Mostrando entradas con la etiqueta eufemismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta eufemismo. Mostrar todas las entradas

miércoles, 3 de diciembre de 2025

Pareceres XCII

451.-Luces navideñas. La ocurrencia despilfarradora de un alcalde vigués de hace años con muy pocas luces se ha extendido desgraciadamente por todo el ruedo ibérico como un reguero de pólvora, y ahora grandes y pequeños municipios compiten con afán exhibicionista por ver quién la tiene más larga desplegando más alumbrado navideño, aumentando el gasto público de un consumo eléctrico completamente innecesario. Un derroche de esta magnitud no debería pasarnos desapercibido, no solo por la contaminación lumínica que nos impide ver la luna y las estrellas las frías noches de cielo despejado del final del otoño y comienzos del invierno,  sino porque el despropósito luminotécnico solo beneficia a las industrias eléctricas y perjudica al medio ambiente.  Mucha gente acaba deslumbrada ante este intento vano de acortar la oscuridad nocturna y alargar la luz natural de los días, y se queda la gente con la boca abierta como babiones o tontos de baba ante el encendido de las lucecitas navideñas de colores que iluminan artificialmente unas ciudades generalmente horrorosas cuando cae la noche.
   

452.- La cultura como opio del pueblo. Publicaba Trapiello en El Mundo un artículo titulado “La cultura es el opio del pueblo” el viernes 21 de noviembre del año del Señor de 2025 -que ahora se escribe en la lengua del imperio al revés de mayor a menor: 2025/11/21: primero el año, luego el mes en núumeros arábigos y no romanos como se hacía antaño y a mí me enseñaron en la escuela: 21-XI-2025, y finalmente el día, que nos recuerda a aquel otro memorable de Rafael Sánchez Ferlosio “La cultura, ese invento del gobierno”. Trapiello ha utilizado la cita de Marx sobre la religión para aplicársela a la Cultura. Lamenta que el presidente del gobierno español, al que se le ve el pelo de la dehesa, porque es un hombre esencialmente inculto, se interese tanto últimamente por la “cultura” -por lo que sus asesores entienden por ello. No es imprescindible que un político sea culto, desde luego, pero resulta patético cuando finge que lo es sin serlo: “De la noche a la mañana se le ha visto a Sánchez acudir a un programa musical de Radio 3, descoserse con el disco de una cantante de moda y promocionar en el Congreso un serial de Netflix basado en el libro de un escritor afín”. La cultura por la que se interesa 'nuestro querido presidente' no es la gran cultura, sino la popular, es decir no la del pueblo, sino la que el mercado le impone a la masa popular. Lo ha hecho asesorado por sus múltiples consejeros “confiados en que ese barniz tape las corrupciones en las que está hundido hasta el cuello”. Acaba Trapiello su columna evocando a un futuro Galdós joven -un escritor realista que no necesitará fiar nada a su imaginación- que está tomando notas de todo lo que sucede: “Sabe que la cultura está, hoy más que nunca, sobrevalorada, como supo Ferlosio. Que en las cavas de Moncloa trabaja un cabildo de consejeros en la nueva droga, la cultura como un nuevo opio del pueblo que lo distraiga y atonte hasta las próximas elecciones”. No perdamos de vista que la cultura es un objeto más de consumo en nuestro mundo: un producto venal más de la sociedad del espectáculo: los cuadros y los libros, por ejemplo, son elementos decorativos muy apropiados para decorar las paredes de los museos y de los hogares de postín para rellenar algunas estanterías y como fondo fotográfico de algunos retratos de hombres y mujeres públicos que miden su saber no por el número de volúmenes que han leído y asimilado sino por el número de códices que almacenan en su biblioteca, que no es lo mismo. 
 
