Mostrando entradas con la etiqueta fe. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta fe. Mostrar todas las entradas

jueves, 5 de junio de 2025

Pareceres LXXVII

376.- Aniversario de un Estado. Pocas veces puede determinarse con exactitud el día, mes y año de la fecha del nacimiento de un Estado como en el caso de Israel, que fue el 14 de mayo de 1948. El gran Eduardo Galeano nos habla de lo que sucedió al poco de su fundación: “Pocos meses después, ya había más de ochocientos mil palestinos expulsados, y más de quinientas aldeas demolidas”. Con la magia de las palabras Galeano resucita esas aldeas muertas sin nombre: “Esas aldeas, donde crecían los olivos, las higueras, los almendros y los árboles frutales, yacen sepultadas bajo las autopistas, los centros comerciales y los parques de diversiones”. Sus palabras hacen que revivan efectivamente en nuestra imaginación esas aldeas para,  a continuación, darles un baño de realidad y enterrarlas bajo autopistas, centros comerciales y parques temáticos, apareciendo nuevos nombres para rebautizar el mapa. Prosigue Galeano: “Ya poca Palestina queda. La implacable devoración del mapa invoca títulos de propiedad, generosamente otorgados por la Biblia, y se justifica por los dos mil años de persecución que el pueblo judío sufrió”. Y concluye: “La cacería de judíos fue, siempre, una costumbre europea; pero los palestinos pagan esa deuda ajena”. Se ha dicho muchas veces que la víctima se convierte en verdugo invirtiéndose los papeles. No es solo cuestión de que pase el tiempo: es una cuestión de dialéctica hegeliana.
 

377.- Hombres de poca fe. Reivindicar ese título no es un blasón de infamia, sino todo lo contrario: una descripción de la que no hay ni que enorgullecerse ni avergonzarse mucho tampoco. Declarando y asumiendo, pues, que somos gentes de poca fe, no tenemos muchos motivos para creer, por no decir que no tenemos ninguno en absoluto. Hay que tener fe en algo, dicen sin embargo los evangelistas del orden establecido en el estado en el que estamos (statu quo), porque la fe en lo que somos es lo único que sostiene el entramado insostenible del tinglado esencialmente ontológico e inestable en el que estamos inmersos. Desprovistos de la virtud teológica, no creemos en el Hombre con mayúscula ni en la Humanidad, que son reencarnaciones de Dios, como dicen los que han divinizado al homo sapiens-que-no-sabe-nada-y-no-tiene-el-coraje-de-reconocerlo ni, mucho menos, en nosotros mismos. Simplemente no tenemos la mucha fe que hay que tener en la realidad, nuestra cruz, para sostenerla, lo que no nos da motivos por otra parte ni para ser ni pesimistas ni optimistas.  
 

378.- Normalizando anomalías. El hecho de que se hayan considerado más graves de lo que eran gripes, catarros, resfriados y virus estacionales varios en general, y menos graves de lo que son y se hayan normalizado ictus, infartos, cánceres varios y autismos revela lo profundamente enferma y manipulada que está esta sociedad nuestra, medicalizada en exceso innecesariamente, que puede dar importancia a lo que es trivial y quitársela, sin embargo, a lo que salta a la vista que es más grave e inaudito. Hasta tal punto hemos normalizado que mueran inexplicablemente en la flor de la vida, como solía decirse, gente que no estaba previamente enferma, que ya no sabemos distinguir lo que tiene importancia de lo que no. La IA nos dice que, efectivamente, los ictus están aumentando en los jóvenes, aunque sigue siendo competencia de los mayores de 65 años. Incluso nos da el dato de que se ha observado un aumento del 25% de estos casos en personas comprendidas entre los 20 y los 64 años, y se lo achacan al aumento de la obesidad y la hipertensión, a los hábitos de vida poco saludables (tabaquismo, consumo de alcohol y drogas, falta de ejercicio físico...), estrés psicosocial, e incluso mayor diagnóstico. La multicausalidad, como se ve, pretende explicar un fenómeno que, de este modo, queda irremediablemente inexplicado, porque todas esas causas las ha habido siempre tanto o más que ahora mismo, y estas cosas no pasaban, como dice la gente a nuestro alrededor. Frente a eso, la IA normaliza el problema con afirmaciones como que el ictus no es exclusivo de personas mayores, por lo que pueden producirse en personas menores. ¿Por qué será? 

