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martes, 30 de noviembre de 2021

¿Qué es la incidencia acumulada, papá?

    No me extraña, hija mía, que no sepas qué es eso y que te lo preguntes. Las autoridades sanitarias manejan esa terminología para que no entendamos nada. La IA, que no es aquí el acrónimo de la Inteligencia Artificial o poca inteligencia natural de la que hacen gala dichos gerifaltes, sino de Incidencia Acumulada, es el número de “casos” (volveremos enseguida sobre esta noción sobre la que fundamentan todo el tinglado) que se van sumando a lo largo de 7 ó 14 días dentro de una población de 100.000 habitantes (o 100k como les gusta escribir ahora con K de kilo, que es voz griega que significa “mil”), que son, más o menos el número de almas, como se decía antes, de algunas capitales de provincia españolas como, para que te hagas una idea, Gerona, Orense, Jaén, Cádiz, que están un poco por encima de los cien mil, o Lugo, Cáceres, Guadalajara o Toledo, que están un poco por debajo.

    Se han delimitado unos parámetros que determinan unos umbrales, que en la última versión, mucho más laxa que la anterior debido a la menor presión hospitalaria existente en la actualidad, son los siguientes: El nivel de alerta 1 o riesgo bajo es hasta 100 “casos” por cada 100.000 habitantes en los últimos catorce días, siempre que no se produzcan más de 50 en la última semana. El umbral de riesgo medio o nivel de alerta 2 se alcanza si superan los 100. El nivel de alerta 3 o de riesgo alto se sitúa por encima de los 300, y el nivel extremo de alerta 4 se alcanza cuando la IA rebasa los 500 “casos”. Todos estos umbrales, obviamente, son arbitrarios. El sistema sanitario, que está en estado crítico, se puede permitir el lujo de un nivel superior de contagios pues estos no ponen en peligro el funcionamiento de los hospitales al pasar la enfermedad de manera leve gracias, según los provacunas, al efecto de los sueros. 

Epidemiólogo coronado explicando el virus.
 

    Pero estos umbrales, aplicados a la población en general no valen para los mayores de 65 años quienes conforman el grupo etario que tiene más riesgo de morir. La ministra ha hecho público el cálculo de que tienen hasta veinticinco veces más riesgo de muerte si no están vacunados, lo que se agrava si tienen comorbilidades, o sea otras enfermedades que los hacen más vulnerables, y porque en general responden peor a la inmunización ya que su organismo está más débil. Para los mayores de 65 años, pues, se especifican estos otros parámetros más restrictivos: El nivel 1 se alcanza si la IA de casos de este grupo etario supera los 25 casos; el 2, con 50; el 3, con 150 y el 4 si es superior a 250. 

    No sé si vas entendiendo algo, hija mía, de lo que vamos viendo. Pero no puedes acabar de entenderlo si no abordamos la cuestión crucial. Centrémonos ya en la noción de “casos” que manejan todos estos números, de la que estamos hablando como si supiéramos de qué hablamos.

   Estos “casos” no son enfermos hospitalizados ni muertos a consecuencia de una enfermedad, sino personas diagnosticadas como positivas merced a una prueba de Reacción en Cadena a la Polimerasa que detecta en ellos algunas trazas de virus en función de los ciclos de amplificación que utilicen los laboratorios para el análisis de las muestras, de lo que se desprende que están “infectados” y que por lo tanto deben aislarse (en sus hogares, si no tienen síntomas o los tienen muy leves) porque, se deduce sin mucho fundamento, son contagiosos. 

Logo del Gran Hermano u Ojo-de-Dios-que-todo-lo-ve.
 

   A mayor número de PCR, mayor número de casos. A mayor número de casos, mayor IA o Incidencia Acumulada, y a mayor IA mayor nivel de alerta e imposición de medidas protocolarias.

    Una epidemia siempre, sin embargo, se caracterizaba hasta ahora por el número de pacientes ingresados en un hospital en una semana y muertos que provocaba. Y no digamos una pandemia, que se definía por su letalidad. Pero nuestras autoridades sanitarias han cambiado el significado de esos conceptos adaptándolos a sus intereses. Las autoriades sanitarias -y no estoy hablando sólo de las del reino de España-, reconocen que la presión hospitalaria es mínima gracias, según ellos, a los sueros inoculados. La IA de la que hablan ellos no es de enfermos hospitalizados, ni muchísimo menos de muertos. 

    ¿Qué sucede entonces? Que han cambiado sibilinamente el concepto. Que las estimaciones de incidencia para el público en general ya no se refieren a las nuevas enfermedades o casos clínicos estrictamente hablando ni a las muertes causadas por el virus, sino a los portadores del virus, más del 80% de los cuales no están enfermos y nunca lo estarán, porque el número de portadores del virus es muchísimo mayor que el número de enfermos o de muertos. 

 

    Con estos mismos datos, ahora estaríamos en riesgo "medio" o nivel de alerta 2.
 

    Por lo tanto, es engañoso utilizar la misma palabra "incidencia" para representar una realidad diferente de la definición común- y tradicionalmente aceptada hasta la fecha por los epidemiólogos, que la empleaban para hablar de la incidencia de una enfermedad, por ejemplo de los síndromes gripales que colapsaban los hospitales con cifras reales a veces superiores a los 500 casos por cada cien mil habitantes. Nuestras autoridades sanitarias, sin embargo, la utilizan para hablar de la repercusión de un virus, al que denominan SARS Cov-2,  que no es lo mismo, pues aun aceptando que el virus sea la causa de la enfermedad que denominan covid-19, eso no quiere decir que siempre que haya trazas de ese virus hay enfermedad, porque puede no haberla.

    ¿Por qué no se utiliza para el evento pandémico del siglo el mismo criterio que se utilizaba para las epidemias gripales de toda la vida? Probablemente porque la incidencia de la enfermedad del corona virus (y no de las trazas positivas) es tan baja que no puede invocarse decentemente para justificar medidas de control que parecerían desproporcionadas: confinamiento generalizado de la población, uso obligatorio de mascarillas en la calle, toques de queda, restricción de aforos y de viajes, tasa aberrante de cobertura de vacunación, imposición de pase sanitario... Si se utilizara la incidencia "clásica", la gente dejaría de tener miedo y no aceptaría estas medidas, que se considerarían como poco extravagantes.


     Salta a la vista de cualquiera que tenga ojos y lo quiera ver que las medidas adoptadas -o implementadas, como les gusta decir a los gobiernos- han tenido muchos efectos nocivos directos e indirectos en los individuos y las poblaciones. Y no han hecho más que empezar, como el deterioro del estado psicológico, sobre todo de los jóvenes, que ha empujado a muchos al suicidio, por no hablar del descenso de la escolarización, que para otros podría ser algo bueno o no tan malo, depende de cómo se quiera mirar la cosa, y las consecuencias sobre la salud del deterioro económico del país tras el confinamiento. 

    En cuanto a la altísima tasa de vacunación de la población, las autoridades la han impuesto utilizando métodos de intimidación y culpabilización primero de los jóvenes y ahora de los pequeños acusándolos de infectar a los abuelos y de llevárselos al otro barrio, y argumentando que quieren inocularnos por nuestro bien, que es el Bien Común. ¿No hemos sufrido ya bastante las medidas que iban a salvarnos supuestamente la vida protegiéndonos?