453.- La Consejera de Salud y la IA. Unas declaraciones que sugerían que la IA podía diagnosticar igual o mejor que los profesionales sanitarios, no han gustado nada a un sindicato de médicos catalanes, que reclaman la dimisión de la responsable del Departamento. Por unas palabras suyas en un acto en Lérida donde se firmó un convenio para impulsar proyectos con Inteligencia Artificial en el ámbito sanitario. En aquel acto, la Consejera alabó el papel que puede tener la IA en el sistema, ya que es "extraordinariamente efectiva y diagnostica con una precisión igual o superior a la que podemos tener los mismos profesionales". Unas palabras que han indignado a los galenos, que le piden a la consejera que se disculpe por ellas y, si no lo hace, que cese y que sea sustituida ella misma, totalmente prescindible también, por la Inteligencia Artificial que tanto elogia, porque le había faltado poco para dar el siguiente paso y afirmar que los profesionales de la salud son completamente prescindibles, que ya no reconocen a sus pacientes a los que a menudo solo atienden telefónicamente y previa cita a raíz de la peste aquella del virus coronado. 
 
  
454.- Movilización de capital. Que no se diga, pero parece que es verdad, que el Jefe del Ejecutivo progre español va a movilizar ochocientos diecisiete millones de euros más para el títere NATO, el presidente pedigüeño de Ucrania de visita en nuestro país, lo primero de todo, y son sus palabras, “para apoyar al ejército ucraniano en su defensa por la libertad y la integridad territorial de Ucrania frente al invasor”, en segundo lugar “para proteger a su población civil”, y finalmente “para impulsar ese horizonte de reconstrucción y de modernización de las estructuras dañadas por el neoimperialismo de Putin”. Parece que alude con esto último de las 'estructuras dañadas' a carreteras, escuelas y hospitales, educación y sanidad, que son los nichos de gasto progresistas, pero no nos engañemos: el objetivo de esta movilización de capital es que siga la guerra en la que seguirán muriendo rusos y ucranianos, alargando interminable- e indefinidamente el negocio de los fabricantes de armamento y el conflicto. Así no se defiende, señor presidente, la soberanía europea y así no se demuestra el compromiso, la coherencia y la solidaridad del conjunto de la solidaridad española, como usted cacarea, sino todo lo contrario. España prevé que, habida cuenta de que el año pasado se movilizaron mil millones en equipamiento militar, el monto de la ayuda financiera a Ucrania de este año de 2025 no debería ser menor, por lo que debería alcanzar la milmillonaria cifra de mil millones de euros por lo menos: donde hay dinero, que se vea. 
  
 
455.- Al pan pan y al vino vino. Se usa esta expresión para indicar que a las cosas hay que llamarlas por su nombre, sin utilizar ridículos eufemismos ni metáforas traslaticias. Tanto el pan como el vino, además, son elementos cruciales en nuestra cultura clásica grecolatina por ser el pan el don de Ceres, la griega Deméter,  y el vino el de Baco. En la tradición cristiana el pan se transustancia en el cuerpo de Cristo y el vino en su sangre, dejando así de ser y de llamarse pan y vino para pasar a ser por arte de magia cuerpo y sangre de Cristo en la teofagia o ingestión del dios sacrificado. Los griegos antiguos y los modernos no utilizaban esta frase nuestra, sino Τα σύκα, σύκα, και τη σκάφη, σκάφη”: (Hay que llamar) a los higos higos y al barco barco: digo las cosas como son, sin rodeos ni eufemismos: a los higos, higos y a la barca barca, como leemos en Luciano, por ejemplo. En cuanto a la barca, era fundamental entre las islas del Egeo y para la pesca, y por lo que atañe a los higos eran en el mundo antiguo el fruto más dulce, casi melifluo. Hay que tener en cuenta que en la antigüedad era la miel y no el azúcar, que nos llegaría a Occidente después de la caña del sudeste asiático gracias a la expansión musulmana, el edulcorante que se utilizaba. Y hay higos tan dulces, ya se tomen maduros o ya secos o pasos, que son pura miel. En todo caso, además, no perdamos de vista que el higo, sobre todo el abierto, es una metáfora sicalíptica -nunca mejor dicho- del sexo femenino.  Pero hay quien propone otra interpretación: la palabra que significa 'barca' también quiere decir 'artesa' o 'cesto', y podría referirse, por lo tanto, al que se utilizaba en el mercado para pesar los higos. Según esto, el sentido del dicho sería que no había que confundir el peso de los higos con el del cesto en el que se pesaban, el contenido, digamos, con el continente y el contenido juntos. Se non è vero è ben trovato
 

jueves, 14 de mayo de 2020

El colmo del eufemismo

Si no era ya harto ridículo llamar a los ciegos invidentes, como hacen algunos con no poca pedantería, empleando el lenguaje para ocultar la realidad, y no llamando a las cosas por su nombre (al pan pan, y al vino vino), vicio que ya denunció Quevedo entre nosotros (“Por hipocresía llaman al negro, moreno; trato a la usura; a la putería, casa; al barbero, sastre de barbas y al mozo de mulas, gentilhombre del camino”*), he aquí el eufemismo políticamente corregido, mejor que “correcto”, o sea, la corrección política aplicada al eufemismo: discapacitados visuales

