El Día Internacional del
Peatón se conmemora cada 17 de agosto, fecha en que se registró la
muerte de la primera víctima del automovilismo, una mujer en
Reino Unido. La irlandesa Bridget Driscoll fue atropellada por un
automóvil con motor de combustión interna un día como hoy, 17 de
agosto, del año del Señor de 1896 en la ciudad de Croydon; este primer caso de
muerte de un viandante fue juzgado como muerte accidental, aunque se
sabía que el conductor conducía con exceso de velocidad.
Imagen de Bridget Driscoll tomada de la Güiquipedia
Tres años después, el 13 de septiembre del año del Señor de 1899, Henry H. Bliss se convirtió en el primer muerto al otro lado del charco, en los Estados Unidos, a causa de la embestida de un coche. Cuando descendía, junto a una mujer, de un tranvía en la
ciudad de Nueva York, el conductor de un taxi lo atropelló
lesionándole cabeza y pecho; murió a la mañana siguiente.
Henry H. Bliss (1873), primera víctima mortal en el continente americano.
Justo
un siglo después, se le dedicó una placa en el lugar
donde sucedió. A la ceremonia asistió su bisnieta, que depositó
un ramo de rosas en el lugar donde atropellaron a su bisabuelo. La
placa dice así: “Aquí en la calle 74ª oeste y en el oeste de
Central Park, Henry H. Bliss se apeó de un tranvía y fue
atropellado y dejado inconsciente la noche del 13 de septiembre de
1899. El lugar del accidente era conocido en ese momento por los
conductores de tranvías como "Tramo peligroso". Cuando el señor Bliss,
un agente inmobiliario de Nueva York,
murió a la mañana siguiente, se convirtió en el primer accidente
fatal de coche registrado en los Estados Unidos. Se erigió
esta placa para recordar al señor Bliss en el centenario de su
muerte prematura y para promover la seguridad en nuestras calles y
carreteras”.
No
debería favorecerse
el uso del automóvil personal en las ciudades y sí el de vehículos
más inocuos como las bicicletas, o mejor aún, como nuestras propias extremidades inferiores y camineras, ni dedicarse más recursos públicos
a autopistas, autovías y carreteras, sino que habría que tener en cuenta que el
peatón tiene siempre preferencia en todas las vías públicas. Tengamos en cuenta, sin retroceder tanto en el tiempo y sin ir tan lejos, que el año pasado mismamente murieron en estas sufridas Españas nuestras la friolera de 1154 personas víctimas de accidentes de tráfico, según datos de la Dirección
General de Tráfico, y que hubo 4634 heridos graves ingresados en
hospitales, quedando algunos con graves secuelas de por vida.
Lo llaman
siniestralidad y echan la culpa a los conductores que a veces conducen
drogados, borrachos o distraídos; lo que es siniestro es el automóvil
personal mismo, coche fúnebre en potencia, que, como el caballo de Atila, no deja que crezca la yerba allá por donde pasa, y la industria que lo
favorece que no tiene empacho en reconvertirse y pasar de los motores de combustión a los eléctricos o hibridados del capital privado subvencionado por el Estado.