379.- Izquierda y derecha. Dicen los analistas de la política nacional carpetovetónica de la España profunda de los carpetanos y los vetones prerromanos manteniendo la necia dicotomía izquierda/derecha, que la diestra está a la que salta de la ofensiva y la siniestra, que gobierna, a la defensiva que salta. La derecha que se opone a la izquierda que gobierna dice, y es verdad, que la mafia está instalada en el Estado (=es el Estado), y que ella está dispuesta a desalojarla si se le otorga la victoria en las urnas. La izquierda, por su parte, a través de la vocera del ejecutivo, dice que la derecha, mediante la estrategia del caos, busca “verter una cascada de fango para tapar que hay un país que crece y que progresa”. Hay una batalla de relatos: el gobierno está ahí para que no esté la oposición, que es peor. Se habla de la Máquina de Fango, de las cloacas, que son el Estado Profundo, o sea el Estado mismo, es decir, los poderes fácticos. Lo que se juega, detrás de la batalla de relatos, es la toma del poder político, no nos engañemos. La izquierda acusa a la derecha de fascista porque si la acusase de lo que es, neoliberal y atlantista, como dice Diego Fusaro, se acusaría a sí misma también; y si la derecha dejase de acusar a la izquierda de comunista y la acusase de atlantista y neoliberal, estaría retratándose patéticamente a sí misma. Derecha e izquierda, conviene repetirlo porque se nos olvida a menudo, son expresiones aparentemente contrapuestas de lo mismo: del capitalismo y del imperialismo, del capital y del Estado. 
 
380.- Fraude electoral. El ministro de transportes del gobierno progresista de las Españas, perteneciente al Partido ¿Socialista? ¿Obrero? Español ha reprendido al portavoz del Partido ¿Popular? reprochándole que sus principios estén, con una imagen propia de costurero, "a la altura del dobladillo del pantalón” por haber difundido la teoría conspirativa de que hubo fraude electoral en las últimas elecciones generales celebradas en julio de 2023, cuando están los datos según las agencias verificadoras avalados sin fisuras por los organismos competentes. Si utilizamos la definición más comúnmente aceptada, el fraude electoral es la alteración de la voluntad individual o colectiva de los electores. Podría deberse, dentro de una amplísima casuística, a compra de votos, a la adulteración de las actas modificando los resultados, a la manipulación electrónica de los datos o del voto por correo, al soborno de quienes computan los sufragios, a votos de personas fallecidas... y a mil causas más que no vienen al caso. Pero todos estos supuestos parten del convencimiento de que el voto es la expresión de una voluntad individual que sabe lo que quiere y que, por la suma de otras individualidades, se convierte en colectiva y se impone por mayoría que no por mejoría a toda la población. ¿Hubo fraude electoral en los pasados comicios? Por supuesto, porque todas las elecciones son un engaño fraudulento. El auténtico fraude electoral o pucherazo que se produce en todos y cada uno de los procesos democráticos es reducir la voluntad al voto, el pueblo a la condición de electorado que cree saber lo que le conviene, cuando lo que le conviene es otra cosa -porque como dijo Jesucristo en la cruz, y son divinas palabras, que diría Valle-Inclán: Pater, dimitte illis; non enim nesciunt quid faciunt ('Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen'). No saben, en efecto, lo que votan.

martes, 26 de noviembre de 2024

Pareceres LXII

301.- Volver al cine. Las salas de cine tienen cada vez menos espectadores. En los últimos años, sobre todo, se ha producido una deserción casi total del sector. Muchas han cerrado en el centro de la ciudad y en los pueblos. Su cierre se explica por el auge de las plataformas digitales que ha provocado el cambio de hábito de muchos cinéfilos tras la pandem(enc)ia, quienes huían de los espacios públicos -que se decían contagiosos- y buscaban los privados y domésticos de la reclusión familiar. Pero la cosa ya venía de antes con las cintas de vídeo que se alquilaban en los videoclubes y los DVD, solo que se vio favorecida con la aparición del virus coronado. Sin embargo la experiencia de entrar en una sala oscura, sentarse en una butaca, olvidarse uno de sus problemas y circunstancias y meterse en la pantalla sigue siendo única, y es una pena ver esta decadencia. Los pocos espectadores, además, que frecuentan una sala cinematográfica se ven alterados por sus teléfonos móviles supuestamente inteligentes, incapaces de mantenerlos apagados o en silencio, enviando y recibiendo guasaps, por lo que no pueden disfrutar de la experiencia inmersiva y única de meterse dentro de una película. Me encantaría poder redescubrir el placer de disfrutar de una buena película en una oscura sala de cine, metáfora de la caverna platónica, que era para mí una experiencia semanalmente inolvidable, pero me da la sensación de que el séptimo arte ha muerto. 


