Hostias
Sentencia la Real
Academia Española en su inmensa pedantería que hostia procede del latín
“hostia”, que significaba "víctima de un sacrificio" (ofrecida en
principio como expiación para apaciguar la ira de los dioses, por oposición a
“uictima”, que se ofrendaba en señal de acción de gracias) y nos da como
primera acepción "Hoja redonda y delgada de pan ácimo, que se consagra en
la misa y con la que se comulga", es decir, la famosa oblea, y en segunda:
“Cosa que se ofrece en sacrificio”. Recoge, además, como no
podía ser menos una tercera acepción, que califica de malsonante, y que es la
que más se utiliza a día de hoy en castellano, cuya etimología sería la misma según la RAE.: “golpe, trastazo, bofetada”.
Cuando se dice en medio de una discusión acalorada que “aquí va a haber algo
más que palabras”, sabemos que ese algo más no puede ser otra cosa que
hostias desgraciadamente. Pero ¿qué relación tienen estas últimas hostias con
las primeras? Ninguna, sencillamente.
No se entiende muy bien cómo la oblea ha podido llegar a ser sinónimo de bofetada, golpe y trastazo, hasta el punto de que su origen etimológico sea común y el mismo según los sabihondos académicos. Es verdad que cuando la misa era como Dios manda, en latín, el sacerdote daba una hostia al feligrés que comulgaba, arrodillado ante el altar, depositándola en su boca, pero de ahí a que eso sea sinónimo de un bofetón va a un abismo.
No debería la RAE perder de
vista el latín FVSTIGARE, que era golpear con el FVSTEM, es decir, con
palo, vara, bastón o garrote, de donde nos viene al castellano la palabra
“fuste”, como madera o parte sólida de los árboles y de ahí fundamento de una
cosa, y también “fusta” con el significado de “vara flexible empleada como
látigo o rebenque”; este FVSTIGARE es el origen del cultismo fustigar
“golpear con la fusta”, y de las palabras patrimoniales hostigar y
hostiar. Esta última, que es la más común y es puro castellano, no la recoge
el Diccionario de la RAE todavía por lo que he visto.
Se llega a ella a
través de un paso intermedio que es fostigar, documentado por ejemplo en
el Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita. En la estrofa 1168, verso
3º, leemos en efecto: fostigarás tus carnes con santa
disçiplina. También en los Milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de
Berceo (XVI, 359) leemos: menazólo el padre porque avié tardado, / que
mereciente era de seer fostigado. También en el Cancionero de don
Juan Alfonso de Baena leemos seres de mi palmatoria / muy mal fostigado.
Pero baste con estos ejemplos.
En gallego y en
asturiano existe un descendiente de este fostigar que es FOSTIAR, a
veces con prefijo A-, AFOSTIAR, que persiste en algunos otros ámbitos del
español oficial contemporáneo, donde está claro que la f- inicial no puede
proceder de la h- latina, y sí al revés, que nuestra h- inicial provenga de una
f- latina.
Ostias
Según el
Diccionario de la RAE, ostia es vocablo que está en desuso y que procede
del latín “ostrea”, que significa “ostra”, y que en castellano viejo se decía
“ostria” u “ostia”. Advierte Corominas que el deseo de rehuir la confusión
sacrílega de esta ostia con la hostia consagrada hizo que se generalizara la
forma portuguesa “ostra” en detrimento de la primera, que dejó de usarse
(aunque todavía se dice ostión en Andalucía y en algunas zonas de
Sudamérica).
El conocido cómic
de la posguerra española Roberto Alcázar y Pedrín popularizó entre
nosotros la frase ¡Ostras, Pedrín!, que empleaba el personaje Roberto
Alcázar como eufemismo de ¡Hostias, Pedrín! para expresar asombro a su
compañero de aventuras. Y algunos se empeñan todavía en exclamar “ostras” en
lugar de “hostias” para evitar la malsonancia de la confluencia con lo
sacrosanto. Son los mismos que en lugar de exclamar mierda profieren miércoles, o cáspita y córcholis en vez de vaya usted a saber qué, y rediós y cago en
Dios o mejor cagüendiós, como dice a veces la gente, en lugar de rediez
y cagüendiez, para parecer más finos y educados, quedando ya algo obsoleto
pardiez que sustituía a par Dios o sea por Dios hace mucho
tiempo; esos mismos escriben a veces también “ostias” sin hache, para no
incurrir claramente en la blasfemia, y sí en la falta de ortografía.
La expresión que se oía antaño en España, cuando los hijos les preguntaban a las madres de una forma insistente e insolente, que qué había para comer, solía ser: "¡Hostias en vinagre!". Ignoro el origen de esta locución de la que se me ocurren dos explicaciones:
-Que sea en
realidad “Ostias (es decir, ostras) en vinagre”. Las ostras suelen comerse
crudas, pero a veces se riegan en vinagre (o en zumo de limón) para que suelten
las impurezas, o se preparan a la vinagreta.
Viñeta del cómic Roberto Alcázar y Pedrín
-Que sea, en
efecto “Hostias (es decir, obleas consagradas) en vinagre”. Lo que nos lleva a
la ceremonia de la eucaristía, en la que el sacerdote divide la hostia
consagrada en dos porciones, y, acto seguido, parte una de esas porciones en
otra más pequeña y procede a la inmixtión echándola en el cáliz donde está el
vino consagrado. Como advierte el Vaticano, debe procurarse que el vino no esté
avinagrado; si lo estuviera, avinagraría también la hostia.