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sábado, 31 de mayo de 2025

Coge el día

Hay que recordar la poesía de Fernando Pessoa (1888-1935), uno de cuyos heterónimos, Ricardo Reis, que anhelaba el retorno del paganismo, le debe tanto a Horacio, inspirándose, sin ningún género de duda, en la poesía clásica de sus odas. 
 
 

Afortunadamente disponemos en la red del Archivo Pessoa que nos ofrece la obra de este autor. De allí he tomado esta oda que es una recreación del tópico horaciano del "carpe diem", que Pessoa traduce literalmente al portugués como "colhe o dia" (coge el día). Otros la han vertido al castellano como goza del día (Manuel Fernández-Galiano), échale mano al día (José Luis Moralejo), coge la flor que hoy nace (anónimo), cosecha el día (Alejandro Bekes), goza el hoy (Alfonso Cuatrecasas), pilla del hoy (Agustín García Calvo), aprovecha el día (Vicente Cristóbal López), goza este (día) que se va (Miguel Antonio Caro), hoy goza (Alejandro Aráoz)... Pero la de Reis/Pessoa es sin duda la más literal: colhe o dia: coge el día
 
Uns, com os olhos postos no passado, / Vêem o que não vêem; outros, fitos / Os mesmos olhos no futuro, vêem / O que não pode ver-se.
 
Porque tão longe ir pôr o que está perto — / A segurança nossa? Este é o dia, / Esta é a hora, este o momento, isto / É quem somos, e é tudo.
 
Perene flui a interminável hora / Que nos confessa nulos. No mesmo hausto / Em que vivemos, morreremos. Colhe / O dia, porque és ele.
 

 (Unos, puesta la vista en el pasado, / ven lo que no ven; otros, con los mismos / ojos fijos en el futuro, ven / lo que no puede verse.
 
¿Por qué buscar tan lejos lo de cerca -/  nuestra seguridad? Este es el día, / esta la hora, este el momento, esto / lo que somos, y es todo.
 
Perenne fluye la hora interminable / que nos proclama nulos. En el trago / en que vivimos, moriremos. Coge / el día, porque él eres).
 
oOo
 
Encuentro en el esmerado libro Fernando Pessoa: Obras completas de Ricardo Reis, publicado por Editorial Pre-textos, Valencia 2025, que incluye además de la obra en verso por primera vez en castellano textos en prosa, la siguiente traducción a cargo de Max Hidalgo Nácher, que se basa en la edición de Jerónimo Pizarro y Jorge Uribe, con dos estrofas, fusionando en una la segunda y la tercera de la versión de arriba con alguna variantes textuales en la segunda.
 
Uns, com os olhos postos no passado, /Vêem o que não vêem; outros, fitos /Os mesmos olhos no futuro, vêem / O que não póde ver-se.  

Porque tam longe ir pôr o que está perto - /O dia real que vemos? No mesmo hausto / Em que vivemos, morreremos. Colhe / O dia, porque és ele.
 
Los ojos de unos vueltos al pasado /ven lo que no ven; otros, orientando /los mismos ojos al futuro, ven /lo que no puede verse.
 
¿Por qué poner tan lejos lo cercano - /el día real que vemos? En el soplo / en que vivimos, moriremos. Coge /el día que tú eres.
 

domingo, 28 de enero de 2024

Los amantes, ahogados en su amor propio

    Entre los cuadros de Remedios Varo (1908 – 1963) destaca este de “Los amantes” (1963), que es una reflexión gráfica sobre la pareja y el amor. Se trata de un lienzo lleno de simbolismo y de significado que nos invita a profundizar en la experiencia del enamoramiento, y en el hecho que subrayó Fernando Pessoa en su Libro del desasosiego de que nunca amamos realmente a otra persona: "Nunca amamos a nadie. Es a un concepto nuestro -a nosotros mismos en suma- a quien amamos. Esto es verdad en toda la escala del amor. En el amor sexual buscamos un placer nuestro alcanzado por intermedio de un cuerpo extraño. En el amor que no es sexual, buscamos nuestro placer mediante una idea nuestra también. El onanista es abyecto, pero, en rigor de verdad, es la perfecta expresión lógica del enamorado. Es el único que no se oculta lo que pasa, por eso no se engaña".

    Dos amantes, sentados en un banco de un frondoso parque, cogidos de la mano tiernamente, se miran y admiran, pero al mirarse no ven al otro, sino a sí mismos, porque sus rostros son el mismo rostro, un rostro andrógino enmarcado en un espejo que refleja al otro que es el mismo. Sus cabezas han sido sustituidas por dos espejos que reflejan simétricamente la misma imagen, como puede comprobarse por el detalle del lunar que hay en la mejilla, el mismo rostro que es el espejo del alma, como suele decirse, y resulta ser el reflejo del otro, que es uno mismo, independientemente de su sexo.

Los amantes, Remedios Varo (1963)
 

    El motivo del espejo nos recuerda inevitablemente el mito de Narciso, que se enamora, como se sabe, de su propio reflejo visto en el agua y se ahoga en ella, metamorfoseándose luego según Ovidio en la flor de su nombre que nace en los humedales. Remedios Varo nos da a entender en este cuadro que la atracción que siente esta pareja que lleva a dos individuos de distinto sexo a unirse y fundirse en uno es la misma que sintió Narciso. 

Narciso, ilustración medieval

    No en vano hay una relación con el agua también entre el mito de Narciso y el lienzo: de la unión de la pareja se desprenden unos vapores que emanan de sus cuerpos, y que acaso simbolizan la pasión característica del arrobo de su enamoramiento, que ascienden al cielo, se condensan y recaen sobre los enamorados en forma de lágrimas de lluvia, ocasionando una inundación en torno a sus pies, de manera que, parece advertirnos el lienzo, los amantes corren el peligro de ahogarse lenta- e imperceptiblemente en el propio charco de su amor. Los amantes se ahogan en su amor propio. 

Los amantes (detalle central), Remedios Varo

    El cuadro, al parecer, puede estar inspirado en el soneto de Baudelaire “La muerte de los amantes”, que me atrevo a traducir conservando verso y rima:

 

    Tendremos los lechos de aromas fragantes, / divanes profundos como sepulturas, / y flores extrañas sobre los estantes / abriéndosenos bajo auras más puras. 
    Usando a porfía sus nuevos ardores, / nuestros corazones serán gruesas velas / que reflejarán sus dobles fulgores / en nuestras dos almas, sus lunas gemelas. 
    Una tarde rosa y de azul austero, / intercambiaremos destello señero, / cual largo sollozo de adioses preñado; 
    y más tarde un Ángel, abriendo las puertas, / vendrá a avivar, fiel y alborozado, / empañados vidrios y las llamas muertas. 
 

    Madonna se inspiró sin duda alguna en este cuadro para una secuencia de su video Bedtime Story (1994).