Y dando un paso más aún, en pro del lenguaje incluyente, para que no se sientan excluidas las mujeres, que no tendrían por qué sentirse así ni ofenderse, habida cuenta de que nos hallamos ante un uso no marcado del género gramatical masculino que incluye al femenino, pero algunas se sienten privadas de mención e invisibilizadas, según afirman: personas discapacitadas visuales, o su variante estilísticamente alternativa: personas con discapacidad visual

 Viñeta de Alberto Montt

Así, podemos leer aberraciones escritas como esta joya: “Por suerte, la naturaleza que es sabia, hace que las personas discapacitadas visuales desarrollen mucho más el resto de sus sentidos, el del oído, el del olfato y, por supuesto, el del tacto.” O esta otra: “En España, son 70.000 las personas discapacitadas visuales afiliadas a la ONCE”, en la que, por cierto, es de agradecer que se mantenga el acrónimo ONCE, cuya “c”, como se sabe, es la letra inicial de “ciegos”: Organización Nacional de Ciegos de España

Supongo que, aplicando el mismo criterio, a los sordos se les acabará llamando discapacitados auditivos, y para que quede claro que no excluimos a las sordas cuando hablamos de “discapacitados” usando el masculino como término marcado, mejor: personas discapacitadas auditivas o con discapacidad auditiva, expresiones que, feas como ellas solas como demonios, atentan a todas luces contra el principio de economía del lenguaje y contra el buen gusto y la sencillez a la hora de hablar y de escribir.

oOo

NOTA.- Hurgando en la obra de Quevedo no encuentro esta frase, tan repetida en interné, escrita como tal. Se trata de una abreviación de este párrafo de los Sueños, que prefiero citar completo: Pues todo es hipocresía. Pues en los nombres de las cosas ¿no la hay la mayor del mundo? El zapatero de viejo se llama entretenedor del calzado. El botero, sastre del vino, porque le hace de vestir. El mozo de mulas, gentilhombre de camino. El bodegón, estado; el bodegonero, contador. El verdugo se llama miembro de la justicia; y el corchete, criado. El fullero, diestro; el ventero, güésped; la taberna, ermita; la putería, casa; las putas, damas*; las alcagüetas, dueñas; los cornudos, honrados. Amistad llaman al amancebamiento; trato a la usura; burla a la estafa; gracia, la mentira; donaire, la malicia; descuido, la bellaquería; valiente al desvergonzado; cortesano al vagamundo; al negro, moreno;  señor maestro al alabardero; y señor doctor al platicante. Así que ni son lo que parecen ni lo que se llaman: hipócritas en el nombre y en el hecho.    (Francisco de Quevedo, El Mundo por Dedentro, Sueños). Como puede comprobarse, todos los eufemismos de la primera cita  están en este párrafo salvo el de "barbero, sastre de barbas", que sin embargo es también creación del propio Quevedo, quien en La vida del buscón don Pablos, Pablos presenta a su padre como barbero que se avergüenza de que le llamen así y prefiere denominarse "tundidor de mejillas y sastre de barbas".

Nota*.- Le haría sin duda gracia a don Francisco de Quevedo que hoy a las putas se las denomine trabajadoras sexuales.

lunes, 13 de abril de 2020

Letalidad y Exitus (letalis).

¿Hay diferencia entre letalidad y mortalidad

Juzgad vosotros mismos. 

