. Los médicos lo mataron”, que Lisardo Rubio traduc así: "Con todo se ha ido a donde iremos todos". 
 
    También en el prólogo de la comedia de Plauto Cásina, aparece una curiosa fórmula: los muertos son... qui... abierunt hinc in comunem locum “los que se fueron de aquí a un lugar común”, es decir, a un lugar en el que todos hemos de acabar, lo que nos recuerda el afortunado verso de Brassens “la fosse comun du temps”. 
 
     Entre los griegos, en la comedia de Aristófanes Las asamblearias, versos 1072-3, un joven, ante la presencia de una vieja que quiere acostarse con él, se pregunta πότερον πίθηκος ἀνάπλεως ψιμυθίου, / ἢ γραῦς ἀνεστηκυῖα παρὰ τῶν πλειόνων; que traduce con gracia Federico Baraibar y Zumárraga: “¿Es una mona rebozada en albayalde / o el espectro de una bruja que vuelve de los infiernos?,  lo que más literalmente sería "...o una vieja que ha resucitado de entre la mayoría de los muertos".
 
    Pero si hubiera que elegir un pasaje más significativo por la relación entre la muerte y el régimen democrático,  sería la anécdota que refiere Pausanias en su Descripción de Grecia (libro I, 43, 3), donde cuenta que los megarenses pidieron consejo al oráculo de Delfos sobre la mejor forma de gobierno que podrían adoptar, a lo que el dios Apolo les respondió sibilinamente que las cosas les irían bien ἢν μετὰ τῶν πλειόνων βουλεύσωνται si tomaran las decisiones basándose en la mayoría, aludiendo al régimen democrático y asambleario. Los megarenses, sobreentendiendo que “la mayoría” eran los muertos que tenían a sus espaldas y no ellos, mortales que estaban en lista de espera, decidieron situar el buleuterio, el lugar de la asamblea, sobre las tumbas donde estaban sepultados sus muertos, en el cementerio de los héroes caídos, donde podrían tomar sus decisiones contando con la mayoría. 
 
    La expresión antigua permanece en italiano: “andare nel mondo dei più” ir al mundo de los que son más, y de algún modo también en alemán: “er ist zur grossen Armee abgegangen”, cuando se quiere decir que alguien ha palmado, incorporándose a las filas del gran ejército.  
      Si lo que nos interesa es la cuestión concreta de los números y nos preguntamos si hay más seres humanos vivos o muertos sobre la faz de la Tierra, remontándonos al origen del homo sapiens hace unos 300.000 años, habrían nacido según algunos cálculos unos ciento veinte mil millones de personas. Si le restamos a esa cantidad los 8.100 millones aproximadamente que andamos vivos ahora todavía por el mundo, resultaría que efectivamente tenemos más de 100.000 millones de muertos a nuestras espaldas, una mayoría absoluta y silenciosa, por lo que nos corresponderían proporcionalmente unos  14 muertos a cada uno de los vivos en la actualidad. 
 
    Siempre, por más que la población del planeta quiera crecer y multiplicarse como Dios manda, los muertos van a ser mayoría, una mayoría que también vamos a engrosar inevitablemente los que estamos vivos. Esa mayoría absoluta -para la que basta con la mitad más uno- y silenciosa -el que calla, como dice el refrán, asiente, cuyo peso numérico traducido en votos (un hombre, un voto) otorga legitimidad al sistema democrático-, es la que democráticamente gobierna conformista y complacida, diciendo con su silencio a todo que sí e imponiéndose a la totalidad, pese a que la mayoría no somos todos... todavía, ni lo seremos nunca, cuando estemos muertos y enterrados, mientras siga alguien vivito y coleando por aquí. Los muertos, en efecto, son mayoría absoluta.

domingo, 31 de agosto de 2025

Votar a los dieciséis

"Son lo suficientemente mayores para trabajar y pagar impuestos y, si contribuyen, deben tener voz [a la hora de elegir a los representantes que decidan por ellos] en cómo se invierte su dinero". Si contribuyen, deben tener voz y voto. Y si votan contribuyen a la democracia. Eso y no otra cosa es la política: inversión  del dinero. Así defendió recientemente el primer ministro británico, la reforma de la ley electoral anunciada por su gabinete hace unas semanas. Por primera vez, los jóvenes británicos de 16 y 17 años podrán acudir a los colegios electorales a depositar su voto en las urnas, cosa que ya hacían en comicios regionales de Gales y Escocia, y que ahora se amplía a todo el Reino Unido de la Gran Bretaña, donde la participación no llegó a alcanzar en las últimas elecciones el 60% del pueblo convertido en electorado. 
 
