El enemigo según la Unión Europea es el Oso ruso, el nuevo zar neoimperialista, que se
presenta a veces como el abominable hombre de las nieves, la legendaria
criatura que habitaba, según algunos, que avistaron sus huellas, en las montañas del Himalaya, el país del invierno. ¿O fue en los
Montes Urales? En todo caso, el enemigo, perfectamente identificado, es
el Oso estepario.
Frente a ese enemigo, no podemos escudarnos en que estamos fuera de peligro porque somos aliados efectivos de muchos
países europeos en el marco de la OTAN y la UE, porque las dos guerras mundiales del siglo pasado, de hecho, llegaron a ser globales, es decir, casi planetarias, gracias a los sistemas de alianzas: la
Triple Entente contra la Triple Alianza, los Aliados contra las
potencias del Eje, como cualquier estudiante de historia de bachillerato reconoce
enseguida.

Si Rusia atacara a uno de los países bálticos, tan lejos del Ruedo Ibérico, ¿íbamos los españolitos a acudir solícitos en su ayuda? ¿Qué ha sucedido en el
caso de la invasión de Ucrania, que aunque no forma parte todavía del engendro de la UE aspira a entrar? ¿Declararíamos solemnemente la guerra a Rusia? Seguramente ya lo hemos
hecho sin tantas alharacas, sin atacarla militarmente, bonita paradoja, porque la guerra no se lleva a cabo en su forma tradicional sino en versión económica, porque el dinero es lo que manda: palabras, armas,
dinero, mucho dinero, instructores y mucho más, pero nada de incordiar
directamente demasiado al Oso ruso, que podría enfurecerse y ensañarse con nosotros.
Pero ¿qué está sucediendo allende nuestras fronteras, en el país vecino, por ejemplo, sin ir más lejos? Antes de la movilización general, se anuncia el
regreso del servicio militar, voluntario en principio. ¿Para qué servirá?
Probablemente para nada bueno para la gente, pero sí le va a servir a un
presidente como el actual carente de legitimidad, dispuesto a proclamar otra vez
«Estamos en guerra» para conservar un mínimo de autoridad y respeto. No
es la primera vez que lo hace el mandatario francés. Ya lo hizo hace
cinco años cuando dijo a los franceses: «Estamos en guerra, sin duda,
una guerra sanitaria… pero el enemigo es invisible».
"¡Comprometeos!"
El enemigo
invisible es el enemigo imaginario de todas las fantasías, creado a semejanza pero por contraposición del amigo imaginario infantil.
Son los bárbaros, o los tártaros, o la estepa rusa... Los ciberataques y
los drones rusos son hoy este enemigo invisible, que nadie es capaz de
ver a no ser que lo vea vía eurovisión, pero hay que creer la palabra de
los expertos y de los medios de información que la predican como si
fuera el evangelio, la buena nueva, la gran noticia...
El presidente francés ha anunciado ya el regreso del servicio militar
nacional, al igual que otros países europeos, incluida Alemania, a pesar
de que Francia está más endeudada que nunca. Se trata de algo
innecesario para la gente, necesario para el presidente de la república,
ávido de legitimar su autoridad.
Desde el punto de vista estratégico: en el contexto actual, donde los
misiles hipersónicos rusos con ojivas nucleares son motivo de
preocupación, lo que se necesita no es un ejército improvisado como en
1940 en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, sino, según los
militronchos, armamento de vanguardia capaz de disuadir a cualquier
enemigo potencial de atacarnos, y Francia ya lo posee, por lo que el
servicio militar anunciado, primero voluntario y después obligatorio,
un ejército improvisado ahora de golpe y sopetón, queda obsoleto cuando
existe la disuasión nuclear desde hace años y cuando las nuevas formas que reviste la guerra son básicamente económicas.

Desde el punto de vista estratégico, la
reactivación del servicio militar no se hace para mejorar la defensa
militar, sino con una finalidad política. No tiene más objetivo real que
ese, con el agravante de que endeudará y perjudicará a los ciudadanos. Francia va a
introducir un servicio militar voluntario de diez meses destinado
principalmente a los jóvenes de 18 y 19 años de ambos sexos, mientras crece la
preocupación en Europa por la amenaza de Rusia. Bajo
el nuevo
servicio militar, hombres y mujeres -no vamos a discriminar a las
mujeres-, en su mayoría de 18 y 19 años, podrían alistarse como
voluntarios durante diez meses. Recibirían un salario mínimo de ochocientos euros al mes, la vieja soldada o paga del soldado que, etimológicamente, es
el que está a sueldo, además de alojamiento y manutención, y un 75% de
descuento en viajes en tren, tropas que solo serían desplegadas en caso de necesidad en territorio nacional.
El
presidente del ejecutivo francés dijo que el servicio
comenzaría a mediados de 2026 y ayudaría a Francia a responder a
las "amenazas aceleradas" en el escenario mundial. Casi treinta años después de que el país galo eliminara el servicio militar
obligatorio, Monsieur le Président dijo que no se retractaría de esa decisión,
pero agregó: "Necesitamos movilización", porque Francia no
puede permanecer de brazos cruzados. Creía, cacareó además el gallo del corral, que la
juventud francesa tenía sed de compromiso y afirmó que había una
generación joven «lista para defender a su nación».
"Para dar vuestra opinión, esperad a que os dé la orden de responder".
Hasta el momento no hay ninguna sugerencia de
que el servicio militar podría volver a ser obligatorio en Francia,
como lo era antes de que el entonces presidente aboliera el servicio
militar obligatorio en 1997. De hecho el presidente actual ha dicho:
“No podemos volver a la época del servicio militar obligatorio”. Eso mismo dice el gobierno progre del Ruedo Ibérico. Y es que, visto lo visto, lo obligatorio no mola, por eso hay que
buscar un modelo híbrido, volungatorio, digamos, que no te obliga,
pero que si lo eliges te facilita un poco el hecho de ganarte la vida, según la moderna ecuación de que ganarse la vida es ganar dinero.
“Este modelo de ejército híbrido responde a las amenazas y
riesgos que se avecinan, integrando a jóvenes del servicio militar,
reservistas y el ejército en activo”. Tras el programa, en efecto, los
participantes podrían integrarse a la vida civil, convertirse en
reservistas o permanecer en las fuerzas armadas, añadió el jefe del ejecutivo francés. Dijo que
el plan estaba “inspirado en las prácticas de nuestros socios
europeos… en un momento en que todos nuestros aliados europeos
avanzan en respuesta a una amenaza que pesa sobre todos nosotros”.
El anuncio coloca a Francia en línea con casi una docena
de otras naciones europeas, como Alemania y Dinamarca, que han
lanzado proyectos similares.