¿Quién ha ganado?
La primera viñeta, de Allen Forrest, publicada el 6 de noviembre de 2024 en la página de Dissident Voice, lleva por título Who won? ¿Quién ganó? Está cuarteada y en el primer cuarto presenta a un tipo que consulta su móvil y nos pregunta si hemos visto los resultados de las elecciones (obviamente, se sobreentiende norteamericanas), en el segundo y el tercer cuarto se pregunta si ganó el estado profundo o ganó el pueblo, y en el último surge la duda de si el estado profundo no habrá hecho creer al pueblo que es el pueblo el que ha ganado.
El concepto de Estado Profundo (Deep State en la lengua del Imperio) es un tanto impreciso. Remonta quizá a la distinción chomskyana aplicada en la gramática transformativa y generativa de deep structure/surface structure o sea estructura profunda frente a estructura superficial, que a su vez puede relacionarse con la distinción entre lengua y habla de Ferdinand de Saussure, ya que la lengua es el código subyacente, mientras que el habla es su realización en el uso cotidiano. Para Chomsky, la 'estructura profunda'
representa el nivel subyacente de significado o de relaciones
sintácticas abstractas de un discurso. Es una representación
mental que subyace a las estructuras superficiales, que son las formas que la frase puede adoptar. Por su parte, la 'estructura
superficial es su realización final y concreta,
ya organizada según las reglas fonéticas y sintácticas que hacen
que sea pronunciable o visible en un idioma específico.
En la teoría política, el 'estado profundo' se refiere a una supuesta red de individuos, instituciones y poderes fácticos que operan entre bambalinas en el aparato estatal y que tienen la capacidad de influir en las decisiones del gobierno y la política sin estar a la vista ni responder directamente a la estructura democrática y oficial del Estado. Esta "estructura subterránea" se presenta como un nivel oculto que influye o controla lo que ocurre en la esfera pública y visible.
Dos categorías que vienen a resucitar y replantear de algún modo la vieja cuestión del fondo y de la forma. Formalmente ha ganado el pueblo, o eso cree el electorado del sistema democrático que se identifica con él, pero siempre quien gana es el Estado, que serían los poderes fácticos. El caso es que quien gana siempre, dejémonos de adjetivos como esos de superficial y profundo, es el Estado, y el Estado, como acierta a decirnos la viñeta de Allen Forrest, nos hace creer que ha ganado el pueblo.
La máquina de fango o La caverna mediática
La segunda viñeta es la de El Roto, publicada en el diario fétido del gobierno o Periódico Global, el día 7 de los corrientes, donde el protagonista, sentado frente a una pantalla, asevera que es difícil distinguir la “basura informativa del lodo real”, que se desprende de la pantalla con su color merdoso -única concesión al color que hace dentro de su habitual blanco y negro- y está a punto de derramarse sobre el plato y el vaso de la mesa del espectador que nos da la espalda, sentado frente a su pantalla, como los esclavos de la caverna platónica condenados a ver las sombras proyectadas en la pared, la caverna mediática, según la metáfora que acuñó Vázquez Montalbán, para referirse a todos los medios de masas, de los que dejó escrito, con un guiño al Callejón del Gato valleinclanesco: Los
medios de comunicación se han convertido en espejos trucados que
devuelven falseadas imágenes del ciudadano.
Unos medios de comunicación que,
paradójicamente, sirven para mantenernos incomunicados, contra su pretensión de poner en común las cosas, que eso es etimológicamente comunicar, ofreciéndonos
información, una información que nos conforma a nosotros, que nos ahorma como hace la horma con el zapato hasta que dé de sí, y que deforma por lo tanto
la realidad.
Ese lodo es como el virus que nos metieron en nuestros hogares a través de las pantallas. Es el barro que los valencianos arrojaron a la cara de su majestad la Reina, cuando se trasladó desde el palacio de la villa y la corte a consolar a las víctimas de la riada.
La televisión, la radio y la prensa escrita, a más de las redes sociales que conforman la Red Informática Universal en la que cabe virtualmente todo lo que existe, de modo que lo que no está en ella no existe, es la máquina que nos enfanga. En lugar de quitar el barro, lo propaga a los cuatro vientos. La información es el fango.