El rey-no de las Españas va, aunque en esa misma dirección, rezagado todavía. Aquí los dieciséis- y diecisieteañeros pueden trabajar, pueden cotizar, pueden contribuir a las pensiones, pueden asumir responsabilidades penales como ir a la cárcel… pero todavía no pueden votar. Pero el asunto está en la agenda ministerial.
 
 
Los argumentos que se esgrimen a favor de que voten son que muchas de las personas que actualmente van a depositar la papeleta, dada su provecta edad, ni siquiera vivirán las consecuencias de las políticas que votan, por lo que el voto juvenil se torna imprescindible para construir el trampantojo del futuro.
 
La medida trata de beneficiar a la democracia, es decir, a la definición de “demo”, rebajando la mayoría de edad a los dieciséis años, aunque podría discutirse una mayor rebaja, incluyendo a los catorce- y quinceañeros, por ejemplo, a los que habría que adoctrinar políticamente -ya se encarga de eso el nuevo servicio militar que es la Educación Secundaria Obligatoria- para que ejercieran ese derecho. 
 
En 1931 había muchos hombres y mujeres que no creían en el voto femenino, cuando las mujeres no tenían reconocido ese derecho, pero no por eso dejó de reconocérseles. E Incluso había muchas mujeres de izquierdas como las diputadas Margarita Nelken o Victoria Kent (porque la mujer tenía sufragio pasivo, es decir podía ser elegida pero no elegir) que se opusieron al sufragio activo femenino porque consideraban que el voto femenino, muy influenciado por la Iglesia, iba a escorarse a la derecha. 
 
Voto femenino, portada de ABC de 1933
 
Estos jóvenes, dicen algunos detractores, que no faltan, todavía no han “diseñado su proyecto de vida”, son inmaduros por lo que no saben aún lo que quieren. Pero puede dársele la vuelta a este argumento, dicen los defensores: rebajar la edad de voto podría ayudarles a madurar antes. Muchos votarían, según las encuestas, a la extrema derecha... Pero, claro está, no puede cuestionarse la concesión de un derecho en función del beneficio electoral en clave de partido político o ideología. 
 
Reducir la edad de voto a los dieciséis añadiría casi un millón más de votantes al electorado  y haría que los partidos políticos se preocuparan más de este 'nicho de mercado', corroborando la salud del sistema democrático. Muchos adolescentes no apoyan la democracia como sistema político. Por tanto, es necesario mejorar los canales de participación para reenganchar a esos jóvenes y hacerlos adictos al sistema político y económico vigente en el que están inmersos. 

Ampliar el derecho a voto, recalcan los expertos, mejoraría, además, la práctica democrática: un joven que empieza a votar pronto y se ejercita en ello tiene más probabilidades de continuar haciéndolo durante el resto de su vida, con lo que se combatiría la desafección creciente hacia la clase política y el también creciente abstencionismo electoral. Se lograría, además, la politización y por lo tanto la polarización izquierda/derecha que tan útil le resulta al capitalismo democrático de los jóvenes (o de las personas jóvenes, como prefieren decir los políticamente corregidos). 
 
Los jóvenes son tan responsables o irresponsables como los adultos para formar sus propias ideas y para decidir si votan o no votan, y en el primer caso para decidir en qué urna o papelera de qué partido depositan su sufragio.
  

viernes, 22 de agosto de 2025

De monarquías, oligarquías y democracias.

    Decía Plutarco que había tres regímenes políticos o formas de gobierno de los pueblos, que eran, a saber, la monarquía (μοναρχία), como entre los persas, la oligarquía (ὀλιγαρχία), como en Esparta, y la democracia (δημοκρατία), como se dio en Atenas, cuyas perversiones engendraban tiranías, dinastías y oclocracias respectivamente, coincidiendo grosso modo con la teoría política de Platón y Aristóteles. 


    Bien conocidas las degeneraciones de monarquías y oligarquías a lo largo de la historia, veamos qué es eso de la oclocracia, que es la perversión de la democracia, la forma de gobierno vigente hoy en casi todo el mundo bajo la atenta vigilancia imperial de los Estados Unidos de América y sus aliados. 