 302.- El plátano de Cattelan. No es un plátano cualquiera. Es una obra de arte. Un chef-d'oeuvre. No por nada, sino porque lo ha hecho un artista Maurizio Cattelan (1960-...), y lo presentó en 2019 adherido a una pared con una cinta americana en la Art Basel Miami Beach bajo el título de "Comediante", quizá porque el artista o la propia obra de arte se estaba riendo de nosotros, su público. Fue vendido entonces por la no despreciable suma de 120.000 dólares, con lo que se convirtió en el plátano más caro del planeta. Pero la fruta, que no tardará en madurar, ennegrecerse y pudrirse, pero siempre podrá sustituirse por otra, ha vuelto a ser noticia porque recientemente la obra, que no deja de ser un insulto al arte y a la inteligencia, ha vuelto a venderse en una subasta, y lo ha hecho por la astronómica cifra de 6.200.000 (seis millones doscientos mil) dólares, revalorizándose considerablemente como puede comprobarse. Una buena inversión que ha enriquecido a su artista, un provocador que, si fuera español, a la pregunta de qué es el arte, respondería "pasmarte, morirte, petrificarte de frío". 

 

 303.- Hombres de poca fe. Perder la fe, que es lo peor que hay, si eso fuera posible, sería paradójicamente una ganancia. Me gustaría poder decir y escribir que la fe va perdiendo terreno día a día en las vidas de las personas, que nadie cree ya en nada, pero no es verdad, desgraciadamente. Es cierto que la mayoría de la gente no cree ya en Dios, que es una fantasmagoría monoteísta del pasado: soy ateo, gracias a Dios, dijo Buñuel. A fin de cuentas Dios no era más que un pretexto para creer en algo. Pero la pérdida de fe de mucha gente en Dios, el fantasmón judeocristiano del pasado, no significa que la gente no crea en ninguna otra cosa, sino que ha sustituido una creencia obsoleta, por otras supercherías más modernas y no menos perniciosas, como por ejemplo la economía, que es la cara verdadera y dura de la política, y el dinero o Becerro de Oro, que es la nueva epifanía del viejo dios de Israel, o la importancia del individuo y la real gana de su voluntad personal o voto (y lo llaman libertad y no lo es) o el sufragio universal y o el cambio climático, cuyo negacionismo, según dicen, mata. Dicen que la fe puede mover montañas, y puede que sea verdad, pero a mí me parece, y a cualquiera, creo yo, que es mejor que las montañas estén quietas, inmóviles donde están, que no se muevan y produzcan un terremoto. Amén. 


 304.- No hay más que denuncias. Los asuntos ya no se resuelven cara a cara, de tú a tú. A la menor palabra fuera de tono uno se arriesga a ser demandado y a tener que buscarse y pagarse un abogado. ¿Tienes un problema con alguien, con un vecino, por ejemplo porque pone la televisión muy alta a horas in tempestivas de la madrugada? ¿Por qué no se lo dices personalmente? ¿Por qué no tratar de resolverlo directamente con la persona en cuestión? Se impone la denuncia policial, o contarles a terceros, la versión de uno mismo, por supuesto. Esta operación de difamación ya no sólo no se hace en directo, sino a través de las redes sociales que nos enredan aún más. ¿Alguien se ha comportado de una manera que no nos ha gustado? Evitemos a esa persona, ¿para qué enfrentarnos e intentar aclararlo? Además de evitarla, podemos bloquearla en nuestras redes sociales. Este comportamiento es cada vez más común, detrás de él está la incapacidad de relacionarnos con el prójimo, tememos la confrontación directa, nos escondemos detrás de chismes parciales que solo cuentan nuestra propia versión distorsionada. Estamos en un mundo no ya de cobardes que se esconden detrás de las redes sociales, sino de personas que necesitan intermediarios para resolver sus problemas a espaldas de los directamente afectados. Incapaces de comunicarnos con los demás abierta- y honestamente, nos refugiamos en la denuncia anónima. 

