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martes, 19 de mayo de 2020

¿La excepción confirma la regla?

En latín se decía “exceptio confirmat regulam” o también “exceptio probat regulam”: la excepción confirma la regla. Pero tiene un añadido en cualquiera de los casos que es “in casibus non exceptis”: en casos no exceptuados, es decir, cuando no hay excepciones. Sin embargo, no figura en ninguna fuente clásica latina, porque se trata sin duda de una glosa medieval al parágrafo XIV del Pro Balbo de Cicerón. 


Veamos el ejemplo. Cicerón, el más ilustre de los abogados, defiende en ese discurso al gaditano Lucio Cornelio Balbo que había obtenido la ciudadanía romana por sus servicios prestados a Roma. Los acusadores de Balbo argumentaban que no estaba justificada la concesión de la ciudadanía romana porque entre su ciudad natal, Gades, y Roma había un tratado de amistad. Cicerón, por el contrario, señala que sí se pueden admitir a la ciudadanía romana a aquellos que proceden de ciudades con tratados con Roma. El único caso en el que no sería posible ocurriría cuando el tratado entre ambas ciudades estableciera una excepción a esta regla general. Cicerón argumenta que hay algunos tratados, como los firmados con algunos pueblos bárbaros de la Galia, en los que se estipula por excepción que no sean admitidos como ciudadanos romanos. Haciéndose esto por excepción se deduce necesariamente que donde la excepción no exista, la admisión es lícita. 

Así dice el comienzo del parágrafo XIV del Pro Balbo en traducción de don Marcelino Menéndez Pelayo. Pero existen algunos tratados, como los hechos con los Germanos(?), Insubrios, Helvecios, Iapidos y otros pueblos bárbaros de la Galia, en los que se estipula, por excepción, que no sean admitidos por nosotros como ciudadanos romanos. Haciéndose esto por excepción se deduce necesariamente que donde la excepción no exista, la admisión es lícita. ¿Dónde está prohibido en el tratado con los gaditanos que pueda ser ciudadano romano cualquiera de ellos? En ninguna parte.” (etenim quaedam foedera exstant, ut Cenomanorum, Insubrium, Heluetiorum, Iapydum, non nullorum item ex Gallia barbarorum, quorum in foederibus exceptum est ne quis eorum a nobis ciuis recipiatur. quod si exceptio facit ne liceat, ubi non sit exceptum, ibi necesse est licere. ubi est igitur in foedere Gaditano, ne quem populus Romanus Gaditanum recipiat ciuitate? nusquam.).

Lo más parecido a la frase susodicha que hay en el párrafo ciceroniano es quod si exceptio facit ne liceat, ubi non sit exceptum, ibi necesse est licere, que don Marcelino traduce bien como Haciéndose esto por excepción se deduce necesariamente que donde la excepción no exista, la admisión es lícita. O más literalmente: Pero si la excepción hace que no sea lícita (sc. la ciudadanía), donde no haya sido exceptuado, es necesario que allí sea lícita. 

En esa frase se menciona la “excepción” pero no aparece ninguna mención explícita a “regla”, aunque sí a lo que es lícito o ilícito, que se glosa con la palabra “regula”: lo que está estipulado, lo que está mandado. Es importante remarcar que “ubi non sit exceptum” se glosa en “in casibus non exceptis” 



¿Qué uso se hace aquí de la excepción y de la regla? Pues el de la mutua exclusión. O hay excepción o hay regla general. Cicerón razona que, como no hay excepción, entonces vige la regla general. Como no se establece nada en contra en el tratado entre Gades y Roma, entonces Balbo puede ser ciudadano romano. Con este razonamiento, Cicerón ganó el juicio. 

Para el romano –al menos aquí y en este sentido- no es pensable que una excepción otorgue validez a una regla general. O hay excepción o hay regla general, pero no ambas cosas al mismo tiempo y en el mismo sentido. Lo cual, así explicado parece razonable. 