    ¿Qué es el gobierno del oclos en el que degenera según Plutarco el demosOclos es el pueblo convertido en multitud, chusma, muchedumbre, plebe, mayoría o vulgo no carente de educación, sino maleducado, es decir,  adoctrinado, prácticamente analfabeto a fuerza de alfabetización y manipulación mediática, porque hoy no se libra ni Dios de la Educación, que es obligatoria como antaño lo fue el servicio militar para los varones. Así pues, la oclocracia no es una enfermedad degenerativa de la democracia, sino la realización de su esencia misma.
 
     Yerra Plutarco también cuando añade que la  democracia extrema engendra anarquía, equiparando esta última con la oclocracia, el desgobierno con el malgobierno,  pues la anarquía, por definición, es la ausencia de gobierno sobre el pueblo, mientras que la oclocracia, como queda dicho, no deja de ser una forma de gobierno apoyada por el voto mayoritario de un número conforme y manipulado que se impone de modo totalitario a la totalidad de la población. Si el oclos es el pueblo convertido en electorado que delega su voto irresponsablemente en sus presuntos representantes, la democracia de verdad no engendraría anarquía, sería la auténtica anarquía, acracia o ausencia de un gobierno, que sería innecesario.
 
  

miércoles, 5 de febrero de 2025

Democracia totalitaria

    Hace bien Juan Manuel de Prada en su artículo Totalitarismo democrático, publicado en Animales de compañía XLSemanal el 2 de febrero de 2025, cuando añade al sustantivo 'totalitarismo' el adjetivo 'democrático', dado que lo primero, como bien dice, no es lo mismo que tiranía, autocracia o dictadura, y lo segundo, democracia, -alguien debe recordárnoslo- no es lo mismo que libertad, aunque pudiera parecerlo ingenuamente a primera vista. 
 
     La democracia es un sistema totalitario porque pretende imponer a la totalidad de los súbditos o ciudadanos la opinión configurada y conformada -opinión pública- de la mayoría, para lo que es requisito imprescindible configurarla a través del sufragio universal, lo que en rigor es imposible porque no hay todo que valga y la mayoría por muy mayoritaria que sea no es nunca la totalidad, aunque se la quiera hacer pasar por ella.
 
    Y así, frente a un totalitarismo blando en la forma hay un totalitarismo duro en el fondo “según los dictados del reinado plutocrático mundial”. El totalitarismo blando se explica porque no se hace un ejercicio despótico del poder, sino todo lo contrario. No es el pueblo, siempre gobernado, el que gobierna, sino Pluto, el dios de la riqueza, previamente cegado por Zeus como se ve en la comedia homónima de Aristófanes, lo que explica la desigual distribución de la riqueza. La democracia no es sino el disfraz de la plutocracia, lo que equivale a decir a capitalismo, camuflado bajo el embeleco de que es el pueblo, o la gente como prefieren decir ahora, la que manda, definiéndola como "el gobierno de la gente".  
 
    La imposición totalitaria puede servirse (pero no solo puede hacerlo teóricamente, sino que suele de hecho servirse en nuestra actual coyuntura) de formas nada opresivas y, hasta aparentemente liberadoras. De ahí el éxito de su imposición. Pero no hay que olvidar su núcleo duro: Cualquier forma de disidencia con la opinión mayoritaria se ve automáticamente anulada y relegada al ostracismo. El antiguo totalitarismo encarcelaba y hasta ejecutaba a los herejes y disidentes; el actual no necesita cometer tan bárbaros excesos. 
 
    En las democracias actuales, sean de izquierdas o de derechas, lo mismo da, se considera que la opinión pública mayoritaria expresada y conformada democráticamente “declara lo que es bueno y malo, justo e injusto, al modo de una religión antropólatra”. 
 
    Entre los fenómenos que cita destaca el tercero: “la creación mediante la propaganda de una 'opinión pública' que exige posiciones tajantes” ya sean a favor o en contra de diversos asuntos. Nunca denunciaremos suficientemente el engaño de la expresión “opinión pública”. Las opiniones no pueden ser públicas, sino privadas y particulares, individuales. Creer que la suma de opiniones individuales puede confirmar una opinión pública, común, es una ingenuidad, algo imposible. Pero precisamente, porque es imposible, el Poder se empeña en lograrlo. Lo único que podemos considerar “público”, en el sentido de que a todos nos es común, es el uso de razón, pero la razón o sentido común se contrapone directamente a la opinión pública, que es una opinión fabricada con ideas que se empoderan con votos individuales que se imponen como si fuera la verdad. 
 