Mortalidad: cualidad de mortal, que deriva del latín mortalem que a su vez procede de mortem: “muerte”. Mortalidad es también la tasa de muertes producidas en una población durante un tiempo dado, en general o por una causa determinada. (Más popular, es decir, más nuestra y menos latiniparla, es la palabra mortandad, que es una alteración de *mortaldad, forma apocopada de mortalidad por la pérdida de la vocal átona pretónica, y que la academia define como “gran cantidad de muertes causadas por epidemia, cataclismo, peste o guerra”). 

Letalidad: cualidad de letal, derivado de letalem que a su vez procede del latín letum: “muerte”. Sinónimo de mortalidad. 

¿Por qué se emplea últimamente tanto “letalidad” en la expresión “tasa de letalidad” en lugar de la más comprensible “mortalidad” y “tasa de mortalidad”? Parece a primera vista elemental, querido Watson: porque se quiere ocultar con la culta latiniparla la realidad de la Muerte que hay detrás de la palabra. Y porque el palabro, siendo latino, nos llega sin embargo a través de la lengua del Imperio.

Asimismo, hablamos de inyección letal y no de inyección mortal para referirnos al método de ejecución consistente en inocular por vía intravenosa y de manera continua una cantidad letal, es decir, mortal, de diversos fármacos combinados, que producen, sucesivamente, inconsciencia, parálisis respiratoria y finalmente paro cardíaco. 

Igualmente los políticos y los periodistas que repiten sus palabras procedentes del lenguaje culto que no entiende el vulgo hablan ahora del elevado índice de letalidad del virus coronado el pasado año 2019, que está provocando estragos durante el presente año de 2020 entre la población de edad más avanzada confinada en las residencias geriátricas, para ocultar la mortandad real. 

El triunfo de la Muerte, Pieter Bruegel (1562) 

Si recurrimos al diccionario de términos médicos de la Real Academia Nacional de Medicina, la cosa se aclara un poco: No es exactamente lo mismo mortalidad que letalidad, porque mortalidad es un término genérico que afecta a todo el mundo y letalidad es una mortandad específica que sólo se aplica a los afectados por alguna enfermedad. Por eso no es lo mismo la tasa de mortalidad, que se calcula tomando como referencia a la población total, que la de letalidad, que sólo tiene en cuenta a las personas afectadas por una determinada enfermedad. La tasa de mortalidad, según el citado diccionario, es la ‘proporción entre el número de fallecidos en una población durante un determinado periodo de tiempo y la población total en ese mismo período’ y la tasa de letalidad es el ‘cociente entre el número de fallecimientos a causa de una determinada enfermedad en un período de tiempo y el número de afectados por esa misma enfermedad en ese mismo período’.

Es curiosa en la lengua del Imperio la hache intercalada de lethal y lethality inexistente en latín (letalis, letalitas), que es fruto del cruce de la palabra latina letum con la griega λήθη léthe, olvido, propiamente Leteo, el legendario Río del Olvido que estaba en el Hades y que tenían que atravesar las almas de los muertos, y por lo tanto tiene también que ver con la ληθαργία lethargía y el λήθαργος léthargos, y con lo que está latente, es decir, oculto y no patente. La raíz originaria era λᾶθος, indoeuropeo *lādh-. 

En la jerigonza del gremio médico-sanitario se habla igualmente de exitus como sinónimo de muerte. Se trata de la abreviación del término latino exitus letalis, que literalmente significa “salida -como exit en la lengua del imperio- mortal”. Éxito, en efecto, es un cultismo que significa “salida”, del verbo exire, salir, que en castellano se ha caracterizado con una connotación positiva, de buena salida, de triunfo, de logro, pero que en su evolución vulgar no tiene: por ejemplo, forajido (que ha salido fuera, en primer lugar, después bandido), ejido (terreno comunal que está fuera del pueblo). 

Recuerdo que una vez solicité a un hospital público de nuestro sistema sanitario, el mejor del mundo, según dice sus apologetas, un certificado del fallecimiento de un familiar de segundo grado para presentarlo en el trabajo, porque allí había fallecido, y me dijeron los responsables administrativos que sólo podían darme uno de que había sido dado de alta, literalmente,  en el hospital. Supongo que las estadísticas de ese hospital arrojan un número muy elevado de altas médicas, porque allí no se muere nadie: los fallecidos son enseguida despachados a las dependencias del otro barrio en la barca de Caronte.