L E C T U R A S

martes, 29 de abril de 2025

Más chistes serios

¿Quién se comió el pastel?
-En una habitación se encuentran un rico banquero, un político honrado y Supermán contemplando un apetitosísimo pastel de manzana con sabrosas guindas que está sobre la mesa y parece decirles a todos y cada uno “¡cómeme!”. De repente, se produce un apagón eléctrico, el Gran Apagón debido al desequilibrio estructural asimétrico en el sistema. Al cabo de unas largas horas, vuelve la luz, pero el pastel ya no está en su sitio. ¿Quién se lo había zampado? 
-El banquero rico, sin ningún género de duda. 
-¿Por qué? 
-Porque los otros dos son personajes de ficción.
 
¿De qué conozco yo a ese?
Pasa un tío por delante de un escaparate y ve a alguien al otro lado que le resulta muy conocido. Se pasa todo el día cavilando: 
-¿De qué conozco yo a ese pavo? ¿De que lo conoceré...? 
Por la noche, cuando está acostado, sigue dándole vueltas a la cabeza hasta que al fin cae en la cuenta: 
-¡Coño! Ya lo sé. ¡Es el que se corta el pelo delante de mí en la barbería! 
(Una pregunta por único comentario: ¿De qué nos conocemos a nosotros mismos?)
 
El demonio son los padres. 
Dos niños hablando de lo que han aprendido en la clase de religión y moral católica. 
-Oye, ¿y tu qué piensas del demonio? 
-Psé, no sé. Acuérdate de lo que pasó con los Reyes Magos, con Papá Noel, con la cigüeña de París y con el Ratoncito Pérez… Seguro que también al final resulta que el demonio son los padres.  
(Comentario: La gracia del chiste reside en la sorprendente asociación final de palabras: Satanás, el demonio, son los padres, la entrañable institución patriarcal, la sagrada familia, es diabólica y satánica, sugiere sin querer (?) el chiste)
 
Los malos y los buenos.
-¿Quiénes son los malos y quiénes los buenos en una película del oeste, los indios o el séptimo de caballería? 
-Ninguno de los dos: el malo es el chiste.  
(El maniqueísmo de la moral ordinaria, que hace que veamos a unas personas como buenas y a otras como malas, no nos deja ver a menudo que lo auténticamente perverso es precisamente ese maniqueísmo moralista, representado en este caso por la propia pregunta que plantea el chiste. En la vida real como en las películas no hay ni buenos ni malos: lo único malo es la interpretación moral que hacemos en esos dos términos o la ley que, en forma de juicio final, clasifica a unos en una cosa o en la otra). 
 
 
Dos chistes racistas.
(Racistas porque la sociedad que reflejan es racista, y no porque sea esa la intención de quien los cuenta. Si la pregunta puede pecar de racismo en su formulación, la respuesta, volviéndose del revés, refleja como un espejo la realidad, es decir, la constatación del racismo existente realmente en la sociedad).
Uno. 
-¿Qué diferencia hay entre una mujer blanca y otra negra desnudas? -Que la blanca sale en una revista porno a todo color de las caras y la negra en un documental étnico de un reportaje televisivo.  
Dos.
-Supóngase que en un coche español van un gitano, un moro y un negro. ¿Quién conduce? 
-Ninguno de los tres... Elemental, querido Watson: ¡Conduce la Guardia Civil! 
 
¿Chiste racista o sexista? 
(Un chiste difícil de clasificar que parte de un postulado racista para negar el racismo de la pregunta con el sexismo de la respuesta, con lo que se demuestra que el sexismo está más arraigado incluso que el racismo en nuestra sociedad, lo que ya es decir, porque el chiste desde luego lo que hace es reflejar la realidad, como la mítica canción de John Lennon de 1972 "Woman is the nigger of the world"). 
-¿Cuántos negros crees que hacen falta para limpiar una cocina? 
-Ninguno, eso es cosa de mujeres. 
 
¡Qué cambiado te veo!
Va un hombre por la calle y le dice a otro dándole una palmadita amistosa en la espalda: 
-Caray, Pepe, ¡cuánto tiempo sin verte! ¡dichosos los ojos que te ven! ¡qué cambiado te encuentro! 
-¡Tan cambiado como que yo no soy Pepe! 
(¿Iba distraído el hombre,  como puede pasarle a cualquiera que se distraiga, y confundió a una persona desconocida con otra conocida? ¿No somos, acaso, todos y cada uno clones tanto genética como socialmente? ¿No es posible que Pepe estuviera tan cambiado que ni él mismo se reconociera como tal, precisamente por su empeño obstinado en seguir siendo el que era, esto es, Pepe?).
 
¡Ése soy yo!
-Un borracho tambaleándose está tratando de abrir la puerta de su casa, cuando, de pronto, llegan dos policías y le preguntan que por qué está forzando la puerta. 
-¡Porque ésta es mi casa!, -se defiende con voz estropajosa. Para aclarar las cosas, cuando logra abrir a duras penas la cerradura, invita a pasar a los agentes del orden, señalándoles: 
-¿Ven esos muebles? Son mis muebles, yo los compré. ¿Ven ese televisor? Es mi tele, yo la compré. La estoy pagando a plazos pero es mía. 
Luego, los hace pasar al dormitorio matrimonial, y exclama: 
-¿Ven a esa mujer que está durmiendo en mi cama? Ella es mi esposa. Y ven al que está durmiendo con ella: ¡ese soy yo!
 


 

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