    La opinión pública trata de hacer “que el pensamiento renuncie a interrogar la realidad de las cosas”. Impecable, a la vez que muy sugerente, el análisis que hace De Prada en su artículo.
 
    El testimonio que aporta en su defensa de Alexis de Tocqueville, el mayor apóstol de la democracia, que reproduzco literalmente por su indudable interés, es muy valioso: Describe una «forma de opresión que amenaza a los pueblos democráticos, que no se parecerá en nada a las que la han precedido en el mundo» con estas palabras: «Por encima de ellos [de los ciudadanos] se eleva un poder inmenso y tutelar, que se encarga él solo de asegurar sus goces y velar por su suerte. Es absoluto, minucioso, regular, previsor y dulce. Se parecería a la potestad paterna si, como ésta, tuviera por objeto preparar a los hombres para la edad viril; pero no procura, por el contrario, más que fijarlos irrevocablemente en la infancia». Interesante el concepto de “papá Estado” que esboza De Tocqueville, el cual lejos de preparar a los hombres para la edad viril -se entienda esto como se quiera- los instala definitivamente en la infancia. 
 
    La conclusión del artículo es también impecable: Los analistas quieren hacernos creer que la deriva autocrática que conlleva toda democracia se soluciona cambiando de gobierno: nada más lejos de la realidad y la verdad.

    Juan Manuel de Prada nos remite, sin hacerlo expresamente, a otro artículo publicado anteriormente el 16 de enero de 2017 titulado Democracia y totalitarismo.

miércoles, 22 de enero de 2025

Democracia oligárquica

Publica Albiac un artículo en El Debate el 20 de enero del presente año titulado “Democracia oligárquica”, en el que, comentando el discurso de despedida del presidente norteamericano, destaca dos cosas, subrayando que quizá el susodicho no habría confesado ni reconocido esas cosas, si no fuera por el resquemor de la derrota electoral,  a propósito de la democracia, que es un término vacío, un 'cascajo huero' como escribe Albiac, que históricamente ha desaparecido (quizá no haya existido propiamente nunca, dada la contradicción en sus términos pueblo/poder que encierra). Lo que veníamos llamando “democracia” se ha extinguido, si es que ha florecido alguna vez. Ni siquiera existió en Grecia donde nació. 
 
Esas dos revelaciones del discurso del ya expresidente son las siguientes:
Hoy se está configurando en Estados Unidos una oligarquía de extrema riqueza, poder e influencia que amenaza literalmente toda nuestra democracia, nuestros derechos y libertades básicos». 
 
Esto puede ampliarse a todo el mundo, si tenemos en cuenta, por ejemplo, lo que revela el diario británico The Guardian, a saber, que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, que la riqueza, es decir, el dinero de los multimillonarios del mundo creció en dos billones de dólares el año pasado, tres veces más rápido que en 2023, alcanzando la cifra astronómica de 5.700 millones de dólares al día.
 
 
Los estadounidenses están siendo sepultados bajo una avalancha de desinformación e información falsa que permite el abuso de poder». 
 
Otra afirmación que puede generalizarse al universo mundo: los europeos, y los asiáticos y los africanos y todos los americanos y australianos están siendo desinformados y malinformados por los supuestos medios de información, lo que se debe al uso que deriva siempre en abuso de poder.
 
Escribe Albiac: Y que, en su lugar, asistimos, por todo el planeta y en distintos grados de perfección, al alzado de gigantescos poderes económicos que, por primera vez en la historia moderna, pueden hablar de tú a tú a la máquina colosal del Estado: esa que, desde el inicio de las revoluciones burguesas, ponía su virtud en, siendo sin comparación más potente que cualquier sujeto privado, tener la capacidad de imponer el equilibrio y contención entre todos. Hoy, en el mundo digitalmente desdoblado de los grandes dispositivos telemáticos, no hay Estado que, en rigor, pueda afrontar con certeza de victoria un choque contra la media docena de grandes empresas tecnológicas. Y todas ellas juntas están capacitadas para desencadenar un apagón universal al cual ningún poder político sobreviviría. En ningún punto del planeta. Llamamos democracia, hoy, a la forma menos cruenta de una hermética oligarquía
 
