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sábado, 13 de diciembre de 2025

¡ALTO!

La Asociación para la Liberación del Tiempo y su Ordenamiento (¡ALTO!)  es un partido político nuevo, no un nuevo partido político que sea otro más, sino uno radicalmente nuevo, que no es lo mismo. Un partido que no tiene más realidad que la virtual en los dos sentidos del término: que tiene existencia aparente y no real, y que tiene, a la vez, la virtud, o sea, la fuerza de producir un efecto sobre la realidad. Un partido del que puede formar parte cualquiera sin necesidad de afiliación ni de carné, sin militancia, solo con simpatizantes. Cualquiera puede no vamos a decir militar, que es término bélico, sino participar sólo con quererlo. 
 
¡ALTO! no lucha por el poder, como los partidos políticos al uso, sino contra el poder. Tampoco es un sindicato que defienda los intereses laborales de los trabajadores y las mejoras salariales, sino que se rebela contra toda forma de trabajo asalariado o prostitución.  Es una asociación sin ánimo de lucro, que no tiene ejecutiva ni estatutos y que aspira a implantarse en la sociedad por la seducción de su novedosa propuesta. Un partido cuyo objetivo político es completamente nuevo e inaudito: la abolición tanto teórica como práctica del dominio del tiempo en nuestras vidas. 
 
 
No se trata sólo de reivindicar el carpe diem de la máxima clásica que nos invita a disfrutar del momento presente, que de eso también se trata, claro, sino de no torturarse por el pasado (todos tenemos nuestra historia, olvidémonos de nuestro traumatismo biográfico) ni de preocuparse por el futuro, que no vamos a decir que no existe, porque existe y mucho, pero solo existe como un dios sangriento al que hipotecamos en sus aras nuestra vida. 
 
¡ALTO! nace al amparo de STOP! (Society for Time Out and Purge), una asociación británica que pretende el retraso, la dilación o moratoria del tiempo establecido, y que se opone por lo pronto a la institución del Año Nuevo 2026. 
  
 
El objetivo prioritario de ¡ALTO! es frenar la imposición acelerada del tiempo en nuestra vida cotidiana y aplazar sine die su aplicación efectiva, logrando su abolición práctica. Esto conllevará una auténtica revolución social, en realidad, la única revolución social no sólo deseable, sino posible aquí y ahora, en el siglo XXI de la era cristiana: liberados del tiempo impuesto desde arriba, seremos protagonistas de nuestras vidas y nos libraremos, conjuntamente, del trabajo asalariado, es decir, del trabajo propiamente dicho (que no es sino la conversión en dinero de nuestro tiempo vía remuneración económica o prostitución) y de la condena al paro, así como del ocio complementario del trabajo, que no deja de ser la otra cara no menos trabajosa de la misma falsisima moneda. 
 
Somos conscientes de la gravedad cada vez mayor del peso, que no del paso, del tiempo y de la imposición a todos y cada uno de los rincones del globo de un único sistema de cómputo, ajeno por lo demás a los ritmos naturales, y de lo funesto que es para el disfrute de la vida que nuestras actividades se acomoden a unos horarios y calendarios preestablecidos (y dictados por una voluntad ajena a la nuestra), y no al revés. Si estamos obligados a hacer cosas para rellenar un tiempo, las cosas que hagamos no serán más que rellenos de ese tiempo vacío. 
 

 Por ello, nos rebelamos contra el hecho de que se nos impongan horarios y calendarios previos y de que, debido a esa imposición, no tengamos tiempo para nada, sino que sea el tiempo el que, de hecho, nos tenga (y bien sujetos) a sus súbditos, nosotros. No hay ninguna militancia, ninguna reunión semanal, ninguna acción o manifestación callejera, ninguna asamblea. Nuestra lucha, que no militancia, implica todos y cada uno de los momentos de nuestra vida. Por eso mismo, nuestro activismo no conoce, claro está, tregua ni en la teoría ni en la práctica. Nuestra lucha, conscientes como somos de la fuerza del enemigo al que nos enfrentamos, no puede aplazarse, porque es una lucha a muerte, sin cuartel, un combate mortal contra el tiempo, a contratiempo y a destiempo. 
 
Nuestra Asociación se rebela contra la imposición de un tiempo esencialmente vacío que acarrea el sacrificio del ahora o momento presente en aras de un futuro porvenir. El mañana, por definición, no existe y, por lo tanto, no llega nunca. Decir mañana significa: ahora no. Mañana es siempre pasado-mañana. No hay futuro, y ni falta que hace que lo haya. No queremos, tampoco, ser ciudadanos respetables que pretenden ganarse la vida con lo que hacen. La expresión ganar la vida quiere decir trabajar y trabajar es vender nuestro tiempo, nuestra fuerza de trabajo o capacidad de hacer cosas, a cambio del salario del dinero; trabajar es prostituirse. Ganar la vida, es, por lo tanto, perderla irremisiblemente.

2 comentarios:

  1. Esa idea y objetivo, es propio de una visión eurocéntrica que no compartirán países emergentes y, de llevarse a cabo, nos dejaría a los "pies de los caballos" de esta realidad desenfrenada. Aún más de la situación actual de crisis europea.

    Ese modelo de "bienestar social" con el que crecimos y que cada vez es más paupérrimo, es además una dictadura democrática de la UE que aprieta y exprime, hasta tal punto que ni un huerto ni unas gallinas son permitidas sin fiscalizar, o sin filtros sanitarios que nos permita ser independientes y autónomos.

    Por otra parte, estamos tan inmersos en dependencias de intercambio monetario que apenas lo percibimos; pero basta con mirar a nuestro alrededor para darse cuenta de ello: abre el grifo del agua, el café matutino, el interruptor de la luz, las gafas para leer, incluso conducir..., no te olvides de llamar a mamá desde el teléfono móvil, de paso consulta la previsión del tiempo.

    Basta con acceder a estas webs para despertar y aceptar la realidad, para alejarse de esa utopía y plantear otra "fórmula" pero ni idea de cuál ni de qué manera, solo rechisto y apenas resisto:
    https://www.marinetraffic.com/en/ais/home/centerx:-39.4/centery:5.1/zoom:2
    https://www.flightradar24.com/41.23,4.85/3

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    1. Si a las güebs que mandas de tráfico marítimo y aéreo "para despertar y aceptar la realidad", añadimos alguna de tráfico terrestre, resulta que no hacemos más que movernos por tierra, mar y aire, y con tanto movimiento no vamos a ningún sitio que merezca la pena.

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