La palabra excepción proviene del latín exceptionem, término compuesto integrado por el prefijo centrífugo ex-, que se refiere al movimiento de dentro hacia fuera, como en las parejas inhumar/exhumar o importar/exportar, donde se opone al prefijo centrípeto in-, y captionem, donde encontramos el verbo capere, que significa tomar, coger, y el sufijo de acción -tion-em. La /a/ de la raíz verbal cap sufre alteración de timbre, y así el infinitivo del verbo en latín de *ex-capere pasó a ex-cipere, de donde por ejemplo procede nuestro término médico excipiente, que se define como “sustancia inerte que se mezcla con los medicamentos para darles consistencia, forma, sabor u otras cualidades que faciliten su dosificación y uso”, y el participio evoluciona, también con apofonía vocálica, de *ex-captum a ex-ceptum, origen de nuestro excepto

La palabra exceptionem, por lo tanto, significaba limitación, restricción o reserva. Y entró en nuestra lengua hacia 1384, donde ya está documentada. El diccionario de la Academia la define como “Cosa que se aparta de la regla o condición general de las demás de su especie”. 



Los derivados del verbo capere, origen de nuestro caber son muy numerosos y presentan además unas veces vocalismo “e” (a-cep-tar, con-ceb-ir, con-cep-tuar, de-cep-cionar, ex-cep-tuar, inter-cep-tar, pre-cep-tuar), otras veces vocalismo “i” (re-cib-ir, re-cip-iente, per-cib-ir, aper-cib-ir, desaper-cib-ido, anti-cip-ar, parti-cip-ar, prin-cip-iar), alguna vez vocalismo “o” (re-cob-rar, cob-rar), a veces vocalismo “u” (o-cup-ar, deso-cup-ar, re-cup-erar, preo-cup-ar), sin olvidar la pervivencia del vocalismo original “a” (cap-tar, caz-ar -procedente de *cap-tiare-, cap-turar). En cuanto al consonantismo, hemos comprobado como el fonema oclusivo labial sordo /p/ aparece muchas veces sonorizado en /b/. 

El término por lo anto “exceptionem” significa etimológicamente que está fuera del ancance de algo porque ha salido de ello, porque ha dejado de estar dentro, donde ya no cabe. La excepción, por definición, es una ruptura de la regla. Hay algo o alguien que se sale de la regla, algo excepcional que no confirma la regla, sino que la desmonta desbaratándola.

Confirmare, en latín, es un compuesto de firmare, como affirmare e infirmare. El verbo firmare, origen de nuestro firmar, está fundado sobre el adjetivo firmus que en principio significa fuerte, seguro, firme. De ahí que su contrario etimológico sea enfermar, con el prefijo negativo IN- y apofonía vocálica. Resulta asimismo curioso que de ahí proceda nuestra firma, porque el verbo que en principio significaba “dar firmeza a algo”, ya desusado con ese sentido, acaba siendo según la Academia poner “nombre y apellidos escritos por una persona de su propia mano en un documento, con o sin rúbrica, para darle autenticidad o mostrar la aprobación de su contenido.” Nos llevaría lejos ahora relacionar el valor añadido que la firma personal de un artista imprime a una obra, pero queda apuntado porque a veces el único valor de la obra es la propia firma. 

El caso es que confirmare en latín y en castellano significa en primer lugar corroborar la verdad, certeza o el grado de probabilidad de algo, o, más etimológicamente, corroborar la firmeza de algo, ponerlo a prueba, por lo que la excepción no valida la regla, sino lo contrario: la invalida. Pero lo que sí puede hacer la excepción y de hecho es lo que hace algunas veces es regularizarse y convertirse en la nueva regla.

La excepción pone a prueba la regla, lo que no quiere decir que la apruebe, sino todo lo contrario: la desaprueba: su propia existencia desautoriza la regla -etimológicamente la reja- que se había tratado de imponer. 

¿Qué puede querer decir que la excepción confirma la regla? Que si hay una excepción es porque, por definición, había una regla que, por la propia excepción, ha quedado demostrado que no era perfecta y que no se podía generalizar. Eso es lo que confirma la excepción: que había, pero que ya no hay, ninguna regla, porque alguien o algo se ha salido de ella, de la cárcel conceptual que era su celda. 

De hecho, la mejor formulación de la frase sería exceptio probat regulam, donde el término probat (prueba, en castellano) tiene dos acepciones similares pero muy diferentes en este caso: pone a prueba y aprueba. Y no es lo mismo poner a prueba que aprobar. La acepción correcta a la luz de todo esto es pone a prueba, por lo que la mejor traducción del proverbio latino es La excepción pone a prueba la regla.