 
El análisis de Albiac se generaliza a Europa y en concreto a España, pero ahí, en la concreción, es donde pierde interés: que el presidente del ejecutivo español haya plantado al frente de Telefónica a un acólito es algo trivial, que no pasa de ser anecdótico. Quizá sea un triste intento de un gobierno de controlar políticamente un poder económico dentro de un proyecto político personal que Albiac califica de cesarista, pero de alguna manera, al final de su escrito, confía ingenuamente en la Justicia -la esperanza es el último mal que se pierde- y en que "el presidente (español) y su gente puedan verse sentados en el banquillo”.
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 No puede atribuirse a Lenin con certeza la frase "La democracia es una forma de gobierno en la que cada cuatro años se cambia de tirano", como figura en la imagen que me envía un lector. Puede tratarse de una simplificación de su crítica a la democracia burguesa que formula en El Estado y la Revolución. Lenin criticó la democracia representativa bajo el capitalismo, argumentando que era una fachada que servía a los intereses de la burguesía, pero no llegó a formular esa idea en los términos de "cambiar de tirano", dado que el tirano sería siempre el mismo con unos u otros mandatarios: el capitalismo. Frases como esta suelen surgir como atribuciones apócrifas o interpretaciones populares que no tienen una fuente específica escrita, aunque reflejan a menudo algo de esa sabiduría popular desengañada, si no fuera porque los que mandan por activa, a su vez, son los más mandados por pasiva. 

martes, 14 de enero de 2025

Varia uariorum

Totalitarismo. -Phillip Allot, un exdiplomático británico y profesor de la Universidad de Cambridge, ha dejado dicho algo que es importante partiendo de alguien que forma parte, como él, del tinglado del status quo: La democracia y el capitalismo son sistemas más totalitarios que el nazismo o el estalinismo. Explica el profesor que tanto la democracia como el capitalismo son sistemas que contienen en sí mismos sus propios valores que pretenden imponerse a la totalidad de la población. Esto obliga a que se acepten sin la menor resistencia crítica, sin rechistar. La opinión de la mayoría no admite discusión, se impone a todos. Si lo cree la mayoría es verdad; todos debemos aceptarlo. De lo contrario, no somos demócratas. Según el exdiplomático “el totalitarismo tradicional” se caracterizaba por controlar a las personas por la fuerza y la violencia -así el nazismo y demás regímenes fascistas, así el estalinismo-, pero la gente podía pensar lo que le viniera en gana en su fuero interno, mientras que bajo el sistema democrático y capitalista de dominación vigente no tenemos libertad de pensamiento ni de actuación porque tememos ser tachados de terroristas, antidemócratas, incorrectos políticamente, fascistas de la extrema derecha, anarquistas... Se trata de un autocontrol impuesto y asumido total, totalitario, que acaba con el libre pensamiento. No hay un dictador externo: el dictador está dentro. Si no pienso como la mayoría, no soy demócrata, no soy del bando de los buenos... Hasta nuestros deseos más íntimos están determinados y condicionados por el sistema interiorizado de dominio; sólo somos capaces de desear lo que la mayoría -manipulada como está- desea que deseemos, y eso es algo increíble que no había sucedido nunca hasta ahora en la historia de la humanidad. 
 
 
Ideoclasta/Iconoclasta. -Decía don Miguel de Unamuno que de todas las tiranías, la más odiosa era la de las ideas, y que no había cracia más aborrecible, por lo tanto, que la ideocracia. Decía que uno tenía que ser dueño de sus ideas, no su esclavo. Quizá, decía, era inevitable tener ideas, como ojos y manos, pero había que conseguir no ser tenido por ellas, liberarse de la esclavitud de las ideas fijas, estereotipadas, dogmáticas. Pensar es desembarazarse y abortar las ideas que tenemos. Unamuno declara aborrecer toda etiqueta, pero acepta la de ideoclasta, la de rompedor de ideas. "¿Que cómo quiero romperlas? Como las botas, haciéndolas mías y usándolas". Hoy en pleno siglo XXI, quedan muy pocas ideas, aunque sigue habiéndolas. En lugar de ellas nos venden e imponen imágenes que atrofian la imaginación y aumentan nuestra fe en la realidad. Por eso se impone la iconoclastia. Ideoclasta, de hecho, es un neologismo creado a partir de iconoclasta: rompedor de imágenes, es decir, de íconos. Iconoclasta: El que destruye los ídolos que producen en nosotros una admiración religiosa que supone sometimiento, que nos imponen cánones, modelos de conducta, pautas. Los ídolos son estrellas de la música, políticos, actores, top-models de alto standing, o santones revolucionarios. En nuestra época todas las imágenes, hasta las más inofensivas, han alcanzado la categoría de íconos reverentes, de imágenes sagradas, de "santos" como decía una abuela mía, a las que se rinde culto y veneración. Iconoclasta o ideoclasta. Es lo mismo. Destructor de todas las imágenes o ideas recibidas, impuestas, inculcadas, reales dentro de su esencial falsedad. 
 