 

305.- Cambio, change, exchange, Wechsel. Los ciudadanos votan con la esperanza de un cambio, reza un titular de un periódico cualquiera sobre un país democrático cualquiera. Si no tuvieran esa esperanza, no votarían. Pronto se verán defraudados cuando vean que el cambio que se produzca sólo será recambio nominal: cuanto más cambian las cosas, más son las mismas, como dijo el otro, porque cambian para no variar. ¿No habrá cambiado todo para seguir todo igual al fin y a la postre? ¿No cambiamos una moneda por otra con el mismo valor en el mercado? ¿No será peor, incluso, ahora que antes, porque no se reconocen las nuevas formas evolucionadas de la misma opresión y el dominio? ¿No será esa la esencia de la españolez? Puede que ese sea nuestro sentimiento trágico de la vida, según el afortunado título de don Miguel de Unamuno. Si alguien denuncia la falsedad del cambio, será tachado enseguida de loco, adquiriendo el perfil trágico de una heroína como Casandra, condenada a decir la verdad y a que nadie le preste ni la más mínima atención. Contra la presunción de no saber: sabemos muchas,

martes, 22 de junio de 2021

In tech we trust

    Si nos fijamos atentamente en la visionaria portada de la revista "The economist" correspondiente a la semana del 4 al 18 de mayo de 2021, cuya fotografía se adjunta, veremos el simbolismo de la nueva y futura moneda mundial digital o numérica, si se prefiere esta otra denominación.

    Entre otros símbolos tradicionales heredados del dólar norteamericano, encontramos que la divisa in God we trust de los billetes de dólar ha sido sustituida por in tech (i.e. in technology) we trust

    Se cambia el nombre común ascendido a nombre propio de Dios (in God) por la nueva divinidad vicaria que cumple sus funciones (in tech), la tecnnología, en las futuras govcoins o monedas digitales emitidas por los Bancos Centrales. Pero en el fondo hay algo que no ha cambiado, la misma fe (we trust). 

     Cambian las formas del dinero; aunque deje de usarse el efectivo, se usa el ideal y espiritual, que es mucho más cómodo, reducido a entidades numéricas matemáticas, y permanece inalterable y efectivamente la confianza, que es fe, despositada en él, de sus usuarios. Esa fe inquebrantable que mueve montañas hace que el dinero siga siendo el creador y destructor en el mismo acto de creación del mundo, el demiurgo que siempre ha sido, pero dotado ahora de una inmaterialidad incombustible. 

 


viernes, 4 de diciembre de 2020

Agua milagrosa y cirios a la Virgen

Estuve unas horas en Lourdes, un cantón del sudoeste francés donde se alza el santuario mariano de Nuestra Señora de Lourdes, reconocido y bendecido por la jerarquía eclesiástica católica. No fui allí como devoto peregrino, huelga decirlo, sino que, como peregrino despistado que no sabe muy bien a dónde va, pasé por allí, como suele decirse, de largo y por casualidad. 
 

 
No me interesó mucho la basílica, sino la gruta donde supuestamente (realmente según el Vaticano) se le apareció la Virgen a la pastorcilla; miles de fieles fanáticos -el fanatismo es consustancial a la religión por definición, y la religión, fanática por antonomasia- acuden a diario a esa gruta a venerar la imagen de Nuestra Señora de Lourdes y hacen largas colas para tocar con su mano, como puede verse en la fotografía tomada al fondo a derecha e izquierda, la húmeda roca. Me llamó la atención un letrero que advertía en varios idiomas de que el agua del manantial de Nuestra Señora de Lourdes no era milagrosa por sí misma, sino que sólo obraba prodigios si el que la bebía tenía fe
 
 
 
De lo que se deduce, por consiguiente, que lo maravilloso no es el líquido elemento del santuario mariano, que se vende embotellado en recipientes con la forma de la virgen plastificada, sino la fe del creyente que bebe el agua del manantial de la gruta donde se le apareció supuestamente la Virgen en el año 1858 a la pastorcilla Bernadette Soubirous, posteriormente elevada a los altares por la jerarquía eclesiástica por haber sufrido esa alucinación que no puede considerarse propiamente un hecho histórico sino, más bien, histérico, una visión que sólo se considera verdadera a fuerza de fe, porque se cree que ha existido, no porque haya existido real e independientemente de la fe suplementaria puesta en ella. En mi caso, como soy un descreído ni siquiera bebí un trago, ya que no iba a producir ningún efecto prodigioso, dados mi incredulidad y escepticismo. Una molécula formada por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Agua que no has de beber, me dije, déjala correr, no vaya a ser que te produzca una furibunda diarrea. 
 
oOo 
 También llamaron mi atención la profusión de cirios ardientes ofrecidos por los devotos a Nuestra Señora de Lourdes, algunos considerablemente gruesos y largos, indudables símbolos fálicos: cuando se ofrendan a la Virgen, se encienden y comienzan a derretirse. Y ¿cómo se llama la sustancia que desprenden? Esperma de ballenas (o espelma, como prefieren otros, aunque es barbarismo). No es propiamente licor seminal, sino una sustancia crasa, sólida, sumamente blanca y casi traslúcida, que procede de la materia oleosa contenida en el cráneo de los cachalotes lo que se emplea en la fabricación de las velas. No es, insisto, semen, más que en un sentido metafórico de trasposición. Así pues, los peregrinos se dirigen al altar de la Virgen con un símbolo fálico en sus manos. La ofrenda de un cirio arrecho a la Virgen, puede interpretarse como una sublimación de la erección masculina, un resto pagano de priapismo, dentro de esa gran sublimación del complejo de Edipo que es el culto católico, apostólico y romano a la virgen María, madre de Dios y madre de todo dios. 
 