 
Democracia: Democracia no ha habido nunca en Occidente, pese a ser el nombre del régimen de dominio político existente, ni siquiera en la antigua Grecia, donde se inventó la contradictoria palabra: se llama democracia a una forma sofisticada de gobierno por la cual la oligarquía, es decir la minoría poderosa, impone sus deseos al pueblo que, bajo este régimen, obedece voluntariamente mejor que bajo cualquier otro yugo impuesto, porque, engañado por el trampantojo de la palabra, se considera soberano y cree que es libre y dueño de su destino. 

 
La lengua de arriba y la de abajo. La lengua no es de los que mandan, porque gratuita como es es de todos y no es de nadie, pero los que mandan, que son por otro lado los más mandados, a través de escuelas y academias, leyes y decretos, ministerios y medios de comunicación a su servicio, básicamente a través de la escritura y la cultura, se apropian de ella dictando decretos y normas ortográficas, unificando las diversas hablas, el lenguaje corriente y moliente, regulándolo e imponiéndoselo a la gente. En todos los idiomas se da esta lucha entre la lengua de arriba, que es la de la administración, y la lengua de abajo, que es el habla vernácula, materna, la lengua de verdad que habla la gente de la calle. La lengua de arriba, la lengua impuesta a través de la escritura, no deja de ser un dialecto, una jerga culta -política, económica, jurídica, burocrática, científica, filosófica, literaria- que está fabricada para subyugar a la gente y justificar a través de maestros y profesores desde la escuela primaria hasta la universidad la necesidad de la imposición y del gobierno, y está en perpetua guerra en todos los idiomas de Babel contra la lengua vulgar, la que no es necesario que nos enseñe nadie, la que se aprende sola, la que sólo sabe decir ¡no! una y otra vez, todas las que haga falta, a lo que está mandado.
 
La torre de Babel, Pieter Brueghel el Viejo (1563)

sábado, 14 de septiembre de 2024

Algunos cabos sueltos

ELECCIONES: No se trata de elegir (democráticamente, por supuesto, faltaría más) a un nuevo mayoral de la grey que nos pastoree. No se trata de cambiar de pastor ni de perros guardianes del rebaño ganadero -¡los mismos chuchos con collares diferentes!-, de forma que las cosas sigan básicamente igual en el fondo, sino que deberíamos tratar, más bien, de dejar de ser ovejas gregarias que forman parte de un rebaño. ¡Ya salió la oveja negra que faltaba! ¡Sí! ¡Ya salió el garbanzo oscuro del puchero y la manzana podrida del frutero que corrompe y echa a perder a las demás!




LA METÁFORA DE LA RED. No es que estemos envueltos en una Red de redes, sino que nosotros mismos desempeñamos el papel de arañas que tejen dicha red y urdimos dicha telaraña: somos nuestra víctima y verdugo a la vez. La Red nos ha convertido, mal que nos pese, a todos sus usuarios en colaboradores activos y necesarios, es decir, en siniestros arácnidos tejedores de su entramado. Ese es el éxito de su función y nuestro fracaso.



POR TU PROPIO BIEN: Lo más inmoral que hay: hacerle mal a alguien, como hace el proceso de educación con las tiernas criaturas infantiles, y tratar de convencerlo a uno con la técnica del lavado de cerebro de que el mal es por su propio bien futuro. La escuela nos formatea para que creamos que nos han hecho un bien cuando nos han infligido el peor de los males posibles “para que aprendamos”. 


SOCIALIZACIÓN: Los defensores de la escolarización obligatoria esgrimen como principal argumento para justificar su existencia el de la socialización. Si hay que elegir una sola razón que acredite la existencia de la escuela obligatoria, sería esta: nos sociabiliza. Vamos a dejarnos de cuentos,  porque ni nos educa ni nos enseña en condiciones. Examinémoslo. Se trata de una mentira interesada. ¿Es que acaso los niños griegos y romanos de la antigüedad, o los niños de la Edad Media o los de la prehistoria sin ir a la escuela no se sociabilizaban, como dicen ellos, y establecían vínculos no sólo con los compañeros de su edad sino también con todo tipo de personas? ¿Por qué la escuela obliga a los niños a relacionarse sólo con compañeros de su edad bajo la atenta mirada vigilante de los adultos? ¿Un niño acaso no se socializa y sociabiliza en casa, en la calle, en la familia, fuera de la reclusión del recinto escolar que cada vez se parece más a un campo de concentración? 



LAVADO DE CEREBRO: La existencia de sectas minoritarias que “comen el coco” a los niños y adolescentes, o la práctica del lavado de cerebro -brainwashing, según el término de Edward Hunter-  en la China comunista de la época de Mao, nos distraen del lavado cerebral y comedura de tarro más efectiva que nunca haya existido, que es lo que realiza el Estado aquí y ahora a escala multinacional y planetaria a través de los medios de conformación de masas y la educación obligatoria, dos maldiciones que pretenden que veamos como bendiciones y adelantos, “para que estemos in-formados”, es decir, con-formados, con-formistas y con-formes. 

 

LA MENTIRA DE LA HISTORIA: Vemos la locura y los horrores de otras épocas pasadas y nos consolamos pensando que son Historia, que son agua pasada, cosas que ya no pasan. No somos capaces de ver la locura y los horrores de nuestra época. Vemos por ejemplo la represión sexual de la era victoriana, o el holocausto de los judíos perpetrado por los nazis y no vemos la represión general, integral, y el holocausto que nos consume a todos en la nuestra, que es la única época que hay, por cierto, porque las otras épocas están todas metidas dentro de esta.
 

ÉXITO EN LA VIDA: La vida no es el curriculum vitae.

 

jueves, 4 de julio de 2024

¿Quién manda aquí?

    Se preguntaba el poeta austriaco Erich Fried (1921-1988) en uno de sus Cien poemas apátridas (1978), titulado 'En la capital': «¿Quién manda aquí?» / pregunté. / Me dijeron: / «El pueblo naturalmente» / Dije yo: / «Naturalmente el pueblo / pero, ¿quién / manda realmente?». 
 
    Si reformuláramos la pregunta, nos responderían lo mismo nuestros conciudadanos: el pueblo. Esto es una democracia: gobierna el pueblo... Sí, sí, pero de verdad ¿quién gobierna? ¿Quién o qué se esconde detrás de ese 'pueblo'? No buscamos personas con sus nombres propios y apellidos, perfectamente intercambiables entre sí, independientemente de su ideología política, que vienen y van alternativamente, sino algo más constante y sustancial. 
 
 
    ¿Cuántos de nuestros conciudadanos o compatriotas creen que vivimos en un Estado soberano llamado “España”, un Estado constituido y constitucional como los Estados Unidos de América, gobernados por individuos como Biden o Trump, o quien sea que salga de las urnas? No nos engañemos. Preguntémonos, como hace el poeta austriaco, ¿quién gobierna aquí? Y no nos conformemos con la respuesta de rigor: el partido que sea, el presidente que sea... porque ni siquiera hay un país en sí que se llama España  como nos enseñaron en la escuela cuya capital es Madrid... 
 
    Aunque no sea una cita muy literaria, porque pertenece a una película clásica, en concreto a Network, un mundo implacable dirigida por Sidney Lumet en 1976 y escrita por el dramaturgo y novelista Paddy Chayefsky (1923-1981), esto es lo que le dice el señor Jensen a Howard Beale que puede servirnos como respuesta a la pregunta que formulaba Erich Fried: “Usted es un anciano que piensa en términos de naciones y pueblos. No hay naciones. No hay pueblos. No hay rusos. No hay árabes. No hay terceros mundos. No hay Occidente. Sólo hay un sistema holístico de sistemas, un vasto e inmanente, entrelazado, interactuante, multivariable, multinacional dominio de dólares. Petrodólares, electrodólares, multidólares, reichmarks, rins, rublos, libras y shekels. Es el sistema internacional de moneda el que determina la totalidad de la vida en este planeta. Ese es el orden natural de las cosas hoy. ¡Esa es la estructura atómica, subatómica y galáctica de las cosas hoy! […] ¿Estoy llegando a su entendimiento, Sr. Beale? Se levanta frente a su pequeña pantalla de veintiún pulgadas y aúlla sobre Estados Unidos y la democracia. No hay Estados Unidos. No hay democracia. Sólo hay IBM e ITT y AT&T y DuPont, y Dow, Union Carbide y Exxon. “Ésas son las naciones del mundo hoy en día”. 
 