 oOo 

¿Cabe algo más obsceno y pornográfico, en el peor sentido de la palabra "pornografía", que esta ostentación pública de fe de este hombre de la fotografía que reza arrodillado a un Cristo crucificado con una camiseta azul y una cruz blanca ante la vista de miles de peregrinos en el santuario mariano de Lourdes, reconocido oficialmente como lugar donde se apareció la Virgen María por la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana? ¿Cabe algo más grosero además que adorar un símbolo de muerte como es la cruz? La fotografía de arriba no captó el instante, pero el fanático creyente había extendido previamente sus brazos en cruz como si fuera el Cristo crucificado al que adora. La fe, aunque mueva montañas, no es por eso buena, es un fanático error y un insulto a la razón (lo mejor es que las montañas estén quietas, donde están, y que nada las mueva de su sitio); la exhibición de esa fe es, además de una equivocación, un gesto de mal gusto y pésima educación.

sábado, 25 de julio de 2020

El lema de los notarios: nihil prius fide.

Nada antes que la fe, que es lo primero de todo. Nihil prius fide. Es el lema de los Ilustres Colegios Notariales de España, en los que el Estado deposita la fe pública. El sello tiene la siguiente forma: un libro cerrado con la palabra griega PROTOCOLO escrita en su lomo, que tanto se oye en estos tiempos en que está tan de moda aplicarnos cualquier protocolo a poco que nos descuidemos; sobre el mismo una estrellita de cinco puntas y todo ello, orlado por las palabras NIHIL PRIVS FIDE y dos ramas de olivo unidas por una lazada en la que se halla inscrita la fecha 28 MAYO DE 1862 correspondiente a la ley Orgánica del Notariado.

La palabra latina fide es el origen de nuestra fe, a través de la evolución oral: fide pasa a fede que se convierte en fee y que se simplifica en fe, pero que conserva su forma latina por la vía escrita en cultismos como fidedigno, (in)fidelidad o fideicomiso

Así que, nos dice el colegio de notarios en la lengua de Cicerón, no hay que olvidar que lo primero de todo es la Fe, de la que ellos levantan acta notarial. 
 
El lema está tomado de un pentámetro del poeta latino Propercio (IV, 80): Inque meis libris     nil prius esse fide. En el verso del poeta aparece la forma contracta nil, que los notarios han restablecido a su forma plena nihil, origen de nuestro nihilismo y de nuestro verbo aniquilar (cf. ingl. annihilate, fr. annihiler, it. annichilire), que conforman un doblete que podría compararse con nuestro vulgar na en una frase como “no quiero na” en lugar de nada

El primer hemistiquio del pentámetro de Propercio no tiene mucho problema de traducción: Y en mis libros no hay... En cuanto al segundo, se me ocurren dos versiones rítmicas: ...nada que no sea fe / nada a excepción de la fe

La fe en la vieja teología era una de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Hoy en día, podría decirse que la suministradora de artículos y dogmas de fe ya no es la religión, como en el antiguo régimen, sino la ciencia, que, de alguna manera, puede considerarse sin mayor escándalo que ha pasado a ocupar su lugar. Creemos a pies juntillas en lo que dice la ciencia, que es la que pretende saber cómo son las cosas. 

Antes, cuando yo era pequeño, y algún niño -generalmente solía ser un niño- descubría alguna contradicción lógica en la realidad o preguntaba algo sobre por qué había que creer en dogmas religiosos como la virginidad de la Virgen María o la omnipotencia y bondad de Dios mismo, solía respondérsele: “Doctores tiene la Santa Madre Iglesia, hijo". Ahora ha cambiado la respuesta se le dice: “Doctores tiene la Santa Madre Ciencia, hijo”. Doctores que saben más que nosotros, que no sabemos nada, por lo que no hay más que hablar ni preguntar. Así que, nosotros a callar: nihil prius fide: no hay nada más que la Fe. Y los  notarios, por su parte, a levantar acta de la realidad, para que conste, precisada como está de esa constancia porque, en caso contrario, se derrumbaría, habida cuenta de su carácter ficticio, como un castillo de naipes en el aire.