    Sé que a mucha gente le costará aceptarlo, pero no hay España que valga. Diríamos que España no existe, si no fuera mentira, porque sí que existe: España es una provincia, una subdivisión territorial del Imperio supranacional capitalista planetario. Y lo mismo ocurre con todos los demás países occidentales. Por eso, en realidad, nada cambia nunca, independientemente de cuáles sean los líderes que estén al frente en cada momento. Nos hallamos ante un simulacro, un espectáculo. Una simulación de democracia. 
 
 
    Sin embargo, el hecho de que sea un espectáculo no significa que no tenga consistencia real. La simulación de la democracia es esencial para el Imperio. Es lo que nos mantiene enfrentados entre nosotros, en lugar de enfrentarnos al Poder. Es lo que alimenta la guerra: la guerra contra el terrorismo, la guerra contra el virus, la guerra contra el populismo, la guerra contra la desinformación, la guerra contra otros estados o la guerra contra lo que sea. 
 
    No, no son nuestros mandarines los que gobiernan los países y el mundo, sino aquellos que crearon tanto el capitalismo como el comunismo, tanto oriente como occidente para engañar al mundo entero con estos ilusorios trampantojos... ¿Quiénes son entonces? Los banqueros internacionales. Pero no tanto sus personas como el dinero que mueven y los mueve. Los líderes de las naciones son solo marionetas seleccionadas que obedecen un guion que les dan las instancias superiores. A la pregunta de quién manda aquí, la respuesta es: "Aquí mando yo". Y el que responde es Don Dinero, el más poderoso de todos los caballeros, o Regina Pecunia, que decían los clásicos latinos, cambiándolo de género gramatical: Doña Moneda. 
Todo, que sea, lo logro en la tierra, yo, reina Moneda;
La humanidad, por tal, hónrame a mí con tesón.
 
     Lógicamente, habría que actualizar los datos del monólogo de la película: Las monedas más representativas, aparte de los inevitables dólares, son ahora los euros, las libras esterlinas, los yenes, los yuanes y los rublos, todos perfectamente canjeables, sobre todo en su dimensión digital... No hay que olvidar que el dinero físico de billetes y monedas tangibles está desapareciendo, pero eso no significa que vaya a desaparecer el dinero, sino que va a alcanzar una materialización inmaterial, espiritual. 

    Y en lugar de IBM y demás, habría que citar como las naciones del mundo actual a Vanguard, Blackrock, State Street, Reserva Federal, City of London y tutti quanti.

miércoles, 8 de mayo de 2024

Marginalidades

"Amo a mi país, pero no puedo matar ni morir por él": declaró el ухілиант (ukhílyant), como se denomina en Ucrania al desertor del servicio militar obligatorio.
 
Aproximadamente la mitad de los ucranianos que intentan escapar del reclutamiento son atrapados. Algunos, intentando cruzar a nado el río Tisa, mueren ahogados.
 
Palabras de Baquílides: δολόεσσα δ᾽ ἐλπὶς ὑπὸ κέαρ δέδυκεν ἐφαμερίων: Pero la esperanza engañosa se desliza en el corazón de los hombres, efímeras criaturas.

Paulina Tuchschneider dice tras su traumático paso por el ejército israelí cumpliendo el servicio militar obligatorio: Israel no puede existir sin el ejército.
 
 
El jefe del ejecutivo instaba al electorado a elegir entre la democracia, que él encarnaba, y el fango, como si no fueran lo mismo y la elección 
indiferente.  
 
 El secretario general de la OTAN quiere que los aliados europeos desembolsen cien mil millones de euros más para sostener la guerra de Ucrania contra Rusia.
 
 "El lenguaje no es la verdad. Es nuestra forma de existir en el universo", escribió Paul Auster. Lo que, dicho de otra forma, es: el lenguaje es la realidad.
 
 
 Los gobiernos de América latina movilizan a sus fuerzas armadas para librar una guerra contra el crimen organizado debido a la crisis que sufren de inseguridad.